Bangkok.— El primer ministro tailandés se libró ayer a duras penas de un
ataque y la violencia callejera estalló en todo Bangkok, cuando manifestantes opositores se
apoderaron de colectivos y rodearon con gesto triunfal los vehículos militares, en abierto desafío
al gobierno que declaró el estado de emergencia. El caos generado en los últimos días por las
protestas obligaron el sábado a suspender la cumbre de la Asociación de Naciones del Sureste
Asiático (Asean).
Medio centenar de opositores, conocidos como "camisas rojas" y seguidores del ex
primer ministro Thaksin Shinawatra, irrumpieron ayer en el Ministerio del Interior para buscar al
actual jefe de gobierno, Abhisit Vejjajiva, que había decretado antes el estado de excepción.
Algunos atacaron el vehículo en el que viajaba el premier y otros funcionarios, y golpearon a los
conductores que los insultaron. La policía apostada cerca del lugar se negó a intervenir.
Por lo menos 10 intersecciones fueron ocupadas por los manifestantes, que
utilizaron colectivos para levantar barricadas en varias carreteras principales, ocasionando
enormes embotellamientos de tránsito.
El estado de emergencia impide que se realicen reuniones de más de cinco
personas y prohíbe los reportes noticiosos que sean considerados una amenaza al orden público.
Además, permite que el gobierno convoque al ejército para controlar el desorden.
Fuera de control. Sin embargo, hubo indicios de que el gobierno quizá no pueda
contener las protestas. Los reporteros de la agencia Associated Press vieron cómo los manifestantes
se encaramaron a dos o tres tanques blindados estacionados frente a un centro comercial en el
centro de Bangkok, agitando banderas en señal de triunfo. Una anciana subida en uno de los
vehículos gritaba "!Democracia!" antes de que los manifestantes ordenaran a los soldados que
trasladaran los vehículos de regreso a un cuartel.
"Es un caos total. Da miedo y los militares no hacen nada. ¿Quién puede
garantizar nuestra seguridad?", dijo el turista Martin Liu, de 36 años, que se encontraba cerca de
los vehículos blindados.
Los manifestantes del Frente Unido para la Democracia sostienen que el gobierno
de Abhisit, formado hace cuatro meses, subió al poder ilegalmente y desean nuevas elecciones.
Además acusan a la elite del país —los militares, el poder judicial y otros funcionarios no
elegidos— de minar la democracia al interferir en la política.
"Momento dorado". El ex primer ministro Thaksin Shinawatra, quien se mantiene en
contacto con sus combativos seguidores desde el exilio, dijo ayer que este es el "momento dorado"
para levantarse contra el gobierno. También repitió su llamado para una "revolución del pueblo" y
dijo que estaba listo para volver a Tailandia a liderar un alzamiento del pueblo si había un golpe.
Tailandia ha sufrido 18 golpes de Estado desde 1932.
Por su parte, el coronel Sansern Kaewkamnerd dijo que los soldados y la policía
fueron emplazados en más de 50 puntos clave de Bangkok, incluyendo las estaciones de trenes y
colectivos. Y agregó que la presencia militar no es un indicio de un inminente golpe de Estado.
"El gobierno decidió imponer el estado de excepción porque queremos que el país
vuelva a la normalidad", dijo Abhisit en la televisión nacional. "El gobierno utilizará cada vía
para evitar más daños. Le pido a la gente que apoye al gobierno para restaurar el orden en el
país", señaló.
Días cruciales. La acción de Abhisit surge un día después de que los
manifestantes contra el gobierno irrumpieran en un hotel de Pattaya donde se realizaba la cumbre de
la Asean y obligaran a su cancelación. Los mandatarios asiáticos debieron ser evacuados en
helicóptero por cuestiones de seguridad.
Abhisit habló en la televisión ante el temor de que el país podría enfrentar una
mayor violencia en los próximos días. "Los próximos tres o cuatro días serán cruciales para que el
gobierno demuestre su capacidad para restaurar la paz y el orden en el país", dijo el
mandatario.