De líneas rectas y con un frente pintado de rosa pálido, el edificio de la esquina de Ovidio Lagos y Rivadavia no dice nada. Sólo los mazazos que, de tanto en tanto, salen de su interior logran arrancarle alguna historia. Y debe tener muchas. Convertido en una oscura pensión y cerrado hace algo más de un año, el hotel Moderno fue uno de los reductos que entre finales de los 50 y principios de los 70 albergó a parte de la movida prostibularia de Pichincha. La construcción será ahora demolida para dar lugar a un nuevo proyecto inmobiliario.
Desde su ubicación estratégica, el Moderno fue testigo privilegiado de lo que podría llamarse la segunda época de Pichincha. Aquella que se construyó sobre las cenizas del imperio de Madame Safó, después de que en la década del 30 se derogaran las normativas municipales que regían el ejercicio de la prostitución y las casas de tolerancia.
Eran noches con otro nombre de mujer: Rita la Salvaje. La primera en desnudarse completamente sobre un escenario.
El Moderno tuvo su esplendor en aquellos años. "Funcionó en la zona sobre finales de los 50 y principios de los 70", señaló el escritor Rafael Ielpi. Por su proximidad con la estación de trenes allí se alojaba mucha gente del interior y también quienes trabajaban en el Panamericano. Otro memorioso y buen conocedor de la zona, Amílcar Cripezzi Vidal, recordó que en el subsuelo del hotel se ofrecían también shows "de muy baja categoría" para los trabajadores del puerto.
Y el viejo edificio es también uno de los pocos sobrevivientes de esa época: el Casino va camino a convertirse en un hotel boutique y el Telarañas es desde hace tiempo un baldío.
Convertida en una sombra desde finales de los 70, a la construcción de dos plantas y unas 30 habitaciones ahora le llegó el turno de la picota.
En el barrio nadie parece dispuesto a extrañarla. Hasta hace dos años, el edificio era una pensión y levantaba todo tipo de sospechas. "Mejor que lo tiren abajo, era una mugre", comenta más de un vecino, que todavía tienen muy presentes las trifulcas protagonizadas por un personaje que se presentaba como El Gitano y supo ser el último administrador del albergue.
Verano del 99
En el verano de 1999, dos empresarias de la noche intentaron abrir un club nocturno en el edificio de Lagos y avenida del Valle. El local fue bautizado como Ave Fénix, alusión al resurgir del cabaret, y prometía shows y espectáculos en vivo de 1.30 a 5 todos los días. Sin embargo, el negocio apenas funcionó unos meses y después el local quedó vacío.