En tiempos preelectorales, donde la habitual hipocresía de cierta parte de la clase política se muestra en todo su esplendor con promesas, cataratas de anuncios y denuncias mediáticas, esta semana hubo dos noticias que lograron romper ese molde: nacieron los dos primeros bebés gestados por fertilización asistida en hospitales públicos de la provincia, y se inauguró un centro comunitario levantado por los propios vecinos de barrio Triángulo en el sitio donde hasta hace pocos meses había un búnker de drogas.
En el primero de los casos el resumen perfecto de una política que encaró el gobierno provincial el año pasado es la alegría de Sandra y Natalia, dos felices mamás que venían intentando quedar embarazadas desde hace más de una década.
¿Cómo no entender la emoción de esas mujeres? Es justo remarcar que en Santa Fe el Estado provincial comenzó a brindar tratamientos gratuitos de inseminación intraútero de baja complejidad más de un año antes de que se sancionara una ley nacional que obliga a realizarlos.
Ya en agosto de 2011 el ministro de Salud, Miguel Angel Cappiello, había considerado que acceder a estas prácticas "es un derecho de la ciudadanía". Las palabras cobran dimensión en una provincia donde la población estimada sin cobertura social llega a un millón 300 mil habitantes.
Se realizó una inversión de unos 100 mil dólares, se montó un laboratorio en el Hospital Centenario y desde allí comenzó a trabajar la Unidad de Reproducción Humana Médicamente Asistida (Urhma), que hoy monitorea cerca de 60 tratamientos que les dan pelea a la infertilidad en toda la provincia sin costo alguno para los pacientes. El dato no es menor si se tiene en cuenta que una práctica de baja complejidad oscila en el sector privado entre los 3 mil y 5 mil pesos. Las de alta complejidad, que ahora deberán brindarse en todos los hospitales del país porque así lo estipula la ley nacional recientemente promulgada, es más onerosa: unos 20 mil pesos.
En esta provincia, la decisión política tomada en 2011 tuvo esta semana su merecido premio. Los dos bebés, tan ansiados por parejas que los soñaban y buscaban desde hace años, ya alegran esos hogares. Y llegarán muchos más.
Contraste. Barrio Triángulo, en tanto, en la zona oeste de la ciudad, también fue epicentro de una excelente noticia. Aquí el contraste es fuerte. Entre Virasoro al 5000 y las vías del tren, a pocas cuadras del Centro Municipal de Distrito, los vecinos, junto al esfuerzo de estudiantes y militantes del movimiento Cuba MTR, inauguraron un centro comunitario que brindará apoyo a los chicos del lugar. En ese mismo sitio hasta diciembre del año pasado funcionó un búnker de drogas que derribaron ellos mismos.
Un día dijeron basta y lo demolieron. Cansados de la transa ante la vista de todo el mundo, disparos y discusiones. La reacción se extendió peligrosamente como efecto dominó en otros barrios. Y se remarca el término peligrosamente porque los vecinos tuvieron que lidiar con amenazas y hostigamientos de violentos grupos narco.
Pero en barrio Triángulo la reacción no fue sólo demoler. Allí después llegó la construcción de un futuro que el jueves pasado comenzó a hacerse realidad. Apadrinado por los arqueros de Newell's, Nahuel Guzmán, y de Central, Manuel García, el centro comunitario comenzó a funcionar y el objetivo es brindar apoyo a los chicos del barrio y asistencia a los vecinos. Todo, en el mismo lugar desde donde hasta diciembre del año pasado se ofrecía violencia y adicción.
Dos noticias. Dos realidades que muestran que cuando la decisión es férrea, lo imposible se consigue. Como el sueño de Sandra y Natalia. Como el de los vecinos de barrio Triángulo.