"La Copa Argentina se juega todos los años y un torneo con 10 ascensos se da una vez en la vida". Varias voces consultadas coincidieron en esto que se comenta puertas adentro en Argentinos Juniors. El hecho de estar a dos partidos de lograr un título y también de la clasificación a la próxima edición de la Copa Libertadores es un dato no menor, pero por estos días no hay nada más importante que obtener el pasaporte a la máxima categoría del fútbol argentino.
El Bicho hoy está fuera de la zona de ascenso por un gol (el último clasificado es Boca Unidos). Y la cosa puede empeorar el miércoles, si Aldosivi supera a Douglas Haig. De ganar, desplazaría a correntinos y a bichitos por dos puntos.
Nadie se la juega por la Copa Argentina, más allá de que la mayoría de los jugadores (entre ellos Riquelme) dijeron que quieren estar. Lo cierto es que la inversión se hizo para lograr el ascenso.
Hasta aquí la importancia que se le dio a la Copa Argentina se dio por cuestiones muy puntuales. Contra Racing (octavos de final) tenía fecha libre y por eso Borghi pudo poner lo mejor que tenía. Ante Estudiantes de Caseros (cuartos), el ex DT puso todo porque se jugaba el puesto. El equipo ganó por penales, pero después el Bichi terminó yéndose. La instancia en la que se encuentra es más que tentadora, pero las voces coinciden en que el gran objetivo es lograr el ascenso.
Un Bicho expeditivo
¿Qué es Argentinos Juniors como rival? Un equipo que reviste cuidado, sobre todo si tiene a Juan Román Riquelme. Pero no se presenta como un oponente para temer. El presente del Bicho lo dice todo. Es que hoy se encuentra fuera de la zona de ascenso, siendo relegado del último lugar que clasifica a primera por Boca Unidos (por diferencia de gol), con tres partidos más por disputarse. De allí también las incógnitas sobre lo que hará Néstor Gorosito, ante todo tras la derrota del sábado en Mar del Plata, ante Aldosivi, con la que quedó complicado para lograr el pase a la máxima categoría. De lo que no hay dudas es que este momento del Bicho es muy distinto al que vivía bajo la tutela de Claudio Borghi. Es cierto que viene de perder, pero con la llegada de Pipo la cosa cambió sustancialmente.
Realizar una mirada relativamente profunda sobre el juego que viene ofreciendo Argentinos es hacer un quiebre en lo que era el equipo antes de Borghi y después de la partida del Bichi y la llegada de Gorosito. En la primera etapa la figura de Riquelme tenía una incidencia marcada. Todo el juego pasaba por sus pies. Con el arribo de Pipo la cosa se mantuvo en esa sintonía, pero con algunos cambios, en especial a la hora de quitarle cierta responsabilidad al enganche.
Desde los resultados la cosa es fácilmente demostrable. En cuatro partidos, el equipo cosechó nueve de los 12 puntos en disputa. ¿Qué hizo Gorosito? Trató de rodear mejor a Riquelme en los dos encuentros que estuvo el enganche, ya que los restantes no los disputó por lesión. Le puso jugadores muy cerca para que absorbieran en parte la marca del rival. Uno de ellos es Reinaldo Lenis. El otro Juan Ramírez. Pero la apuesta no fue sólo en cuanto a nombres, sino en lo que tiene que ver con los posicionamientos. Gorosito entendió que poner a Riquelme como único responsable del armado podía ser un arma de doble filo.
Claro que con Román en cancha para el equipo es una tentación basar su juego en la figura del “10”. Igualmente, hoy hay una predisposición a ser un equipo más vertical que el de antes.
El juego propiamente dicho no escapa a las generales de la ley de lo que habitualmente se muestra en la B Nacional. No hay un trato vistoso ni fluido. Sí aparecieron algunas excepciones, como lo fue el choque en Corrientes, ante Boca Unidos, cuando Riquelme manejó los hilos en la goleada 4 a 0. La idea era que tuviera un poco menos la pelota pero cuando lo hiciera fuera más punzante, por eso la aparición de algunos jugadores para quitarle cierto grado de responsabilidad. Hay más verticalidad y una mayor generación de situaciones.
Borghi era de cambiar muchas piezas de un partido a otro. Gorosito es más cauto. Apostó por un equipo base y sólo cambió cuando se vio obligado a hacerlo, por ejemplo en el choque en Mar del Plata, con la baja de Riquelme por lesión.
¿Antes? Hubo una “Riquelmedependencia”, argumentan muchos de los que siguen al Bicho de cerca en todo su periplo por la B Nacional. Borghi basó el juego del equipo en él. Y en el fútbol que podía darle también Cristián Ledesma, algo que se mantuvo con Gorosito. Pero el Lobo viene de una lesión y no se sabe si reaparecerá ante Central. En lo que tiene que ver con la experiencia, el Bicho descansa mucho en el aporte de Matías Caruzzo en defensa.
Lautaro Rinaldi hoy es una de las principales armas en la ofensiva. Convirtió en tres de los últimos cuatro partidos. En ese rubro, el Bicho tiene una particularidad. No hay ninguno que se muestre implacable en el arco rival. Rinaldi, Gonzalo Castillejos y el propio Riquelme, con tres tantos, son los máximos artilleros.
Hasta aquí intentó marcar la diferencia en cuanto al juego. Básicamente se trata de un equipo que intenta moverse con la pelota por el piso. Ni hablar cuando tiene a Riquelme. Así funcionaba con Borghi, lo mismo que con Pipo, por ahí pisando el acelerador más que antes. Claro que ahora la cosa puede ser distinta. No es un dato menor que se trate de 90 minutos a todo o nada, en lo que el resultado es lo que determina el avance a la próxima instancia o quedar fuera de la competencia. Sí es insoslayable que se trata de un equipo de una categoría inferior y que pelea denodadamente por otro objetivo.