Uno es la figura super- consagrada del mundo. El otro está llamado a ser la gran
revelación de Sudáfrica. Los dos salieron del vivero rosarino. Tienen la genética de los potreros
de la ciudad. Lionel Messi está ante la chance de dejar su sello en el escenario que distingue a
los elegidos. Angel Di María llega con la aureola de jugador capaz de cambiar la dirección de un
partido con una corrida de galgo como la que protagonizó en la final de los Juegos Olímpicos de
Beijing 2008. Salvando las distancias del caso, son las cartas del triunfo que tiene a mano
Maradona para sentarse en la mesa de los candidatos.
Messi afrontará el Mundial con la bendición de un país que cree que su
juego es la llave para abrirle la puerta al título. Lionel ya hizo todo en el fútbol pese a sus
casi 23 años (los cumplirá el 24 de junio). Colecciona títulos en Barcelona, el mundo lo señala
como el number one pero todavía le falta sacarse la gran nota en un Mundial de mayores. Hace cuatro
años llegó a Alemania como actor de relleno. En Sudáfrica 2010 es la punta de lanza a la que deberá
engancharse indefectiblemente el funcionamiento del equipo. Por eso su paso por el Mundial caminará
por los extremos. Si la rompe, confirmará lo que la mayoría piensa de él. Pero si no es gravitante,
su participación abrirá el juicio de detractores y defensores.
La temporada de Di María en Benfica fue brillante. Por algo Real Madrid
se fijó en él. Hace rato que la ropa de crack en ciernes le quedó holgada. Hoy está a punto
caramelo para transformarse en uno de los mejores correcaminos del mundo.
Messi y Di María son fieles exponentes de la escuela rosarina.
Newell’s y Central estarán muy bien representados por dos productos que buscan la
consagración para la posteridad. l