Me propongo poner en debate a los lectores de La Capital una reflexión sobre la institucionalidad del país. A propósito del reciente y bochornoso episodio ocurrido en el Consejo de la Magistratura de la Nación, muchas voces se han elevado condenando o alabando el accionar de los miembros de esa institución. En pro –sin alusión al partido gobernante– se han escuchado sustantivos abstractos como "picardía", "viveza criolla" y otros por el estilo. En contra, los actores políticos han utilizado otros tales como "escándalo", "irregularidad". La actual administración llegó al poder con promesas de transparencia y mejoramiento de la institucionalidad tan vilipendiada y pisoteada durante la "década ganada". Sin embargo, a sólo tres días de asumir el poder, el flamante presidente pretendió nombrar a dos ministros de la Corte Suprema de Justicia por decreto, violando la letra y el espíritu de nuestra Carta Magna. Para reafirmar su escaso apego a la misma, dictó un decreto reglamentario de la ley que permitió el blanqueo de capitales cuyo texto viola flagrantemente la letra de la ley que pretende reglamentar. Los familiares de funcionarios públicos fueron excluidos por el Legislativo luego de arduas negociaciones políticas de los ciudadanos que podían blanquear capitales. El texto del decreto reglamentario dice todo lo contrario. La administración saliente en diciembre de 2015, so pretexto de una Corte Suprema integrada por abogados adeptos al menemismo, forzó políticamente la renuncia de varios de sus ministros para ubicar en esos lugares a personas con una supuesta honorabilidad y trayectoria intachable (por ejemplo su actual presidente Lorenzetti). El mismísimo Consejo de la Magistratura en aquellos tiempos fue también objeto de manipulaciones políticas para garantizar mayorías favorables a la ideología reinante. Más atrás en el tiempo, y en el curso del "Califato" riojano, un diputado, a la sazón el bufón de turno, le regaló a su jefe político un proyecto de ley que ampliaba el número de ministros de la Corte a nueve, para obtener de ese modo una "mayoría automática" que evitara fallos contrarios al gobierno central por años. Siempre hubo, luego de cada uno de estos casos, opiniones favorables y condenatorias, según el lugar político de su emisor. Nadie parece advertir que, en cualquiera de ellos, no hay ni hubo "vencedores" –los pícaros– ni "vencidos" –los inocentes–. Todos los habitantes de este bendito suelo hemos sido ampliamente derrotados. Nuestra Carta Magna ha sido sistemáticamente violada, en letra y/o espíritu, y como si eso fuese poco, sus detractores se han vanagloriado de su accionar. No recuerdo que nadie haya resultado condenado, ni pública ni judicialmente por sus responsabilidades. El actual estado de cosas, herencia de otros tantos estados de cosas previos, sin responsables a la vista, es una clara muestra de lo que somos: una república sin instituciones fuertes, en la que los hombres seamos una anécdota y ellas el reaseguro eterno de nuestra sociedad. La falta de condena unánime a todos y cada uno de estos bochornosos incidentes con escarmientos promovidos por el cuerpo social, me recuerda a esa conocida parábola popular: Anteayer vinieron a mi barrio a buscar los negros. Yo no me preocupé porque no era negro. Ayer vinieron a buscar a los homosexuales. Yo no me preocupé porque era heterosexual. Hoy están derribando mi puerta. Mañana derribarán la suya estimado lector, a menos que reaccionemos como sociedad creando los mecanismos institucionales necesarios para expulsar a los "vivos" de sus lugares decisorios tan pronto como osen pergeñar una picardía. Promovamos el vuelo de los cóndores y reprimamos el arrastre de los reptiles políticos de hoy y de siempre.
Ariel Igea
DNI 8.366.296
N. de la R.: El lector se refiere a la suspensión del magistrado Eduardo Freiler por supuesto "mal desempeño en sus funciones".
El circuito aeróbico del parque Urquiza
En razón de su rica historia, uno de los primeros en su tipo, su impronta y su importancia en la realización de actividades recreativas, físicas y mentales de miles de jóvenes, familias rosarinas y turistas, me dirijo a la intendenta de Rosario, Mónica Fein, a fin de solicitarle la inclusión del circuito aeróbico de dicho parque en el programa de reparación y mantenimiento de veredas. Dicho circuito aeróbico consta de un piso de material asfáltico, dúctil e ideal para estas actividades pero en algunos sitios tiene importantes deficiencias como pozos y elevaciones, con el consiguiente y eventual riesgo de posibles caídas y tropezones. Producto de su antigüedad y falta de mantenimiento, entre otras cosas, me urge dirigirme a usted a fin de solicitarle su intervención y pronta solución. Idéntica preocupación es compartida por miles de ciudadanos.
Carlos Veiga
Rosario, queremos verte cada día mejor
Ahora que están refaccionando el Monumento Nacional a la Bandera, ¿no se podrá, o acaso sea viable, hacer una rampa para personas con discapacidades para que puedan subir y ser también protagonistas en una foto junto a la Llama Votiva, como otra en su escalinata interior para poder recorrerlo como cualquiera? ¿No será posible también tener en cuenta esta inquietud a futuro en algunas de las tantas obras que se vienen realizando? En los túneles Arturo Illia y Celedonio Escalada, como en el viaducto Avellaneda, ¿podrán poner barandas internas para protección de los peatones? Avisé varias veces que en el túnel de calle Sarmiento pasa el agua de lluvia y que la arena que cae en sus veredas es de las juntas de sus ladrillos, pero todo no se puede y es más fácil pedir que hacer. Por último, ¿la EPE no podrá trabar de alguna manera las tapas de las cajas de luz en la vía pública que quedan abiertas para que no se corran riesgos?
DNI 5.077.545
La Generación del 80 y Lisandro de la Torre
Luego de haber leído el artículo "La Generación del Ochenta" en la columna de Opinión del diario La Capital el 4 de agosto pasado, en donde se vierten consideraciones de orden histórico-político e ideológico, creí necesario realizar algunos comentarios que, tomando como base al referido artículo, pueden aportar una mirada complementaria. Quizás el orden conservador instalado en el país a partir de 1980 que tuvo bajo su tutela la definitiva organización nacional, incurrió en una "miopía" institucional al contemplar sólo sus intereses de clase y las de la ciudad de Buenos Aires en desmedro de las provincias, definidas como el "interior". Fueron conservadores en el sentido estricto de la palabra, más que liberales, y que se mantuvieron en el poder a través de contubernios políticos e impidiendo las elecciones libres y democráticas. No obstante, no se puede negar el desarrollo económico del país que llegó a estar en el séptimo lugar en el ranking mundial de los países más desarrollados del mundo. Lo que es muy destacable fue el carácter laico y secular de sus políticas de Estado. La ley de Educación común, laica y gratuita hizo que nuestro país el analfabetismo fuese casi desterrado y se constituyera en el modelo educativo del resto de los países sudamericanos. Lisandro de la Torre fue un cabal liberal-progresista que intentó que las clases dirigentes tuvieran como estrategia más amplia del país, con un mayor crecimiento económico y desarrollo social. Cuando el radicalismo irrumpe en la escena política dando lugar a los sectores medios y más desprotegidos e impulsando las elecciones libres y secretas, el orden conservador intuyó que su permanencia en el poder, a través del fraude, tenía fecha de defunción. El golpe militar de 1930, con una impronta nacional y católica, truncó las posibilidades de consolidar una auténtica República federal, representativa y democrática. Quizás, a la generación del ochenta le faltó un estadista como Lisandro de la Torre.
Alejo Vercesi
Por un dictado regular de clases
Como docente jubilada, me dirijo con el mayor de los respetos al gobierno de la Provincia, especialmente a la ministra de Educación, Claudia Balagué, y deseo hacerlo público debido a la importancia del tema. Considero que la educación es una política de Estado. Pero, lo cotidiano de la misma, su práctica diaria es lo que vemos por contacto directo los ciudadanos. Es así que tengo un nieto que cursa 5º año de la escuela secundaria y advertimos, como lamentable, la cantidad de horas de clases que pierde anualmente por las reiteradas faltas de sus profesores. Sabemos que es un derecho que le asiste a los docentes, pero debe haber alguna manera que el Ministerio articule a fin de que no repercuta directamente en los alumnos. ¿Cómo preparamos a los jóvenes que pretenden ingresar luego a una universidad? ¿Cómo preparamos a los jóvenes para insertarse en el ámbito laboral con un "título" carente de contenido? Las autoridades deben encontrar los mecanismos necesarios para que los alumnos permanezcan en las aulas durante toda la jornada escolar, con el dictado regular de clases, porque es su derecho, de naturaleza constitucional. Esto no se contrapone a los derechos de los docentes, sino al cumplimiento de las funciones que a cada uno le corresponde, sea Ministerio de Educación, directivos, secretarios, administrativos y docentes. De lo contrario, en la situación actual resulta difícil ver nuestro futuro.
Ana María del Valle Pavón
Son los deseos de un canalla
Estoy cansado de ver que traigan jugadores a Central que nunca juegan pero cobran. Se está buscando un marcador central, Ortiz vino de Corrientes con la anuencia del técnico, nunca lo vimos jugar. Si no lo pone en los amistosos, ¿cuándo lo va a probar? ¿Puede ser la solución? Hasta que se acomode el equipo pasarán algunos partidos, pero si no juega nunca, ¿se va a adaptar? De paso Mauricio "Caramelo" Martínez vuelve a su lugar y hacemos un solo cambio. Con mis mejores deseos.
Elías Kababe