Los vestigios de la guerra contra drogas que hicieron de Miami un lugar notable por su violencia y contrabando en la década de 1980, están siendo arrasados, y sus nuevos dueños ansiosamente han inspeccionado las ruinas en busca de los últimos rastros del reinado de Pablo Escobar.
Ayer comenzó la demolición de una mansión de color rosa, ubicada frente al mar en Miami Beach, que fue propiedad del capo colombiano hasta que el gobierno estadounidense la incautó en 1987. Escobar falleció en un enfrentamiento con la Policía Nacional de Colombia en 1993.
"Me emociona ver cómo desaparece ante nuestros ojos la casa del demonio", dijo el nuevo dueño de la propiedad, Christian de Berdouare, quien es propietario de la cadena de comida rápida Chicken Kitchen.
"Este fue el mayor criminal en la historia del planeta. Quisiera estar asociado con algo más optimista, pero es parte de la ciudad", comentó.
Pese a que la mansión estaba registrada bajo el nombre de Escobar, se desconoce si pasó algún tiempo en Miami Beach.
En la cúspide de su reinado, Escobar fue uno de los hombres más ricos del mundo, con un cártel que distribuyó la gran mayoría de la cocaína introducida a los Estados Unidos.
El recientemente recapturado narcotraficante mexicano, Joaquín "El Chapo" Guzmán, siguió con la expansión de Escobar y diversificó el negocio de la cocaína con otras drogas, incluyendo metanfetaminas, heroína y marihuana.
Con casi 603 metros cuadrados, la mansión de cuatro recámaras construida en 1948 hubiera sido un lugar modesto para el Rey de la Cocaína, cuya fortuna ascendía a miles de millones de dólares.
El vecindario rodeado por palmeras alberga a residentes como Barry Gibb, vocalista de los Bee Gees, y otras celebridades que han construido enormes residencias detrás de los elevados muros.
La casa tiene un acceso sin restricciones a la bahía Vizcaína, cerca de los rascacielos de la ciudad. Un antiguo vecino le dijo a De Berdouare que recuerda haber visto a menudo lanchas rápidas que llegaban y salían a la vivienda en forma subrepticia.
También recuerda ruidosas fiestas y a un hombre de bigote que viajaba acompañado de una flota de vehículos y hombres armados.
"Creo que utilizaban un vecindario residencial como fachada para sus actividades ilícitas", señaló De Berdouare.
Sin conocer la historia de la casa antes de adquirirla en mayo de 2014 por 9,65 millones de dólares, la esposa de De Berdouare insistió en que un sacerdote católico bendijera la propiedad antes de iniciar los planes de modernizarla.
La pareja también contrató a buscadores de tesoros profesionales y a una producción de documentales para que inspeccionaran la propiedad en busca de vínculos con el cártel de Escobar, antes de su demolición. Se encontraron agujeros poco comunes en paredes y pisos, así como una caja fuerte que había sido sacada de su lugar en el suelo de mármol, comentó Jennifer Valoppi, esposa de De Berdouare.