La poesía tiene esas cosas. Teje redes, a veces invisibles y otras, evidentes. Hace tres años un grupo de poetas jóvenes rosarinos que participaban en Buenos Aires de un festival sintieron la necesidad de que ese encuentro tomara otras formas, en otros territorios. Ahora, ese festival, La Juntada, se realizará en Rosario, entre el 23 y el 25 de este mes.
Unos 40 poetas llegarán de todo el país, a leer y compartir sus trabajos, habrá performances, intervenciones, feria de editoriales, trasnoches y suelta de moscas, una suerte de lectura colectiva. “Son tantos los poetas como los poemas y las palabras de esos poemas: animalitos que generan siempre cierta incomodidad con su presencia”, advierte Cristian Molina, uno de los organizadores.
El poeta explica que esta edición de La juntada, Festival de poesía joven está organizada por la Asociación de Poetas Argentinos (Apoa) en una comisión mixta entre Rosario y Buenos Aires. “Los organizadores no necesariamente somos miembros de Apoa, sino que nos sumamos a esta actividad en colaboración con la asociación. En Rosario somos Maia Morosano, Ceci Litoral, Federico Rodríguez y Ce Ulla”.
Rosario es sede hace más de 20 años del Festival Internacional de Poesía, con lo cual la aparición de otro encuentro realizado específicamente por poetas jóvenes llama la atención. “La Juntada es un festival que se suma a la movida amplia y prolífica de poesía en Rosario desde su singularidad y diferencia, que está dada por dos variables. La primera es que los poetas se sugieren entre sí, es decir, señalan a próximos invitados para el festival del año siguiente y la tarea de los organizadores es convocar y, llegado el caso, seleccionar de acuerdo a los lugares disponibles entre aquellos poetas que fueron sugeridos por los participantes previos. La segunda variable es que los poetas no son autores consagrados, sino que se trata de poetas emergentes”, explica Molina.
Lo joven. El encuentro se presenta como un festival de poesía joven y ese es “otro” tema. “Lo joven —dice Molina— no está dado tanto por la edad, aunque el límite tentativo sea 30 años, sino por otras variables, que tienen que ver con los inicios de una escritura poética”. Y para que no queden dudas aclara: “Los inicios no implican necesariamente inmadurez poética tampoco”.
El festival tendrá diversas sedes, la Escuela de la Letras de la Facultad de Humanidades y Artes, la Biblioteca Argentina y el Espacio Cultural Universitario (ECU) y no tiene un curador, antólogo o anfitrión. Es justamente una juntada, un llamado colectivo, donde el mecanismo consiste en “pasar la posta entre poetas. Es la gran juntada que se hace una vez por año para leernos y escucharnos y, así, saber en qué andamos”, detalla Molina.
Desde el periodismo cultural se suele señalar como un fenómeno actual la articulación entre poesía joven y redes sociales. La cuestión tiene su lógica, nuevos lenguajes y nuevas gramáticas de producción que, a la vez, favorecen un entramado a modo de circulación y conexión entre autores y obra. “Lo interesante de La Juntada es que es una multiplicidad inclasificable. Hay toda una red de poetas que sí trabajan y tienen que ver con una poesía marcada por la tecnología y por las redes sociales; pero hay otras líneas dentro de los mismos juntados que va en otra dirección”, opina Molina.
Múltiple, plural, parecen ser características clave. “La Juntada hace posible que todas esas líneas converjan, pero la red, en este caso, no está dada ni determinada por la exploración de internet exclusivamente, sino por la generación de un espacio colectivo donde se pueda compartir la escritura y lectura de poesía: una manera de estar juntos en la diversidad de poéticas y modos de entender eso que aún llamamos poesía, pero que difícilmente podamos definir de manera unívoca”, considera Molina.
Ni grupo, ni colectivo, tampoco una unidad estética, La Juntada es un espacio de intercambio, una manera de encontrarse una vez por año para oír y leer lo que otros poetas emergentes escriben. Los que participan del espacio no se presentan como una unidad, no hay referentes ni referencias unívocas. “Cada poeta se referencia con muchos poetas o artistas en general. A veces, hay convergencias, y a veces, no. No somos un grupo con un programa para la escritura poética —señala Molina—. Somos una red que comparte la experiencia de la poesía, pero sin que el criterio para juntarnos sea una línea estética a la que hay que adherir como si fuera un partido político o una religión, sino el de la posibilidad de estar juntos en nuestras diferencias para aprender, o no, de ellas”.
Aunque el futuro ya llegó, la red y sus tramas nunca dejan de tejerse.