Para el comisario de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión de la Unión Europea (UE), el húngaro László Andor, la crisis que no cede en el Viejo Continente —y ante la que ningún país parece incólume— puede verse como una "oportunidad". Básicamente, para revisar el acceso de vastos sectores de la población a derechos básicos como el trabajo, la educación y la vivienda. Andor admite que, durante décadas, "en muchos países se trabajó en la dirección contraria", es decir, incrementando la desigualdad, algo que la crisis "simplemente sacó a la luz". Y aunque valora el "desarrollo" que mejoró las cosas de forma "ostensible" en Argentina en los últimos años, confió en que se hagan "esfuerzos para reconciliar el crecimiento económico con la reducción de la pobreza", sorteando riesgos como la inflación y la economía informal.
—Usted está al frente de la Comisión de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión de la Comisión Europea. ¿Cree sinceramente que el principal peso de una crisis de semejante envergadura puede recaer sobre otros sectores que no sean los más pobres?
—Confío en que la UE podrá definitivamente encontrar una salida a la crisis a través de la inclusión social y ayudando a los sectores pobres de la población a ingresar al mercado laboral, la educación y también al acceso a la vivienda. En realidad esta crisis es una oportunidad para invertir en esos tres temas. Es un tema básicamente de redistribución. Por muchas décadas, en muchos países se trabajó en la dirección contraria, lo que incrementó las desigualdades. La crisis simplemente sacó a la luz la necesidad de revertir esas tendencias y de optar por una redistribución mucho más justa para que el peso de la crisis lo soporte toda la población y no sólo la más vulnerable. En la Unión Europea está el tema de los gitanos rumanos, que representan uno de lo sectores más pobres. En los últimos años se desarrolló una estrategia a nivel europeo: destinar una gran cantidad de dinero, fondos de inversión, para que los niños de esa población accedan a jardines de infantes y la escolarización de forma de movilizar la posición que ocupan en la sociedad.
—En una palabra, usted piensa a esta crisis como una oportunidad para modificar lo que venía haciendo agua sin hacerse demasiado visible hasta que estalló...
—Claramente. El punto en Europa es no retornar a las cosas tal como estaban antes de la crisis porque se trataba de un modelo no inclusivo. Si bien había un cierto nivel de prosperidad, un 17 o 18 por ciento de la población estaba en riesgo de ser pobre o directamente lo era. Eso no es aceptable en una región tan rica del planeta.
—Frente a esta crisis, ante la que ningún país está blindado, ¿qué fortalezas y debilidades ve usted en la región de América latina y el Caribe, post década del 90?
—Luego de los intercambios que hemos tenido en la Argentina, me queda muy en claro que en los últimos diez años ha habido un desarrollo que ha dado una situación ostensiblemente mejor que la que se vivía en los años 90. El gobierno debe hacer esfuerzos para reconciliar el crecimiento económico con la reducción de la pobreza. Estas dos puntas implican ciertos factores de riesgo, como el de la inflación y el de la economía informal. Son temas que antes o después habrá que abordar.
—El premio Nobel de economía Joseph Stiglitz ha mencionado a Argentina como una especie de contraejemplo frente a las soluciones (o el discurso dominante) que se escuchan en Europa respecto de la austeridad o el ajuste —en este país una mala palabra— como salidas posibles a la crisis. ¿También lo ve así?
—Déjeme decirle que lo que sucedió en Argentina antes del 2001 lamentablemente es muy importante y hay que estudiarlo para entender por qué las altas tasas de desempleo y el crecimiento negativo que se producen en muchos otros países. Lo que bajo ningún concepto es una opción para los integrantes de la UE es lo que hizo Argentina en el 2001: salirse del uno a uno. Ningún país de la UE debería dejar el euro, sino que por el contrario debemos fortalecer la unión monetaria, implementar una unión fiscal. De ese modo España recuperará sus posibilidades de crecimiento.
Movimientos políticos para que la selección juegue en Rosario
El presidente del Concejo Municipal, Miguel Zamarini, volvió a solicitar públicamente ayer la presencia de la selección argentina de fútbol en Rosario y planteó la posibilidad de eximir a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) de la deuda que mantiene con la Intendencia desde 2009. A su vez, el diputado nacional del FPV Agustín Rossi señaló que está trabajando para que el equipo dirige Alejandro Sabella regrese a la ciudad.
"Hace tiempo que (la AFA) está en falta y podríamos discutirlo. Pero debemos destacar que corresponde que jueguen en nuestra ciudad y no hay motivo alguno para que se nieguen", indicó Zamarini.
La demanda a la que aludió el socialista corresponde al derecho de espectáculos deportivos que la AFA no abonó en tiempo y forma a la Municipalidad por el encuentro de eliminatorias entre la Argentina y Brasil, que se disputó en el Gigante de Arroyito hace más de tres años.
Rossi, por su parte, enfatizó: "Volví a hablar con (el presidente de la AFA, Julio) Grondona y me encontré con (el titular de Rosario Central, Norberto) Speciale, quien me dijo que piensa lo mismo, pero no tengo novedades porque el comité ejecutivo de la asociación no decidió todavía dónde se jugarán los partidos en 2013".
No obstante, el legislador dijo que buscará que el regreso de la selección a Rosario. "Para 2013 quedan dos par de partidos de local y hay que trabajar para que sean en la ciudad", sentenció.
Respecto del atraso económico, Zamarini señaló que la llegada de la selección generaría ingresos que superarían largamente el monto que hoy reclama el Palacio de los Leones (unos 177 mil pesos).
"De todos modos, no puede haber negociación alguna si no se parte de la convicción de que la Argentina debe jugar en la ciudad. Podemos condonar la deuda si nos aseguran que la Selección vuelve a Rosario en 2013", concluyó.