A Pablo Esteban Alvarado lo buscaban para matarlo. Y el miércoles, a la hora de la siesta, dos hombres en moto lo encontraron y lo ejecutaron. Fue en un pasillo contiguo a su casa de Riccheri al 500, en el barrio Garibaldi de Fray Luis Beltrán. "Paly", como se conocía a la víctima, estaba en la vereda junto a un amigo cuando ante ellos se detuvo una moto de baja cilindrada. Casi de inmediato resonaron dos estruendos de una pistola. Paly corrió entonces por el pasillo y se refugió en el departamento de un vecino que dormía. Pero el acompañante se bajó de la moto y sin sacarse el casco lo corrió. Ingresó detrás de él a la vivienda y lo ejecutó de al menos cuatro disparos.
Una saga letal. Para intentar comprender el final de Paly Alvarado, de 21 años, hay que recordar una serie de homicidios ocurridos en los últimos cuatro años en el Cordón Industrial norte de Rosario.
En ese marco, el miércoles Paly cumplía arresto domiciliario por su vínculo como principal sospechoso del asesinato de un hombre cuando aún era menor de edad, el 17 de enero de 2012 en el barrio Copello de Capitán Bermúdez. La víctima de ese homicidio era tío de "El gordo Brian" González, señalado como el ejecutor de los tiros que terminaron con la vida de la promotora Analía "Any" Rivero, ultimada el 2 de noviembre de 2014 a las puertas del boliche Stone, en Capitán Bermúdez, desde un auto que pasó por el lugar.
Por el crimen del tío de El gordo Brian, Paly estuvo detenido junto a su padrastro, apodado "El manco". En principio el hombre se hizo cargo del crimen pero luego una pericia determinó que la persona que disparó lo había hecho con la mano derecha, algo que El manco no podía haber hecho porque la había perdido en un accidente. Por eso el hombre fue liberado hace tres meses y el foco de la acusación recayó sobre Alvarado, quien quedó a disposición del juzgado de Menores de San Lorenzo acusado de homicidio agravado por la participación de un menor.
En la puerta. Alvarado vivía en Ricchieri al 500, en una barriada humilde con calles de tierra. El lunes pasado una dotación de la División Judiciales de la Unidad Regional XVII, con sede en San Lorenzo, realizó una visita a ese domicilio para constatar que Paly cumpliera con el arresto domiciliario al que estaba sometido. Pero cuando la policía llegó el muchacho no estaba. Y eso fue denunciado al juzgado de Menores, lo que motivó la emisión de una orden de captura. Pero no sólo la policía seguía los pasos de Alvarado.
"No es la primera vez que pasaban y lo tiroteaban. La diferencia esta vez fue que el que disparó lo persiguió y lo remató", relató una de las doñas de la cuadra. El asesinato de Paly sumió a los vecinos en un completo silencio, pero a regañadientes se pudo reconstruir que el miércoles, pasadas las 15.30, el muchacho y un amigo estaban sentados en la vereda del quiosco familiar. Fue entonces que una moto de 110 centímetros cúbicos sobre la que iban dos hombres con casco, algo inusual en la zona, se les estacionó frente a la narices. Y el acompañante, sin que mediaran palabras, comenzó a dispararles. Los dos primeros tiros pusieron en fuga a los amigos que estaban desarmados.
Pero el objetivo del ataque era Paly Alvarado. El pibe corrió por el pasillo y quien iba de acompañante en la moto dejó el rodado y lo persiguió. El muchacho se metió en la casa de un vecino que dormía la siesta y su ejecutor entró atrás. Mano a mano con la muerte, Alvarado intentó ponerse de costado para evitar el impacto directo de los plomos. Un sólo balazo le perforó el brazo izquierdo y el tórax a la altura de la axila. El proyectil dejó su marca de salida por la espalda. Los otros impactos los recibió en una pierna y el abdomen. Mientras el olor a pólvora inundaba el ambiente, el agresor se subió a la moto roja y negra y huyó.
Ira familiar. Fue cuestión de segundos hasta que la familia Alvarado llegó a la escena del crimen. Levantaron del piso a Paly que aún agonizaba y lo trasladaron en un auto particular hasta el centro de salud "Juan Bautista Cairo". Pero esas cuatro cuadras, hasta la esquina de Presidente Perón y San Lorenzo, fueron demasiadas para el pibe. La noticia de su muerte desató una batahola fuera del centro asistencial. La bronca la gente la descargó contra una ambulancia Mercedes Benz Sprinter del Sies, con equipamiento de alta complejidad y destinada a fortalecer el sistema de red provincial de emergencias y traslados. el vehículo sólo tenía cinco meses de uso. Un ladrillo arrancado de los canteros terminó rompiendo parcialmente el parabrisas.
El asesinato es investigado por el fiscal de San Lorenzo Leandro Lucente, quien comisionó a efectivos de la seccional 4ª de Fray Luis Beltrán y a la Policía de Investigaciones (PDI). A excepción del robo, el fiscal mantiene todas las hipótesis bajo investigación, fundamentalmente el crimen por venganza.
Lo buscaban desde hace una semana y lo hallaron con un tiro en la cabeza
El cuerpo de Darío Sebastián Fernández, de 22 años, fue hallado la noche de miércoles en avanzado estado de descomposición en las afueras del barrio Rucci, en medio de una zona descampada cercana a la autopista a Santa Fe. En las primeras horas no se lo pudo identificar merced al deterioro que había sufrido y entonces los pesquisas tomaron como primeros elementos de trabajo una serie de tatuajes que el joven tenía en gran parte de su cuerpo. La causa de la muerte, según la autopsia, habrían sido varios disparos en la cabeza realizados con un arma de bajo calibre.
Según fuentes policiales, el cadáver tenía desprendimientos y en partes de las extremidades las heridas dejaban apreciar parte de la estructura ósea debido al accionar de alimañas y el paso del tiempo. Su familia, dijeron los pesquisas, habían denunciado su desaparición el sábado 28 de noviembre a la tarde.
El cuerpo pareció en Pasaje 1329 al 4500, en inmediaciones de la cabecera de la autopista a Santa Fe y la primera evaluación que hizo el médico forense en el lugar le permitió detectar una herida de bala en el parietal izquierdo. Sin embargo no se encontró ningún tipo de arma en las inmediaciones.
La familia del joven vive en Miller al 1300, en el barrio Casiano Casas, y la tarde de ayer aguardaban que les entregaran el cuerpo desde el Instituto Médico Legal para su velatorio. El hermetismo impactaba. "No sabemos nada, nada", dijo uno de los amigos del muchacho que se encontraba en la puerta de la casa de los Fernández tomando cervezas con otros amigos. Y en la misma puerta de la vivienda, integrantes de la familia negaron que el joven haya vivido allí y otros argumentos para no tomar contacto con LaCapital.
La investigación quedó a cargo de personal de la seccional 34ª y la Policía de Investigaciones bajo la tutela del fiscal Pablo Pinto.