El balance del Vasco
Con la finalización del torneo Apertura los ánimos se calmaron y, obviamente, comienzan los
balances. Pero no sólo desde lo deportivo, sino también en el plano institucional. Pero claro, con
la campaña que realizó Rosario Central de la mano de Ariel Cuffaro Russo es hoy lo que más se
realza. Casi como una anécdota se recuerda la decisión que tomó la dirigencia de apostar a un
entrenador de la casa y, sobre todo, a los jugadores surgidos de la cantera. Y todo por los 31
puntos logrados. "
16 de diciembre 2009 · 01:00hs
Con la finalización del torneo Apertura los ánimos se calmaron y, obviamente,
comienzan los balances. Pero no sólo desde lo deportivo, sino también en el plano institucional.
Pero claro, con la campaña que realizó Rosario Central de la mano de Ariel Cuffaro Russo es hoy lo
que más se realza. Casi como una anécdota se recuerda la decisión que tomó la dirigencia de apostar
a un entrenador de la casa y, sobre todo, a los jugadores surgidos de la cantera. Y todo por los 31
puntos logrados. "Nosotros tomamos una decisión y sabíamos que se corrían riesgos", tiró Horacio
Usandizaga en el mano a mano que mantuvo con Ovación. "Es algo que venía explicando en mis
discursos preelectorales, el hecho de que Central tenía que jugar con sus valores de la divisiones
inferiores. Teníamos que volver al Central de otros años", apuntó. Y todo esto tuvo, según el
Vasco, una consecuencia obvia: "Ahora hay un vestuario sano".
"Por eso se armó el cuerpo técnico con Cuffaro Russo y toda gente de Central. De
los once jugadores que entraron a la cancha con Vélez, ocho se hicieron en el club", se ufanó el
presidente auriazul. Y agregó: "Hoy tenemos un buen vestuario, un equipo muy solidario, que corre y
que hizo una excelente campaña. Llegó al objetivo que nos habíamos fijado (30 puntos). Y si Central
hubiese tenido un poco más de suerte y hubiera errado menos goles, hubiera terminado todavía más
arriba".
—Tras el alejamiento de Russo, usted tenía en carpeta primero a Bauza y
después a Kempes. ¿Lo sorprendió lo que logró Cuffaro?
—A mí no me disgustaba ni Russo ni Bauza, pero en ese momento sostuve que
Central no podía pagar lo que ellos pretendían. Eran técnicos capaces pero que no estaban al
alcance de la economía del club. Mejoramos mucho pero este no es un club que esté holgado en lo
económico. Esto lo tendrían que saber los centralistas, hace dos años y un mes que estamos
administrando y hemos hecho milagros para sacarlo del pozo en el que estaba.
—Entonces la cosa quedó entre Kempes y Cuffaro.
—Por una cuestión económica no podíamos traer técnicos de envergadura. En
ese momento, la dupla que me gustaba a mí era Kempes y Cuffaro como ayudante de campo. Y cuando lo
de Mario se cayó yo recibí bien lo de Ariel.
—¿No fue por descarte?
—No. Yo no quería proponer directamente a Cuffaro Russo porque ya había
tenido un problema, y me había equivocado con otro centralista joven como Vitamina Sánchez. Esa
experiencia no salió bien. Pensaba que me iban a salir al cruce porque llamaba al técnico de la
cuarta y le podía quedar grande la primera. Cuando lo propusieron a Cuffaro en comisión directiva y
vi que todos estaban de acuerdo yo también acepté. No quería tomar la responsabilidad de proponer
como técnico a alguien que a lo mejor en la mirada de muchos podía ser muy riesgoso. Y hoy estoy
muy satisfecho con Cuffaro. No por los 31 puntos, sino por cómo maneja el fútbol y por el cuerpo
técnico que formó. Este es un buen grupo y cuando se juntan las buenas personas es muy factible que
salga todo bien. Si hay alguna manzana podrida pudre las otras manzanas.
—¿Antes había manzanas podridas?
—Había problemas. Yo alcancé a percibir algunos. Además eso me lo dio a
entender con otras palabras, de una manera mucho más elegante, Merlo. Mostaza fue una persona que
no era de cepa centralista pero siempre me cayó muy bien y antes de irse me dijo que había
problemas de vestuario, que algo que no funcionaba. Es que a veces hay pequeños celos, rencillas y
eso hace que las cosas no funcionen a pleno. Tampoco es bueno que los liderazgos se repartan. Ahí
germinaba algo que no era bueno.
—¿Hoy el vestuario está sano?
—Creo que sí. No convivo con los jugadores pero alcanzo a percibir una
gran camaradería y eso se refleja en la cancha.
—¿El grito de "vamos los pibes" los unió a todos?
—Sí, y la gente se dio cuenta.