La dramática ausencia del presidente venezolano en los primeros compases de su cuarto mandato, que le costó sangre, sudor y lágrimas ganar en octubre, ha abierto de golpe el telón para el primer ensayo general del chavismo sin Hugo Chávez.
La dramática ausencia del presidente venezolano en los primeros compases de su cuarto mandato, que le costó sangre, sudor y lágrimas ganar en octubre, ha abierto de golpe el telón para el primer ensayo general del chavismo sin Hugo Chávez.
En el centro de la escena, el vicepresidente Nicolás Maduro interpreta el difícil rol de sucesor en ciernes capaz de gobernar y mantener la unidad revolucionaria, mientras el líder socialista convalece en Cuba tras la cuarta cirugía desde que le detectaron un cáncer en junio de 2011. El delicado estado de salud de Chávez, que le impidió acudir a su propia toma de posesión el 10 de enero, parecía empujar al oficialismo hacia una rápida convocatoria a elecciones siguiendo la ruta prevista en la Constitución. Pero, con todo a favor para reeditar los aplastantes triunfos de las elecciones presidenciales y las regionales de fin de año, Maduro ha optado por esperar el retorno del mandatario todo el tiempo que sea necesario.
"Más temprano que tarde vamos a tener al presidente de nuevo en Venezuela", es el mantra con el que el vicepresidente delinea una estrategia emotiva y audaz, pero minada de riesgos. El resultado de este experimento dará la primera pista sobre si el chavismo estará preparado para el desafío de sobrevivir a su jefe y fundador, epicentro político de una fuerza que agrupa a radicales de izquierda, socialistas pragmáticos, militares conservadores y a no pocos oportunistas. Si el mandatario efectivamente regresa en las próximas semanas y asume su cargo, la experiencia habrá sido positiva para el oficialismo y, sobre todo, para Maduro.
En su nombre.Gobernar "en el nombre de Chávez" podría servirle para consolidarse como nuevo centro de poder, limar las diferencias internas que generó su nombramiento y ganar confianza entre las bases como máximo ejecutor de los planes sociales. Pero si la "ausencia indefinida" se extiende demasiado podría complicar el cuestionado ensayo de la sucesión. El paso de los meses amenaza con diluir el impulso político del oficialismo y dar algo de oxígeno a la oposición, además de agotar el margen para prorrogar decisiones difíciles que podrían desgastar prematuramente el liderazgo de Maduro.
Y mientras la enorme sombra de Chávez se proyecta sobre todos los hombres del gobierno, en Venezuela crece la sensación de que tarde o temprano habrá que ir de nuevo a las urnas. "Es obvio que existe una transición, la duda es, ¿cuánto va a durar?", afirma Luis Vicente León, de la firma Datanálisis.Sin el carisma apasionado del jefe, ni su monolítico control sobre las heterogéneas facciones civiles y militares del oficialismo, Maduro encara el prólogo de la Venezuela sin Chávez con un guión signado por un espinoso panorama financiero y el difícil reacomodo del elenco de poder en el país petrolero.
El dilema del vicepresidente —quien pese a acumular seis años como diputado y seis como canciller, carece de experiencia en gestión política estatal o municipal— está entre asumir el riesgo de no actuar o el de tomar acciones que puedan irritar al electorado o generar fricciones en la cúpula del gobierno.
Economía, talón de Aquiles.La economía exige acciones cada vez más drásticas, como una devaluación que facilite abastecer al país de bienes esenciales o el recorte del gasto público para limar el creciente déficit fiscal, mientras la petrolera estatal PDVSA está al límite de su esfuerzo y persiste el enfrentamiento con elsector económico privado, debilitado por una década de férreos controles de divisas y precios.
Hasta el momento el chavismo ha reaccionado con instinto de supervivencia, dejando de lado las diferencias personales para superar la ausencia del "comandante" bajo el mando de una influyente terna liderada por Maduro, el jefe del Legislativo, Diosdado Cabello, y el ministro de Petróleo, Rafael Ramírez. "Nosotros mismos estamos sorprendidos de lo bien que se están llevando los tres. Se han reunido, cosa que no había ocurrido nunca", dijo una fuente cercana al triunvirato. Las efusivas muestras públicas de afecto entre las primeras espadas vienen tras años de relaciones frías y distantes, marcadas por diferentes intereses y de visiones sobre el futuro.
Irreemplazable.Chávez ha sido la clave para mantener el equilibrio entre sus aliados y absorber el impacto de las decisiones económicas impopulares y la alta inflación —diciembre arrojó el dato más alto en 33 meses— o la alarmante violencia —cifras no oficiales apuntan a un récord de 21.000 asesinatos en 2012. "Pero, ¿y el día que él no esté?", llevan años preguntándose las corrientes más críticas del chavismo sobre los riesgos del hiperpresidencialismo venezolano.
Ahora, el país se asoma con vértigo a ese día. Para los venezolanos, los casi 50 días de inédito y tenso silencio desde que desapareció Chávez en un quirófano cubano el 11 de diciembre, son sin duda el mejor diagnóstico de la delicada condición presidencial, complicada por una severa infección respiratoria que el gobierno asegura fue controlada."Chávez presenta una incapacidad inmune producto de la quimio y la radioterapia que le dificulta superar la infección, lo que lo ha mantenido en un sufrimiento respiratorio", dijo una fuente cercana al equipo médico del mandatario. Aunque salga airoso del postoperatorio, difícilmente volverá a ser el mismo líder hiperactivo y omnipresente que durante 14 años acaparó todas las decisiones políticas, económicas e ideológicas de "la revolución".
Partes y rumores.Desde hace semanas, el país vive entre unos partes médicos oficiales casi telegráficos y los rumores que, avivados por la ausencia de fotos, llamadas o cualquier otra "prueba de vida", describen con todo lujo de detalles a un Chávez terminal. Con la oposición dividida sobre cómo enfrentar la crisis y la región en paciente espera de los acontecimientos, la presión podría venir desde el propio oficialismo, donde los gestos de preocupación, las voces rotas y los ojos anegados en lágrimas de sus líderes han llegado a sembrar el desconcierto. "Total y absurdo secreto, incluso con la dirección nacional del partido. Pero la sensación general es que el cáncer es una gran amenaza", dijo una fuente oficialista.
Los analistas creen que, llegado el caso, su muerte desataría un torrente emocional que asegura al sucesor un decisivo caudal de votos en casi cualquier escenario. Pero el tiempo irá dejando cada vez más patente el agravio comparativo entre el comandante y su heredero político. "¡Exijo lealtad absoluta!", grita Chávez en un emotivo video que el canal estatal emite varias veces al día. "Porque yo no soy yo, ¡yo soy un pueblo, carajo!", reverbera su voz profunda mientras se funde con un trágico fondo musical.