"Vivir cada partido como si fuera el único y el último de nuestras vidas". La frase con la que Fernando Lingiardi sintetiza en "Fútbol para todos" (Canal 7) la loca pasión que inspira el fútbol entre los argentinos puede también retratar el embarrado terreno sobre el que deben jugar cuando abordan el más popular de los ritos deportivos por televisión. Y si a eso se suma hacerlo en la otrora "capital de fútbol" la cuestión se hace todavía más interesante. Sobre el poder del periodismo, las presiones y la construcción de la autoridad enunciativa en un tema en boca de 40 millones de técnicos hablan los periodistas televisivos de la ciudad. Silbato inicial.
Primer tiempo. Un test vocacional a los 9 años vaticinó el futuro de Luis Hernán Ricossa. Dibujó una cancha de fútbol y un hombrecito relatando y la psicóloga no dudó. El conductor de "Zapping" (Canal 3) cree que cualquiera puede manejar información sobre fútbol, pero que el periodismo tiene la capacidad de "marcar agenda", de "generar títulos". Preguntado sobre los criterios para hacer periodismo deportivo, afirma: "Estamos para pintar la realidad, no para hablar bien de los clubes". Y agrega: "El periodista no es un hincha, para apoyar está la gente, el cuerpo técnico y los dirigentes".
Ricossa la mata de pecho y pasa la pelota. La toma Marcelo Ramírez, conductor de "Fútbol y algo más" y "Somos fútbol" (Somos Rosario). El Pelado, ex volante central en Central Córdoba y Renato Cesarini, aduce que "toda opinión genera un compromiso y ese compromiso debe ser respetado".
Por atrás le pasa Miguel Angel Tessandori, de "Marca personal" (Canal 4), quien asiente: "Lo principal es demostrar conocimiento y dar opiniones sin ataduras". Con 33 años de jugar en primera, el comentarista de "De 12 a 14" (Canal 3) dice que la gente valora "la sinceridad" y tira el centro con la fórmula perfecta: "Objetividad, contundencia y claridad".
Según Juan Fanara, de "Ciudad futbolera" (TV Regional), el periodismo deportivo se hace "tratando de escapar a lo que el otro quiere oir, saliendo del discurso folclórico o de la mesa de café". Antiguo futbolista de fin de semana más preocupado por el asado que por juego, considera a que su profesión atrapa y de memoria toca a la derecha. Por ese carril aparece Jesús Emiliano de "Rosario Deportes" (Somos Rosario), quien remata: "Es una cuestión de conducta, porque en un pueblo grande como Rosario todos saben quienes son amigos de los protagonistas de las noticias".
Walter Hugo de "Deportres" (Somos Rosario) grita desde el fondo. De chico le gustaba ser arquero para poder relatar el partido y así clarifica la jugada: "La autoridad de la palabra no se busca, llega si el trabajo se hace con respeto, siguiendo un determinado camino". Y con seguridad embolsa el balón y espeta: "No es lo mismo la fama que el respeto, en este campo hay gente que es famosa y es poco respetada, y al revés".
Lingiardi, también de "Pelota detenida" (Canal 5) y de La Ocho, lleva la bocha, no la suelta, hasta que asegura: "Prefiero el periodismo que no es tira bomba, en los medios se escuchan palabras muy duras, pero el periodismo debe informar sobre el juego y no sobre la vida privada de las personas”. Y marca el offside: “No nos importa saber con qué vedete sale este o aquel futbolista”. Con la bandera arriba, concluye: “Se trata de hablar del juego sin apelar a la polémica”.
Entretiempo. En relación al supuesto poder del periodismo para arengar o calmar a los hinchas, Ramírez hilvana una jugada propia de sus 16 años de experiencia. “El periodismo tiene poder de convocatoria, pero no un poder absoluto. La pasión no se detiene con nada”, alienta.
Lingiardi hace cabecitas con Ricossa y entre cola y coca, critica la postura de algunos periodistas que “agregan granitos de arena negativos. Cuando el periodismo se sube al caballo del resultadismo termina transando con el sistema y cortando el hilo por lo más fino”.
Con una pelota en los pies desde niño, cuando jugaba en la calle o en patio del colegio, Tessandori interrumpe con dureza la maniobra: “Nos sobrevaloramos por estar expuestos y por eso creemos que tenemos poder. Y es finalmente la gente la que le da o no valor a nuestro trabajo”.
Afincado en la profesión desde hace 36 años, aquí y en su Uruguay natal, Walter Hugo hace la pausa necesaria, piensa y luego ejecuta. “Uno es el intérprete entre el hincha y la realidad de su equipo. Me atrae mucho poder interpretar una pasión tan inexplicable como el fútbol para nuestros pueblos”, dice y parte rápido al córner: “Vale en estos casos ser consciente de que uno es el vehículo”.
Emiliano hace jueguito pero no para hacer tiempo, sino para expresar: “El periodismo deportivo es a veces un terreno peligroso porque una palabra mal colocada puede llevar a la violencia. Pero nuestra obligación es decir lo que vemos y no hacerlo para quedar bien, lo demás es una mirada populista de nuestra profesión”.
Walter Hugo pide la bocha y cuando la recibe enuncia: “Uno siempre intenta ponerle Bardahl a las emociones, pero no tiene el poder de calmar a los acelerados o de incentivar a los tranquilos”.
Sigue el baile y el tamboril lleva el compás. Tanto que Fanara abunda sobre el tema: “El periodismo no tiene el poder de encauzar lo que no está en su cauce. Nosotros no iluminamos a la gente. Sólo le ofrecemos información y después cada uno toma sus propias decisiones”.
Y Ricossa decora el resultado. “Todos los periodistas tenemos la posibilidad de hacer críticas, pero no por eso cuando las cosas no funcionan en los equipos hay que echarle la culpa al periodismo”. Fanara pica y concuerda: “Parece que cuando se corre el telón de la fantasía de los buenos resultados, la responsabilidad no es jugadores, técnicos o dirigentes y sí del periodismo”.
Segundo tiempo. La presión adentro del campo de juego y afuera también fue motivo de análisis por parte del equipo convocado. El Pelado Ramírez se confesó, siendo jugador, como un gran estratega de poco sacrificio, y con la misma lucidez declara: “Nunca me sentí presionado, ni en los peores momentos de los clubes de acá. Pero nobleza obliga, agradezco a la gente que me dejó trabajar con libertad”.
En el campo contrario se ubican Tessandori y Emiliano. El primero se saca la marca de encima y dice que sí sintió “la presión de la era López en Newell’s”. El segundo se acomoda en la misma barrera y cuenta:“En la etapa López en NOB estuve siete años sin poder entrar a la cancha para trabajar”.
Por su parte, Fanara se hace visera para no comerse el gol y comenta que la presión mayor “es cuando vamos de visitante, porque te hacen sentir que sos de afuera”. Por lo demás, el también periodista de La Ocho afirma haber sentido la misma presión que sus colegas.
Ganando empatando o perdiendo, finalmente el leit motiv sigue siendo el mismo. Y Ricossa lo resume: “Trabajamos mirando siempre al fútbol local. Para ver Boca o River hay que cambiar de canal”. Pitazo final.