¿Cómo hacer para que a los chicos les vaya bien en la escuela? La pregunta
inquieta durante el tiempo de aprendizajes, en especial a padres y maestros. El año pasado un
estudio internacional concluyó que la clave está en generar un ambiente de respeto, acogedor y
positivo. Tres educadoras consultadas por
La Capital rescatan la necesidad de escuchar a los niños, la presencia de los adultos y el
apoyo de proyectos que fortalezcan el trabajo institucional.
Judith Ghizzoni es licenciada y profesora en educación física, tiene 22 años de
trabajo en la docencia y no tarda en responder que escuchar a los chicos es la tarea principal de
los maestros para ayudar a transitar una buena escolaridad. "Es simple, no hay otra forma de
trabajar si no es teniendo en cuenta su palabra", insiste.
La profesora que trabaja en la Escuela Nº 660 y en el anexo de la Nº 1.379 de
Rosario dice que la afirmación corre tanto para los padres como para los docentes. "A veces nos
excusamos en la planificación, en los tiempos de los contenidos, pero la mejor manera de facilitar
el acceso al conocimiento es dando lugar al diálogo, a la palabra", agrega. También advierte que si
esto no ocurre, "los chicos eligen otras formas para hablar que suele ser la violencia".
En una línea similar se inscribe la opinión de Claudia Martínez, maestra en la
Escuela Nº 528 e integrante del equipo promotor de la lectura en la Biblioteca Popular Cachilo.
"Son muchas las aristas a atender, pero el mayor problema es que los chicos están muy solos: los
pobres en la calle, y los más ricos llenos de cosas pero igual de solos. Los adultos están
ausentes".
La educadora que lleva 24 años en la docencia llama la atención sobre el papel
de maestros y padres: "Los adultos somos los responsables de que a los chicos les vaya bien en la
escuela".
Recuperar la esperanza
Claudia Martínez además mira el papel que le corresponde al Estado de velar por
mejores aprendizajes. También considera que otra cara es la que le toca a los maestros. "Hay que
volver a creer en lo que se enseña, en que la educación sirve para algo, para la vida misma. Hablo
de recuperar la esperanza que implica educar", expresa y considera que la docencia "ha perdido el
norte y eso se transmite a los chicos".
Fortalecer la institución
Derna Isla es la directora y creadora de Vibrato, la Escuela Orquesta de barrio
Ludueña. Su trabajo lo define como "de andamio, de fortalecimiento de la institución escolar". Y en
ese sentido, de apoyo sustancial para que los chicos de una realidad muy vulnerable aprendan
mejor.
"Lo que nosotros hacemos es fortalecer a la escuela, es algo estratégico tener
un eje en común —en este caso la música—. La orquesta es así como un andamio que les
permite a los chicos transcurrir mejor", opina. Considera que en todo proyecto que sea de apoyo,
como el de la Orquesta, lo que debe hacer es "optimizar los recursos".
"Lo primordial —dice— tiene que ser la escuela y después una o dos
propuestas alternativas que la fortalezcan en su tarea, tengan continuidad y un gran impacto en los
chicos".
El año pasado, un estudio realizado por el Laboratorio Latinoamericano de
Evaluación de la Calidad de la Educación (Llece), con el apoyo de la Unesco, con chicos que
cursaban entre el 3º y 6º grados y de 16 países diferentes (entre ellos la Argentina), reveló que
el ambiente donde se realiza el proceso de enseñanza incide en el aprendizaje.
El trabajo se conoce como Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo
(Serce). También corroboró lo que los maestros conocen a diario: la disparidad en el acceso al
conocimiento entre los distintos sectores sociales.
Las diferencias —indica el trabajo regional— también se extienden hacia el interior
de los países. Así se indica que las escuelas ubicadas en zonas rurales corren con desventaja
respecto de las urbanas.