Estaba exultante. Feliz. Pleno. Como si estuviera festejando en el patio de su casa, mientras en el Coloso más de 40 mil almas coreaban su nombre y el de los jugadores de manera ininterrumpida. Gerardo Martino, el autor intelectual del flamante campeonato leproso, disfrutó a pleno de la coronación tras el partido y se entregó al éxtasis de par en par, archivando por unos minutos su habitual perfil de seriedad y compostura que suele identificarlo. El Tata es el único en la historia grande rojinegra que pudo dar la vuelta olímpica en su etapa de jugador y repetir en el rol de director técnico. Por eso su leyenda en el Parque cada vez es más grande, colosal, y en sintonía el cariño de los hinchas hacia el extraordinario número 8 que supo ser ya rompió todos los límites.