En Alemania, una comisión parlamentaria ha reconocido hace pocas semanas que sus servicios de inteligencia han protagonizado un fracaso histórico en la lucha contra la violencia neonazi. En un informe de más de mil páginas, los legisladores concluyeron que todo el sistema de espionaje interno debe ser reformulado porque, además de revelarse ineficiente, contiene prejuicios racistas.
El informe, producido tras 16 meses de trabajo por todos los partidos con representación en el Bundestag (Cámara Baja), se difundió mientras en Alemania se desarrolla el juicio más importante contra la violencia de ultraderecha después de la Segunda Guerra Mundial.
La principal acusada es una mujer de 38 años, Beate Zschäpe, quien junto a dos cómplices (se suicidaron cuando iban a ser arrestados por un robo) asesinaron entre los años 2000 y 2007 a ocho inmigrantes turcos, a uno griego y a una mujer policía. El trío formó una banda delictiva llamada NSU por sus siglas en alemán de Nationalsozialistscher Untergrund (Clandestinidad Nacionalsocialista) y financiaba sus "trabajos" con robos a bancos.
Durante años, los espías alemanes tenían datos de la organización e incluso en el juicio ha salido a la luz que también la habían infiltrado, pero nadie hasta ahora ha podido explicar por qué recién en 2011 y tras años de crímenes y asaltos la banda pudo recién ser desarticulada.
El presidente de la comisión investigadora de los diputados alemanes, el socialdemócrata Sebastian Edathy, arriesgó una hipótesis sobre lo que llamó un "desastre histórico sin precedentes" por haber subestimado a la ultraderecha neonazi. "La policía —dijo— dio por hecho que los turcos matan turcos", y así puso en la mira de la investigación como sospechosas a las familias de las propias víctimas, en un clarísimo caso de estigmatización racial. En Alemania viven 2,5 millones de ciudadanos de origen turco.
Los legisladores de izquierda y los ecologistas, que también apoyaron las conclusiones del informe que contiene 47 recomendaciones al gobierno, creen que es necesario desmantelar las agencias de inteligencia por su "racismo institucional" y detener la práctica de compra de informantes en los círculos ultraderechistas terroristas.
En Alemania no falta presupuesto ni tecnología en la principal agencia de inteligencia, la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, creada en los años 50. Tiene actualmente casi tres mil miembros y cuenta con más de 150 millones de euros anuales de presupuesto. Pero nada de eso sirvió para contener las andanzas del trío asesino de inmigrantes.
La Side. En la Argentina, la actual Secretaria de Inteligencia (SI), antes Secretaría de Inteligencia de Estado (Side), genera tantos interrogantes como su colega germana. Por supuesto que se analiza aquí superficialmente su comportamiento a partir de los gobiernos democráticos desde 1983, ya que antes, durante la dictadura, fue clara su misión de apoyo de inteligencia al genocidio y a la cacería humana de opositores.
Como denominador común podría decirse que los servicios de inteligencia del país sirvieron poco a los gobiernos elegidos democráticamente o al menos eso es lo que sobresale de su actuación.
Por empezar, no pudieron contrarrestar ninguno de los alzamientos militares contra los gobiernos de Alfonsín y Menem. Tampoco dar aviso con anticipación a esos presidentes de la gestación de los levantamientos, cuyos líderes fueron preparando la insurrección sin mayores dificultades. Algunos, todavía hoy, tienen la desfachatez de pretender arengar desde un partido político.
En el plano de la seguridad interna, pero vinculada con el exterior, su fracaso ha sido mayúsculo. No detectaron ni evitaron la voladura de la embajada de Israel en 1992 ni tampoco la de la sede de la Amia dos años más tarde.
Para peor y como ejemplo del presupuesto que manejan, los 400 mil dólares empleados para sobornar al acusado de haber preparado el vehículo con los explosivos que detonó en la Amia, Carlos Telleldín, salieron de la Side, eso sí, con la aparente venia del gobierno de Menem. El juez Juan José Galeano fue quien le pagó a Telleldín para que involucre en el ataque a policías bonaerenses. Todos están hoy libres y Galeano sometido a juicio por peculado. La operación de la Side fue un fiasco y que se sepa no aportó nunca nada para esclarecer el atentado.
Lo último. Hace escasos dos meses, un integrante de los servicios de inteligencia fue muerto en el baño de su casa con cuatro balazos provenientes de policías bonaerenses del grupo Halcón que fueron a allanar su domicilio. Se llamaba Pedro Viale, alias "El Lauchón" y había cumplido 36 años en el organismo, es decir espió en dictadura y en democracia. Lo fueron a buscar en el marco de una serie de operativos judiciales por narcotráfico, aunque el procedimiento llamó mucho la atención, sobre todo por su desenlace fatal, tratándose de un agente de inteligencia en actividad. Las especulaciones sobre internas entre los espías y negocios espurios inundaron las redacciones de los diarios. Pero todo sigue siendo un misterio.
Hace menos de una semana, finalmente, una cámara federal de la provincia de Buenos Aires ratificó un fallo por espionaje y asociación ilícita contra un ex jefe de la Side durante los años 90 y otros integrantes de ese organismo, ex miembros de fuerzas de seguridad y hasta del Ejército. Los procesados robaron información de correos electrónicos de políticos y altos funcionarios entre 2006 y 2008, entre ellos el de la presidenta Cristina Fernández cuando era senadora nacional. Esta empresa "criminal con fin lucrativo", y que puso "en riesgo la seguridad nacional", como dice el fallo judicial, vendía la información obtenida ilegalmente a algunos periodistas, entre otros, que la recibían sabiendo de su origen ilícito y que por eso también fueron procesados. Si los ex de la Side formaron esta banda una vez afuera del organismo de inteligencia, qué habrán hecho cuando eran conducción. Inimaginable.
La organización utilizaba cuentas de correo receptáculo compartidas para distribuir la información que obtenían a través de "pinchar" correos electrónicos seleccionados por medio de maniobras de "hacking" y "phishing". Llamativamente empleaban, entre tantas otras, los nombres de cuentas como [email protected], según consta en la sentencia judicial de primera instancia y en la confirmación del tribunal superior. La jueza que investigó y desbarató el complejo caso de espionaje sostuvo en su extenso y pormenorizado fallo de 354 páginas que "si se observa con detenimiento, la mayoría de las cuentas de correo en cuestión guardan relación con sucesos o personas vinculadas con la época del nazismo y fascismo".
Precisamente, la Kristalnacht (noche de los cristales rotos) se llamó a lo que ocurrió entre el 9 y 10 de noviembre de 1938, cuando las tropas de asalto del gobierno nazi junto a civiles atacaron la población judía de Alemania y Austria con un saldo de destrucción y decenas de muertos.
¿El nombre de Kristalnacht y otras referencias de extrema derecha en esas cuentas de correo son una mera coincidencia, son producto de la estupidez humana o de un prejuicio subyacente en los servicios de inteligencia del país, de antes y de ahora también?
En Alemania estudiaron durante casi un año y medio el caso de la ineficiencia de sus servicios de inteligencia, pidieron perdón a las víctimas turcas y griega y elaboraron un informe correctivo aprobado por unanimidad por los diputados de todos los partidos.
En la Argentina nada semejante ha ocurrido y no por falta de hechos sobre los cuales los servicios de inteligencia merezcan ser investigados y reevaluados. Justamente lo que sobra es materia para investigar, salvo que como en el caso alemán de la célula de ultraderecha la pesquisa se oriente siempre hacia el lado equivocado, como una estrategia no escrita para que nunca se resuelva nada.