Trabajo, salud, educación y ayuda a los sectores más postergados son las consignas ineludibles que
los gobernantes deben encarar para 2009.
Con el fantasma cierto de una nueva crisis mundial y sus adversas consecuencias sobre los
países emergentes, la Argentina deberá extremar todos los recaudos para evitar que más compatriotas
caigan en la pobreza y la marginación.
Pero más allá de la coyuntura, que debe ser atendida, la Argentina tiene una lacerante deuda
social que debe comenzar a saldar. El hambre y el sufrimiento de millones de personas no puede
esperar un día más.
Es imprescindible crear nuevas fuentes de trabajo y atender problemas acuciantes de la
sociedad. También es un buen momento para aplicar el sentido común y dejar de lado proyectos
faraónicos, multimillonarios, sin consenso y poco creíbles.
La responsabilidad mayor, está claro, es del gobierno nacional. Pero además las autoridades
municipales y de la provincia tendrán que hacer lo suyo; de hecho, ya se sabe que buena parte del
presupuesto estará afectado a atender la cuestión social.
2009 no debe ser un año como tantos otros en nuestra historia, donde los buenos deseos fueron
sepultados por los compromisos urgentes y se transformaron en consignas huecas y sin sustento. La
Argentina debe proponerse, con convicción ideológica y recursos económicos, comenzar a transitar en
serio hacia una sociedad más justa.