Ovación / En Salta.- El primer día se dijo que era porque conocía como nadie los caminos de su provincia. El segundo porque extendía su halo y así sucesivamente. Pero a esta altura no hay dudas de que la sorpresa del Dakar 2014 la está produciendo un argentino. Tenía pergaminos, claro. Pero el campeón argentino de rally Federico Coyote Villagra jamás se había animado al Cross Country y mucho menos a esta carrera. Lo hizo al cabo y ayer marcó otro hito, volvió a ser el mejor argentino clasificado en una etapa, con un 6º puesto, un lugar sólo reservado a Orlando Terranova o Lucio Alvarez en los últimos años. A su lado lleva un amuleto, a uno de los pilotos de este país contados con los dedos de las manos que corrió en África y que además marcó un mojón: ser el primero en completar un Dakar: Jorge Pérez Companc.
No es cualquier apellido en el país. Es quien heredó el emporio empresarial de Gregorio Pérez Companc, que junto a otros marcó a fuego la economía argentina, ahora con Molinos Río de La Plata como estandarte, aunque en la actualidad haya delegado bastante. Es de esos pilotos con los suficientes recursos para correr, aunque no lo haga más desde el 99 cuando empezó a practicar su pasión automovilística y volcó en Cerdeña. Ahí decidió darle el volante a su hermano Luis y ser copiloto. Y al año siguiente, consumaron un hito dentro de este deporte, al ser los primeros argentinos en finalizar un Dakar, aunque no los primeros en correrlo.
Y ese año, la Dakar-Cairo, fueron 18 los días corridos en 13 etapas, con una Land Rover Cruiser, con llegada frente a las pirámides de Egipto. Fueron 67 y, unos puestos atrás, en el 91 lo hicieron Sergio Gora junto a Pablo Gómez. Y hoy Pérez Companc es, junto al ayer sancionado Orlando Terranova (ver aparte), los únicos argentinos que pudieron hacer un Dakar en Africa y disputan la actual edición.
"Vengo cansado", admite y se le nota en la cara a este hombre de 47 años que, pese a pertenecer a una de las familias más adineradas de la Argentina, dijo en una de las pocas entrevistas que dio en su vida hace unos años que "no tiene nada que ocultar" y que "puedo caminar tranquilo" con los suyos en lugares públicos. En el Dakar, de hecho lo hace como uno más y pocos lo identifican porque la estrella es Villagra. Y acepta hablar al paso, luego de una dura etapa más, con Ovación. De automovilismo.
"Federico me trae a un ritmo imponente por la velocidad y el estilo que tiene, y trato de seguirlo. Algunas veces me equivoqué, como el jueves al pasarme un way point y perdimos mucho tiempo. Esto es largo, pero estoy contento, con un auto fantástico y un equipo excelente. Ojalá lleguemos a Valparaíso y termine mi 2º Dakar".
—No muchos saben que fuiste el primer argentino en terminar un Dakar.
—No, pero tampoco hay que hacer mucho barullo. Fue una satisfacción grande que tuve con mi hermano. Nos propusimos llegar como sea, pasamos esos duros 18 días y lo hicimos.
—Decís 18 días (fueron sin descanso) y hoy 14 parecen muchísimo. ¿Con 18 este lo corrías igual?
—Por Federico sí, porque él me empujó mucho. Yo estoy en el final de mi carrera y quería volver a probar y ver de qué se trata. Pero aquellos días fueron terribles, todo muy sacrificado, con menos calor que acá pero con muchos kilómetros de nada, y gente que tuvimos que auxiliar porque se morían en el desierto. Aunque nosotros sólo sufrimos con el auto cuando rompimos el tren delantero.
—¿Y 14 años hacen mucha diferencia?
—Mucha. En la tecnología sobre todo, pero también en la pasión con que se vive acá. Argentina no es África y la gente que lo sigue por todos lados es increíble. Por otro lado, ahora corremos con aire acondicionado, cuando funciona. Antes dormíamos en carpa y ahora en motorhome. En una etapa paramos en un pueblo a cargar agua y allá era casi imposible, había que racionalizarla. En fin, era mucho más básico aquello y pocos argentinos los que corrimos. Primero lo intentaron dos Renault 18 4x4 (Alberto González Vigil, Daniel Gil y Daniel Buteler en uno; Oscar Gómez, Carlos Sarthe y Héctor Safar en el otro) y después venimos nosotros con Juan Pablo Raies y José Volta como parte de nuestro equipo. Y Sergio Gora y Pablo Gómez, que lo hicieron con otro.
—Precisamente Gora dijo (ver aparte) que si no hubiese sido por la ayuda que ustedes le brindaron no hubieran llegado.
—Ellos venían corriendo con nosotros y tuvieron problemas. Por supuesto lo ayudamos en lo que pudimos y lo bueno es que los últimos días los compartimos los cuatro solos cuando llegaban al final de las etapas. Fue muy divertido. El último fue el más emocionante de todos, porque arribamos junto a las Pirámides y ellos lo hicieron también. Algo inolvidable.
—¿Segundo y último Dakar? ¿O no hay dos sin tres?
—El último. A los 47 años el cuerpo lo siente. Allá me la aguantaba más, pero ahora tengo familia e hijos, y menos tiempo para dedicarme a esto.
—¿Te gusta que te recuerden por ser el primer argentino en llegar?
—No, en verdad. Pero sí, aunque está feo que lo diga, la medalla que nos entregaron la tengo en mi escritorio y la observo todos días. Y el día que tengo un problema, la miro y digo que nada es imposible.