El cineasta Eliseo Subiela regresa mañana a las pantallas rosarinas con "No
mires para abajo", un largometraje protagonizado por Antonella Costa y el debutante Leandro
Stivelman, que propone un viaje iniciático a través del erotismo, la poesía y los sueños.
"La película ofrece un crecimiento y un aprendizaje, que es claramente la
enseñanza del amor a través del sexo. Está orientada a jóvenes y adultos, porque o no aprendimos o
aprendimos mal lo que es hacer el amor", afirmó Subiela, que cosechó el premio a la mejor dirección
en Guadalajara y el premio a la mejor película en Lleida y Montreal.
"Me propuse hacer una película educativa, didáctica, porque creo que el tema del
sexo está muy manoseado, devaluado y pervertido. Cada vez más se confunde el erotismo con la
grosería y la obscenidad", aseguró el director de "Hombre mirando al sudeste" y "Las aventuras de
Dios", que dedicó el filme a sus hijos.
Con un elenco que completan Hugo Arana, Mónica Galán, María Elena Ruaz y Octavio
Borro, y música original de Pedro Aznar, la película describe el pasaje a la adultez de Eloy
(Stivelman), un adolescente que sufre la muerte de su padre y, a causa de su sonambulismo, cae en
la cama de una joven que practica el sexo tántrico.
Esa joven (Costa) le permitirá a Eloy, mediante la enseñanza de ciertas
prácticas sexuales, acceder a zonas desconocidas de su espíritu y de la realidad, y le dará un
refugio dentro del mundo hostil y ajeno que conoce al encargarse del negocio de su padre, una
fábrica de lápidas y figuras ornamentales para el cementerio de la ciudad.
"La idea es enseñar a los jóvenes —que aún están a tiempo de no
deformarse— a amar como Dios manda, porque cuando yo era joven el sexo era un milagro, era
muy difícil hacerlo antes de casarse, nadie te enseñaba y el único aprendizaje era prostibulario,
muy sórdido y traumático", explicó Subiela.
Y continuó: "Hoy el péndulo se fue para el otro lado, porque ahora los jóvenes
lo hacen en un boliche y no saben con quién lo hicieron. La idea de la película es enseñarles a
mirarse, tocarse, respirarse y, en definitiva, amarse".
Inspirado en un libro milenario chino sobre el amor y el sexo, Subiela señaló
que "el orgasmo es el acto máximo de placer sin necesidad de acabar, pero básicamente no importa
que no llegues a eso, el tema es enseñar a acariciar y a entender que hacer el amor es una
ceremonia".
"Alguien me dijo una vez que tenía vocación de educador y creo que las películas
tienen una misión, no sé si educadora, pero sí terapéutica y además una responsabilidad frente a la
sociedad", añadió.
Gran porcentaje del filme transcurre en una cama donde se desarrollan escenas de
alto contenido erótico rodadas durante cinco semanas en las que, según Subiela, "se produjo un
milagro entre Antonella y Leandro, pero además creamos climas con música, inciensos y un equipo
técnico reducido y en su mayoría femenino".
"Quería que ellos fueran como dos criaturas inocentes jugando en el paraíso
antes del pecado original —agregó—, pero para eso me di cuenta que yo también tenía que
lavarme de prejuicios y quitarme miedos, para tratar de tener la inocencia necesaria en la
mirada".
Con respecto al título "No mires para abajo", Subiela señaló que "tiene una
connotación místico poética el hecho de mirar para arriba, levantar vuelo, poesía, no atarte a lo
terrenal, todo lo contrario al erotismo tinelliano, que es una confusión entre sexo y
obscenidad".
Paulo Pécora
Télam
Eliseo Subiela, el aplaudido director de "Hombre mirando al sudeste", vuelve con
una reflexión sobre el amor carnal.