Divorcios de verano

El verano tiene marketing propio. Viene en combo con las vacaciones y se sostiene en dos promesas: alejarse de la rutina y volver a su regazo para contar lo vivido. Como la vestimenta o las enfermedades; existen las bebidas, las canciones y los bailes del verano. Todos igualmente despreciables. Los amores de verano inspiraron más de un bodrio a directores de cine y poetas huérfanos de musas. Y, ahora, los arqueólogos de las relaciones humanas descubrieron algo más: los divorcios de verano.

Según la consultora especializada en trámites de rupturas www.buendivorcio.com.ar, el 60 por ciento de las separaciones se desata luego del período estival. ¿Por qué? "Las hipótesis son varias. Pero podríamos pensar principalmente que todo lo no funcional, lo sintomático de una pareja en su vida cotidiana, queda al descubierto, paradójicamente, en tiempos de descanso y corte de la rutina", se asegura desde el sitio de internet.

¿Quién no pasó alguna vez por esto? Interminables búsquedas para elegir el lugar, gestiones para arreglar el auto o sacar pasajes, prolijo armado de presupuesto de gastos, prolongadas charlas telefónicas para conseguir alguien que cuide la casa y alimente al perro, reserva de alojamiento, armado de valijas. Y por fin, sí, Circunvalación... comienza el viaje. Todo para llegar a un sitio lleno de gente sin nada que hacer, pero con muchísimos deseos de disfrutar del momento. Tanto o más que uno.

Y, encima, todo ese sacrificio para descubrir que la persona que amablemente nos saluda a las mañanas y también resulta cariñosa cuando regresa a casa por la noche, no está a la altura para satisfacer todas las fantasías que se proyectaron sobre las vacaciones. O no tiene ganas, o prefiere hacer otra cosa.

Afortunadamente no se da muy a menudo. En todos esos otros casos uno hasta puede animarse a la prueba de fuego. Tomarla de la mano alguna tarde y animarse a la remanida pregunta: ¿Me querés?... Y si la respuesta es afirmativa respirar tranquilo, al menos hasta el próximo verano.