Trece años, remera de The Police, una que mezcla flogger, emo y pibe de barrio.
La noticia de que tendrá que ir a clases hasta el 12 de diciembre "aunque no se lleve materias" lo
deja sin palabras y sólo quita la vista de su Nesquik para preguntar "¿por qué?".
No es difícil imaginar que la misma pregunta se multiplicaría desde ayer por la
mañana a lo ancho de la provincia entre chicos y docentes.
El primer argumento es claro: cumplir con el calendario escolar fijado hasta el
12 de diciembre para todos los niveles, excepto el nivel superior; una medida ligada a dar lugar a
la ley que marca un piso mínimo de 180 días de clases para todo el país.
La razón es buena. No el empeño en cumplir a cualquier costo con un calendario
que, desde el mismo momento en que se diseña, se sabe que no se alcanzará.
Varias veces la Ctera advirtió que afectan más los problemas de infraestructura
que los conflictos gremiales a la hora de contar qué pasa en los ciclos escolares.
Pero si se trata de sumas y restas, calculemos: el calendario santafesino se
extiende en 184 días desde el 3 de marzo al 12 de diciembre. Si se le restan los 6 paros
provinciales, el paro nacional del martes pasado y la jornada institucional de junio, los días
efectivos alcanzan a 176; y en Rosario a 174 (hubo un paro local en abril en el aniversario de la
muerte de Fuentealba y doble feriado por el 20 de junio).
Y, en proyección al 2009, se puede preguntar sobre el avance de la ley de
paritarias para que el ciclo del próximo año comience sin conflictos. Aunque como bien ironizó una
maestra en una de las asambleas gremiales al decir que "las paritarias para los docentes ya se
parecen a la autopista a Córdoba, por la cantidad de veces que se anunció", la verdad es que el
proyecto del Ejecutivo es una buena herramienta para cambiar la relación con los gremios, a través
de una mesa de diálogo concreta. Sin embargo, desde que el proyecto ingresó, a las 13 horas del 9
de septiembre pasado a la Cámara de Diputados, mucho más no se sabe.
Claro, no todo pasa por los números para hablar de chicos en las aulas y
aprendiendo. La Unesco ha definido a los sistemas educativos latinoamericanos como expulsivos y
selectivos. Y tiene razón: basta recordar a los alumnos repitentes a quienes se les niega la
inscripción al año siguiente en la misma institución por esa condición o bien a aquellos padres con
niños discapacitados que deambulan escuela por escuela tratando de hacer valer el derecho a la
integración.
Y si se trata de analizar la normalidad del desarrollo de la enseñanza los
interrogantes también ligados a la calidad siguen. ¿Por qué las horas de educación física comienzan
en muchas escuelas con suerte en abril y terminan a finales de octubre? ¿Por qué si deben
trasladarse los chicos en contraturno hasta un centro de educación física –no siempre tan
cercano– el tiempo de dictado se reduce a media hora?
¿Qué pasa con esas escuelas que aún esperan contar con todas las áreas
artísticas para garantizar una educación integral? ¿Qué lugar ocupan estas disciplinas, el deporte
y la recreación si sólo se tienen en cuenta para "rellenar" espacios donde no se sabe qué hacer con
los chicos?
¿Y qué ocurre con las materias no dictadas por falta de reemplazantes? El lunes
pasado un curso de una escuela secundaria céntrica de Rosario batió el récord de horas libres:
ningún profesor asistió a clases ese día.
Sin dudas, el cumplimiento de los 180 días es algo más complejo que contar días
en el almanaque.