"Si vivo en un país donde puedo casarme, ¿por qué no puedo besar a mi novio en un bar?" Con esa lógica respondió un muchacho de 31 años al planteo que le realizaron en un pub por tener demostraciones de afecto con su pareja gay durante un cumpleaños. Según denunció, un custodio le pidió que interrumpiera los gestos de cariño porque "molestaban a otros clientes." El caso fue abordado por el Area de Diversidad Sexual del municipio, que presentó una denuncia por discriminación ante el Tribunal de Faltas.
"El matrimonio igualitario y la ley de identidad habilitaron a hablar de la diversidad. Pero que el momento histórico colabore no significa que las representaciones culturales y sociales hayan cambiado. El desafío es modificar este sexismo", analizó Noelia Casati, titular de Diversidad Sexual del municipio.
El área realizó una presentación ante el Tribunal Municipal de Faltas en virtud de la ordenanza 6.321, que prohíbe la segregación por raza, género, orientación sexual o religión en los espacios de acceso público. La denuncia será investigada con citaciones a los denunciantes, testigos y responsables del bar. Si se comprueba la infracción el local puede ser sancionado con una multa pecuniaria o suspensiones.
"Fue un acto de discriminación bastante público y que alcanzó a más personas. Eramos varias las parejas gay demostrándonos cariño", contó Ariel, un empleado de 31 años que decidió denunciar lo ocurrido para "evitar que le pase a otros, sentar un precedente y si hay alguien más vulnerable al que le pasa, se apropie del recurso".
Según relató, todo ocurrió entre las 3 y las 4 de la madrugada del domingo en el pub Robinson, de Urquiza 1845. Ariel fue con su novio, Oscar, y otras dos parejas al cumpleaños de un amigo. "Estábamos bailando y tenía expresiones de cariño con mi pareja como cualquier otra cuando un guardia me pidió que lo acompañara al patio", contó.
El custodio lo hizo subir por una escalera mientras otro empleado impedía que sus amigos lo siguieran. En la planta alta el vigilador le pidió que dejara de besar a su novio porque eso molestaba a otros clientes. "Me dijo que podíamos ir a un lugar más oscuro, como empujándonos al gueto. Después vino un dueño y nos ofreció tragos si dejábamos de besarnos", dijo.
El grupo de amigos llamó a la Guardia Urbana Municipal, que interviene en casos de discriminación, pero el móvil no llegó. "No estábamos haciendo nada obsceno ni malo. ¿Hubieran reaccionado igual con una pareja hétero? Lo único que buscamos es que la gente empiece aceptar la diversidad", planteó.