Señores, de pie. El Mundial 2010 consagró al mejor de todos. España es el que mejor juega por
lejos. El que maneja a la perfección el sentido colectivo que distingue a este juego. El que
entiende que la pelota se fabricó redonda para jugar a ras del césped y así disfrutar de su
redondez. Es el que cuenta en su plantel con los futbolistas más determinantes del mundo. Los que
entienden el juego como ninguno. Los que tienen en la cabeza y resuelven por el atajo de la
simpleza el pentagrama que presenta cada partido.
La consagración de España le mostró al planeta que existe una manera de entender y jugar al
fútbol que goza del sostén de los resultados. Este equipo ideado por la sabiduría de Vicente Del
Bosque llegó al Mundial como favorito por actualidad y procesó esa presión con marcada
inteligencia. Con el paso de los partidos demostró porqué había que quebrar una lanza por esta
selección. Hasta en la derrota inicial contra Suiza, injusta por cierto, oxigenó el espíritu de los
estetas. Es que nunca dejó de creer que la tenencia de la pelota es la hermana preferida para
coleccionar las victorias.
También se encargó de dinamitar de dudas ese pensamiento miserable de los vendedores de
resultados. De aquellos que descreen, tal vez por ensañamiento, que el camino indicado para llegar
a la gloria no comulga con el estilo de juego de esta selección española.
Señores, de pie. España es campeón del mundo. El fútbol la recibe con los brazos abiertos y
le guardará un lugar estelar en la historia. Porque Xavi, Iniesta, Villa, Ramos, Piqué, Busquets y
Puyol, aunque en realidad fueron todos, llegaron a Sudáfrica para reparar el daño que les habían
causado otras selecciones que obtuvieron la misma recompensa pero apelando al amarretismo. Vaya si
lo lograron. l