Con un estadio con capacidad para 4 mil personas casi completo, la selección argentina inició su camino de búsqueda de los Juegos Olímpicos. Almirante Brown en particular y el público en general, respondieron. Como en los viejos tiempos.
Con un estadio con capacidad para 4 mil personas casi completo, la selección argentina inició su camino de búsqueda de los Juegos Olímpicos. Almirante Brown en particular y el público en general, respondieron. Como en los viejos tiempos.
En las entrañas de esta parte del Conurbano bonaerense, a la que no es sencillo llegar, ya se acostumbraron a ver en acción a los seleccionados de vóley. La gran apuesta del Polideportivo municipal a nivel de selecciones fue la organización del Mundial de menores el año pasado, aunque también recibió a Los Gladiadores, el combinado argentino de handball en amistosos con Francia.
Un marco como el de anoche para un partido de la selección masculina de vóley entusiasma. En la década del 90 Argentina vivió su momento fervoroso de la mano de un equipo con figuras y personalidades carismáticas: Javier Weber, el Negro Jorge Elgueta, Marcos Milinkovic y Guillermo Quaini, por citar a algunos.
Tras el Mundial de 2002 que se jugó en el Luna Park de Buenos Aires, empezó el bajón generalizado: la debacle fue política y deportiva, muchos de esos jugadores dejaron de estar y en el medio se perdió el feeling con la gente.
A partir de la llegada de Javier Weber como entrenador en 2009 las caras cambiaron, aunque aún sin el roce mediático al que el vóley supo estar ligado.
A excepción de dos o tres (Facundo Conte, Luciano De Cecco y Rodrigo Quiroga) esta selección no tiene nombres excluyentes pero promete mucho y se mete de a poco en la gente. Y ayer el estadio dio una buena señal de una relación que crece.
Por Leandro Garbossa