Cuauhtémoc Cárdenas es una figura de primer orden de la política latinoamericana de las últimas tres décadas. En 1988 ganó las elecciones presidenciales de México al frente de su Partido de la Revolución Democrática (PRD). Pero cuando iba al frente del escrutinio "se cayó el sistema" y al reponerse este se imponía el candidato del gobernante PRI, Carlos Salinas de Gortari. Años después, en 1997, Cárdenas fue el primer alcalde del Distrito Federal elegido por el voto popular. El PRD gobierna "el DF" en forma continuada desde entonces. Cárdenas vino a Rosario en su carácter de encargado de las relaciones internacionales de la capital mexicana, invitado por la municipalidad de Rosario y el gobierno de la provincia. Después de reunirse con la intendenta Mónica Fein y el ministro de Gobierno, Rubén Galassi, Cárdenas visitó La Capital para conceder la entrevista que sigue.
—Rosario tiene una administración que se juzga generalmente buena pero en el último año ha sufrido una crisis política por el avance del narcotráfico. Usted viene de México ¿tiene algún consejo para dar que acá pueda ser útil?
—No podría dar consejos sobre cómo enfrentar el narcotráfico, es cuestión de especialistas, pero puedo decir que no es algo aislado, sino que está relacionado con cuestiones sociales e internacionales, como la situación económica del entorno. Y se tiene que actuar en todos estos aspectos. Dar mejor educación, tomar mejores medidas preventivas, y tomar la reacción internacional necesaria para lograr acciones allí donde se produce la droga.
—En Brasil se está dando ahora mismo una ola de protestas que tomó por sorpresa a todos. Usted, como ex administrador de una gran ciudad, ¿cómo interpreta el fenómeno?
—A las reacciones sociales uno sabe qué las puede producir, pero nunca sabe cuándo. Lo que tiene que hacerse es atender el reclamo social, que es lo que se está haciendo en Brasil al bajar el costo de los pasajes y con la reacción de la presidenta Dilma, que valida la protesta. Y eso quiere decir que habrá sensibilidad del gobierno para dar una respuesta positiva a esta protesta.
—¿No cree que hay cansancio, o que la sociedad demanda más que antes después de 10 años de gobierno del PT?
—Seguramente sí, porque han cumplido, han dado más a la sociedad de lo que daban los gobiernos anteriores y en ese sentido la demanda sube. (Los brasileños) no habrían tenido lo que hoy tienen sin los gobiernos del PT.
—En México volvió el PRI a la Presidencia luego de dos períodos del PAN. El presidente Enrique Peña Nieto llega con un planteo modernizador de aquel viejo partido que usted padeció en carne propia. ¿Cómo ve a este nuevo gobierno?
—El gobierno tiene 6 meses, pero no percibo cambios mayores todavía. No sabemos todavía cuál es el rumbo que tomará, aunque ha anunciado medidas en el combate a la pobreza, pero hasta ahora han sido más declaraciones que cambios concretos. Ha anunciado también un cambio en la manera de enfrentar a la delincuencia organizada, que también son más declaraciones que cambios concretos. Se sigue atacando a la delincuencia con las FFAA, en algún caso con presencia masiva del ejército. No sabemos si esto vendrá acompañado de otras medidas en el terreno social y económico.
—Peña Nieto rompió relaciones con la titular del sindicato de maestros, que fue detenida.
—Creo que es un caso aislado. En México no lo vemos como una medida real contra la corrupción sindical, sino una cuestión personal. El sindicato de maestros sigue controlado por una cúpula que tiene los mismos vicios que la dirección anterior y no es que se está actuando contra otras cúpulas sindicales que podrían tener esos mismos vicios. No es un enfrentamiento de la corrupción sindical, sino de enfrentamiento personal. No marca ni una democratización ni una limpieza de la vida sindical.
—Otro punto al que Peña Nieto da mucha importancia es la inversión extranjera privada en hidrocarburos ante la parálisis de Pemex...
—Estamos porque se respete lo que hasta hoy marcan la Constitución y la ley. Hay actividades exclusivas reservadas al Estado, como la exploración y la explotación, la refinación y la venta "de primera mano". Pero ya desde los años 90 se abrió la inversión privada en petroquímica básica, y sin embargo no ha habido inversión allí, como tampoco en construcción de ductos, que se abrió más recientemente. La sola apertura y el cambio de la ley no son suficientes para estimular la inversión.
—Recientemente se firmó la Alianza del Pacífico entre México, Colombia, Perú y Chile. ¿Esto es bueno para México?
—Es muy reciente este "arco del Pacífico". Algunas opiniones dicen que puede ser una medida en contra de proyectos de integración como la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) o la Unasur. Vamos a ver en la práctica qué quiere decir, si es mayor presencia (norte)americana en los países que forman el arco del Pacífico o si realmente es una diversificación con los países asiáticos.
—El Nafta está por cumplir 20 años. ¿Qué balance hace de esta área de libre comercio con EEUU y Canadá?
—Fue un acuerdo mal negociado, apresuradamente, se quiso a cualquier costo. En la parte agrícola, hubo una apertura indiscriminada que afectó a los productores mexicanos. Los 4 o 5 años previos a la entrada en vigor del acuerdo, en enero de 1994, no se aprovecharon para modernizar las estructuras productivas del país. Como dato positivo hubo una fuerte elevación de las exportaciones mexicanas, aunque muchas de esas ventas son un intercambio entre las propias empresas. No ha habido un esfuerzo para integrar cadenas productivas, lo que ha sido una falla del Nafta. Por ejemplo, 10 años antes del Nafta el 80 y tantos por ciento de los insumos de las exportaciones eran nacionales; cuando se firma el acuerdo, con una cierta apertura en los años previos, ya estaba en 40 por ciento, y hoy el contenido nacional es del 25 por ciento. O sea que ha habido un efecto de desindustrialización que ha provocado el Nafta.
—¿Cuál es su análisis como político de izquierda democrática del fenómeno chavista y más en general bolivariano? ¿Son aliados o son adversarios con valores autoritarios?
—Yo lo veo como decisiones de los propios pueblos. Venezuela ha votado a Chávez y ahora a Maduro; Bolivia a Evo, Brasil al PT. Son decisiones internas que a mí me muestran que esos gobiernos han cumplido en alguna forma las expectativas de sus electores.