Hace poco más de diez años, Newell's daba la vuelta olímpica en la Doble Visera de Avellaneda. Pese a que cayó con Independiente por 2 a 0, el rojinegro no pudo ser alcanzado por Vélez, que apenas igualó de local con Arsenal 1 a 1. Así se consagró en aquel torneo Apertura 2004. Fue un partido que será recordado por siempre. Y hasta esta noche, el último que tuvo a Gallego en el banco de suplentes de la lepra. El destino quiso ahora que justamente la reaparición del Tolo en el club del Parque sea contra el Rojo. Pasó mucho tiempo desde aquella última vez en la que estuvo como conductor del equipo del Parque, pero Gallego no cambió la esencia, ni el estilo desenfadado, ni la verborragia, ni el espíritu ganador. Por todas esas características se explica que la comisión directiva eligiera a Gallego para dejar atrás un 2004 con varios sinsabores.
Los hinchas de Newell's, cuya tolerancia como cualquier fanático del fútbol es escasa, no soportaron un año sabático, sin resultados relevantes. Y encima con la caída en dos clásicos. La chance que le dio la comisión directiva a entrenadores novatos surgidos del embrión rojinegro para dirigir el equipo de primera no terminó de la mejor manera. Así pasaron Alfredo Berti, Ricardo Lunari, en forma interina, y Gustavo Raggio.
Gallego llegó entonces para acallar los cuestionamientos. La dirigencia lo eligió para eso. Es que la simple mención del Tolo ilusiona a los hinchas rojinegros. Es una persona que está identificada desde siempre con el club. Creció en el Parque como jugador, llegó desde allí a la selección y luego se consagró como entrenador. Y eso que su etapa en el banco duró apenas un año. Pero fue el suficiente para entrar en la historia. Hoy está de regreso. Y el sueño es que se repitan aquellos momentos de felicidad.
Se sabe que a Gallego le sobra es- palda para soportar tempestades. Siempre habrá un margen mayor de tolerancia hacia su figura con respec- to a la que se le puede tener a otro técnico. Pero ni el Tolo, ni los hinchas, ni nadie que pertenezca al mundo Newell's espera que se llegue a tal situación. Todo lo contrario. Hoy existe confianza en que Gallego será capaz de torcer los rendimientos del año pasado y aparezca un equipo que juegue con convicción. Y que no queden dudas que las decisiones pasan exclusivamente por lo que decida el entrenador.
Lo que transmite y sus convicciones, a su manera, incluso sin empacho de insultar cuando sus futbolistas no hacen lo que pretende, le llegan al jugador, como manifestó hace unos días Hernán Villalba. Es que conocen como es, con sus cambios de humor, pasando un día de una charla risueña al silencio absoluto y el malestar. Es que ante todo saben que es un entrenador que se siente ganador. Y así lo refleja para sí y los demás.
La personalidad de Gallego es una marca indeleble en cualquier equipo que lo tenga al frente. Y fiel a una trayectoria con éxitos, pretende que Newell's no se resigne a navegar en la medianía. Habla de un equipo ofensivo, aunque no quiere que se descuide ningún detalle a la hora de defender. Planteado así, la palabra que se ajusta mejor a su idea es agresividad.
Gallego quiere un equipo que sea así en todo sentido. Agresivo para defender. Y agresivo para atacar.
Hoy, Newell's deposita la confianza en un tipo de mil batallas, con sangre rojinegra.