Se cierran las listas de los precandidatos para cubrir los cargos ejecutivos y legislativos en los distintos niveles del territorio santafesino a partir de diciembre de 2011 y por lo tanto —aunque es un bien cada vez más escaso— también debería abrirse la etapa de las propuestas y los programas. Las demandas de la ciudadanía suelen ser extensas, pero las hay prioritarias en la región. Entre ellas figura la problemática de la vivienda y, por ende, de las políticas de desarrollo urbano.
Un repaso apenas por lo sucedido en el 2010 en Rosario deja en claro la fuerte puja por la distribución del acceso a la tierra. Grandes inversores inmobiliarios, constructores, agrupaciones sociales, personas de pie, protestaron y reclamaron, algunos mediante el lobby y otros en las calles.
Una muestra de eso fue la disputa en el Concejo Municipal con el errático rumbo de las normas sancionadas por los ediles respecto del ordenamiento urbano. Al mismo tiempo que limitaban, casi por unanimidad, el desarrollo de barrios privados dentro del éjido de la ciudad, habilitaban las excepciones de los límites en las alturas establecidos en el Código Urbano mediante la “plusvalía urbana”, contradiciendo lo que ellos mismos habían aprobado dos años antes.
Dentro del mundo académico local se escuchan cada vez más voces divergentes. Algo de esto se vio expresado en los pasillos del Congreso de Urbanismo realizado en noviembre pasado en la ciudad.
Si bien el Ejecutivo local reconoció el problema de la vivienda y puso a trabajar equipos con mayor intensidad para encontrar soluciones al tema desde comienzos del año pasado, las políticas estatales al respecto volvieron a quedar en deuda cuando se desataron las usurpaciones de terrenos en Capital Federal, que tuvo algunos coletazos en la ciudad. Allí volvió a la agenda pública la problemática del déficit habitacional. En Rosario casi la mitad de la población no tiene acceso a la vivienda propia.
En un plano paralelo, desde el otro extremo de la pirámide social, se conocía la noticia de una demanda de energía eléctrica equivalente a la de la ciudad de San Lorenzo para abastecer sólo dos futuras torres de edificios exclusivos frente al río Paraná.
Todos estas demandas exponen aún más la inviabilidad de seguir pensando el desarrollo urbanístico de las ciudades como hasta ahora, sin tener en cuenta la sustentabilidad y eficiencia mediombiental en todas sus acepciones, no sólo en términos ecológicos, sino también como eje integrador de la sociedad.
especulación inmobiliaria. La valorización financiera de la construcción se transformó en el eje del desarrollo urbano, acrecentando la disputa por el suelo y la problemática del déficit habitacional.
Las imágenes de barrios y casi ciudades, impulsadas en su momento por la burbuja inmobiliaria y hoy abandonados, que se pueden ver en Dubai, China, Estados Unidos, España, etcétera, deberían habilitar a repreguntarse sobre el camino del planeamiento urbano para Rosario. Funcionarios y especialistas coinciden en que la mirada debe ser metropolitana.
Los planes estratégicos como los pensados en Rosario parecen haber cumplido un ciclo con el desarrollo de los centros de distritos y vías de acceso o, al menos, enfrenta viejos desafíos a los que tal vez le llegó la hora se ser afrontados desde otra perspectivas, en particular en cómo es la participación del Estado.
La recreación de las condiciones de infraestructura para el desarrollo urbanístico muestra que no alcanza para que los privados resuelvan por si solos la problemática del déficit habitacional.
Edificios, nuevas fábricas. Al mismo tiempo, así como en una etapa la concreción de los planes estratégicos, junto con las firmas arquitectónicas de César Pelli, entre otros, posicionó «marketineramente» a Rosario en el contexto global, tal vez hoy se podría apostar por desarrollos urbanos y edilicios que encaminen a Rosario hacia una “ciudad verde”, que no pase por sacar a las fábricas del éjido central urbano y empeñarse sólo por instalar estas “nuevas fábricas” de departamentos y oficinas.
Ciudades como Nueva York así lo están entendiendo y fomentan a través de normas edificios “más verdes”, que optimizan el consumo de energía, el tratamiento de residuos y no sólo aplicado lo medioambiental a los materiales con los que se construyen. También lo está explorando y avanzando un número creciente de países en Europa.
Esta semana algo de ese camino comenzaron a recorrer algunos constructores locales con el municipio, y desde hace algún tiempo se ve el creciente interés de grupos de estudiantes, arquitectos e ingenieros vienen profundizando los estudios sobre materiales y sustentabilidad urbana.
El impacto ambiental. Los grandes proyectos inmobiliarios no sólo tienen su incidencia en términos medioambientales por el lado de la demanda de energía, sino también de infraestructura para resolver problemas como el congestionamiento que provocan estas altas concentraciones de población en pequeñas áreas, y con la consiguiente polución aérea.
Estos temas fueron los ejes centrales de la Expo Universal de Shanghai que se realizó el año pasado, de la que Rosario fue parte. Trabajos prospectivos en distintas áreas de investigación buscan justamente cómo intentar resolver estos problemas, no generarlos.
En el caso de Santa Fe, que no produce una gota de energía, salvo biocombustibles destinados a los vehículos, y con grandes desafíos de infraestructura que atender en su vasto territorio, expone la necesidad de planes urbanísticos y prioridades que incluyan todos estos aspectos.
Desarrollo local. La punta de lanza para revalorizar lo “autóctono” y la sustentabilidad medioambiental y eficiencia energética podría ser con una obra emblemática del Estado, que exprese el concepto y la viabilidad de proyectos urbanos de estas características. También serviría para sumar a los colegios de arquitectos, de ingenieros y universidades en la investigación local para el desarrollo, por ejemplo, de materiales. Podría anidar allí una incubadora de empresas.
En otras ramas profesionales esto sucede, al igual que en arquitectura, el repensar los riesgos que conllevan para la sociedad, y para su propio desempeño profesional, la importación sin más de los “paquetes tecnológicos”.
En el ámbito de los desarrolladores de software ocurre. Se lo preguntan ingenieros agrónomos y productores rurales. El Instituto de Agrobiotecnología de Rosario es un resultado de esos interrogantes. Otra consecuencia adicional de este emprendimiento fue la generación de empleo altamente calificado.
Los científicos que conducen el Instituto de Física del Conicet en Rosario (Ifir) también se propusieron como desafío aplicar sus conocimientos para que el edificio que los albergue en la Siberia contemple estos aspectos de eficiencia.
Un plan urbanístico que incluya todos estos aspectos de manera integral, que ubique a la vivienda como un derecho, y que apunte al mismo tiempo a mejorar la vida de los ciudadanos en su conjunto puede conformar una nueva base de sustentación y de desarrollo urbano para Rosario y la región.