Son pasadas las 14. Diego Osella recién termina de almorzar junto a algunos colaboradores y su hijo en un restorán de Pérez. Luce tranquilo, sobre todo relajado después de los noventa minutos de furia del duelo con Central, tal como había pronosticado. Se apresta a hablar de lo que dejó el clásico veinticuatro horas después y con el análisis hecho a través de los distintos resúmenes televisivos y hasta de observar el partido entero otra vez ayer a la mañana. "No coincido con Eduardo (Coudet) en que el encuentro haya sido malo. A lo mejor lo fue para Central. Hicimos un cotejo del que nos fuimos con bronca porque tácticamente superamos al rival", sostuvo el técnico en una extensa charla que mantuvo con Ovación. A la vez contó que la clave "fue la presión que ejercimos para hacerlo sentir incómodo". También fue sincero ante cierta desconfianza de la gente al sostener: "No me molesta porque no fui un nombre pesado en el fútbol. No reniego porque estoy iniciando mi carrera", y hasta se emocionó al hablar de su familia. "Los entrenadores somos egoístas y mi esposa es mi cable a tierra".
Osella había conducido la práctica matutina, fue a almorzar en el lugar pautado para la entrevista y esperaba el horario para ir a ver el clásico de reserva. Se nota que vive su trabajo de manera intensa y con obsesión. A las 8 ya estaba en Bella Vista repasando videos y preparando los trabajos semanales antes del entrenamiento pautado para las 10. "Ahora estoy más tranquilo por lo que significa jugar el primer clásico. La ansiedad de querer que las cosas salgan bien. Encontramos respuestas en los chicos, hicimos un partido correcto en el que merecimos un triunfo más allá de lo peleado y duro que fue", confesó mientras saboreaba un café en la gélida y lluviosa tarde de lunes.
—Coudet dijo que fue un partido malo. ¿cuál es tu análisis?
—No coincido con Eduardo (Coudet) en que el partido haya sido malo. A lo mejor fue malo para Central. Hicimos un cotejo del que nos fuimos con bronca porque tácticamente hicimos uno bueno, superamos al rival, lo llevamos al terreno que pretendíamos y lo hicimos sentir incómodo. Pudimos haberlo ganado. Si bien hubo tres o cuatro chances, fueron claras e hicieron figura al arquero Sosa. Malo sería si no se patea al arco. A lo mejor lo planteó desde lo que propusieron ellos. Nuestra propuesta de presión, de hacerlo sentir incómodo, de tapar a Lo Celso y Cervi, a Musto, que es el reiniciador de jugadas, funcionó. Pasó mucho la pelota por Donatti y Cetto y eso le sacó espacios a Central.
—¿La clave fue que los centrales manejaran la pelota?
—Entendimos que necesitábamos que Central inicie con los centrales y saber que toda jugada que se reinicia pasa por Musto. Y jugó incómodo. En el complemento modificaron y la función la hizo Colman. Ese momento es cuando peor nos vimos hasta que lo corregimos.
—El DT de Central consideró que tuvieron muchas bajas y no estuvieron todos los titulares.
—Ese es un problema de Central en el que no me puedo meter. Yo vi que se jugó once contra once. Y Central tiene un plantel numeroso y de jerarquía para afrontar esta clase de partidos. No me quedo en el análisis de "si hubiese estado ese". Me quedo en lo que vi y lo que me tocó afrontar.
—Los clásicos marcan para bien o para mal. Si bien no ganaron fue un empate importante para ustedes.
—Sí, por el momento nuestro. Nos tocó asumir porque quisimos en una instancia mala de la entidad desde lo deportivo. Si bien hemos ganado uno, sólo perdimos uno y empatamos seis. Estamos en esa búsqueda, tenemos un plantel inteligente, predispuesto y con ganas de salir. Lo del domingo fue una muestra. El equipo no sólo lo jugó si no que lo luchó. Ahí también estuvo la clave. Hicieron un esfuerzo grande y lo más justo hubiese sido regalarnos un triunfo.
—Hay gente que puede decir por qué no se los vio así en otros juegos, con esa actitud.
—Creo que con Huracán se vio una versión distinta, coincide con el paso del tiempo y trabajo. No es ni mejor ni peor a lo de antes. Veo jugadores recuperados y cuando están al ciento por ciento son de jerarquía. Y la impronta de juveniles que están a la altura. Algo de lo bien que se está trabajando abajo y que es cuestionado como el proceso de Theiler y de Altieri. Cuando las cosas no salían se criticaba que no salían futbolistas. Y hay en cantidad y calidad.
—Ya que lo mencionás, el cuestionamiento estuvo porque no salieron muchos y hubo una demora importante.
—Yo puedo hablar de nuestro proceso. Cuando miro para abajo encontramos respuestas. Hay muy buenos futbolistas. Pero hay que ponerlos. Fértoli juega porque viene trabajando muy bien en reserva.
—Además de ponerlos también hay que respaldarlos.
—Totalmente. Al chico hay que ponerlo, confiar, entender que se puede equivocar y sostenerlo. Hay que confiar en los pibes porque el fútbol conduce a inferiores.
—No hablás de los arbitrajes, pero qué podés decir al respecto.
—No lo hago nunca porque entendí que cuando lo hice no aporté nada. Sí di a entender que cuando me quejé sonaba más a excusa que a realidad. Hizo un partido que estuvo a la altura del clásico más pasional del fútbol argentino, porque hubo muchos roces. Lo llevó bien y no incidió en el resultado.
—Por lo que palpás de la gente, ¿creés que te valoran un poco más después de que al principio te miraran con cierta desconfianza?
—Es algo normal porque hay mucha gente que no me conoce. No me molesta. Este es un club con una rica historia de entrenadores y debo ser el de menos peso de los últimos años. No reniego de eso porque estoy iniciando mi carrera y no fui un nombre pesado en el fútbol como jugador. Entiendo a la gente que desconfía o descree, pero trato de reparar eso trabajando mucho. El tiempo puede poner las cosas en su lugar.
—Igualmente, Maradona fue el mejor jugador del mundo, pero como entrenador no lo es. Bielsa es al revés.
—Lo hablo desde lo que me sucede a mí. Con esto conviví desde el día que empecé a dirigir. Lo hice en Chile con un equipo que estaba muy mal y un año después salió campeón. Nadie me conocía y el preconcepto existe. Pudimos cambiar las críticas por elogios al trabajo. Hay que tener paciencia y capacidad para entender que no le puede gustar a todo el mundo. Creemos que estamos capacitados para dirigir a Newell's. Las cosas llegan por causalidad y no casualidad. Si me tengo que ir lo haré sin reproches.
