El Festival de Peñas de Villa María reunió una multitud que disfrutó del talento y del carisma de Juan Luis Guerra y Rosana, en una jornada en la que además brillaron La Oreja de Van Gogh, otra de las atracciones internacionales, más Lali Espósito y Soledad.
Doce mil personas ya cubrían todos los espacios cuando, con energía, seducción y un gran despliegue, Lali Espósito encendió el fuego de la noche del domingo. Era su debut en el festival y cantó los éxitos de su primer disco.
El primer artista internacional de la noche fue Juan Luis Guerra. La actuación del longilíneo dominicano desató una gran fiesta con sus ritmos de bachata, salsa, merengue y cha cha chá.
El anfiteatro explotó al recibirlo después de la presentación de Soledad. “Todos tenemos ese disco”, dijo la La Sole, refiriéndose a “Bachata rosa”, el disco editado en 1990 y que contiene grandes éxitos de su carrera. La trascendencia de su obra, romántica y bailable, justifica sus veinte millones de discos vendidos y sus quince Grammys.
Con activa participación del público, de entrada nomás el rey de la bachata interpretó “La bilirrubina”, “Ojalá que llueva café” y “Bachata rosa”. “La dedico a Jesús, para quien nada es imposible”, anunció al cantar “Son al Rey”, con un ritmo tal que ni los ateos se resistían a bailarlo. El tema está en “Colección cristiana”, un disco del 2012 íntegramente basado en sus convicciones evangélicas.
La percusión latina y los instrumentos de viento son los grandes protagonistas de la puesta musical. “Burbujas de amor”, uno de los bises, animó a los espectadores a animarse en los pasillos a mostrar la sensualidad de la bachata y el espíritu de los “salseros”: la alegría y las ganas de vivir por encima de cualquier realidad personal. Lo demostró también Juan Luis Guerra en el escenario durante noventa minutos.
La dinámica del festival no dio respiro. Al dominicano le sucedió Rosana, sin intervalo previo ni presentación de los animadores. La cantante canaria siempre ofrece algún recurso novedoso desde el arranque de sus shows. El año pasado en este festival apareció cantando desde las plateas. En esta edición, volvió a sorprender: cuando la banda de Guerra aún estaba tocando, ella arrancó cantando “Tormenta de arena” desde una de las tribunas.
Rosana pidió coro y, luego de un ensayo improvisado, el público la acompañó en todas las canciones que vinieron. Invitó a Soledad y juntas versionaron “Si tú no estás aquí” y luego se tentó y cumplió con el ritual de bajar a cantar recorriendo las plateas.
El festival otorgó algunos breves espacios para nuevos artistas, como el quinteto vocal femenino La Cantarola, de Villa María y Cristian Capurelli, de Pergamino, logró un espacio luego de haber ganado el premio mayor de la peña de la Agrupación folclórica Villa María. Esa distinción le permitió mostrar sus zambas y chacareras mientras se preparaba la técnica de La Oreja de Van Gogh.
Leira, la sobria cantante que está al frente del grupo vasco, cautivó con su belleza y su muy buena voz a los miles de espectadores que no se movieron de su sitio y siguieron atentamente el show. Con piano solo o junto a toda la banda, demostró su buena técnica y un excelente manejo del escenario que hizo olvidar a Amaia Montero a quien reemplazó en el 2008. En uno de los bises, el grupo homenajeó a Cerati con una potente versión de “De música ligera”.