La presidenta Cristina Fernández de Kirchner demostró ayer que es la dueña absoluta de los votos y se encamina cómodamente a conseguir la reelección. La fórmula que encabezó junto a Amado Boudou consiguió más del 50 por ciento de los votos, superando por más de 38 puntos al segundo (Ricardo Alfonsín, en un virtual empate con Eduardo Duhalde), en una elección que se trasformó en un test anticipado para los comicios de octubre. Hermes Binner logró superar la barrera del 10 por ciento con apenas 30 días de campaña, pero perdió en Santa Fe, el distrito que gobierna.
La arrasadora victoria de Cristina se cristalizó en casi todas las provincias, con la excepción de San Luis, donde ganó Alberto Rodríguez Saá, quien en la general ocupó un cómodo quinto lugar.
De todos los candidatos opositores, el peor desempeño fue el de Elisa Carrió. La candidata de la Coalición Cívica apenas superó el 3 por ciento de los votos, una cifra paupérrima si se compara con elecciones anteriores.
La debacle impactó de lleno en la humanidad de Lilita, ya que fue la única postulante que no brindó explicaciones públicas cuando las tendencias en el escrutinio ya estaban avanzadas y eran irreversibles.
El temor que se había instalado en el oficialismo por los últimos resultados de elecciones provinciales se esfumó rápidamente apenas se abrieron las urnas. Por el contrario, a la oposición la euforia se le terminó en ese mismo acto.
En Capital Federal, Santa Fe y Córdoba, donde los candidatos kirchneristas no tuvieron buena suerte, Cristina logró imponerse y despejó las dudas que se había instalado en el campamento K.
En estos tres distritos, más el aporte siempre fundamental de la provincia de Buenos Aires, se sustentó la notable elección de Cristina.
Hace apenas una semana, en Córdoba el kirchnerismo no llevó candidato para la Gobernación. Ayer, la presidenta se impuso cómodamente.
En Capital Federal, Mauricio Macri había apabullado en dos ocasiones al candidato kirchnerista, pero en estas elecciones primarias Cristina fue la más votada en un distrito tradicionalmente adverso al kirchnerismo.
Bota curiosa. La elección en Santa Fe arrojó resultados curiosos. Binner, el gran elector de las elecciones pasadas, no pudo anotarse un triunfo en el territorio que gobierna. Fue una derrota ajustada, pero derrota al fin. Ni siquiera Rosario, su gran bastión electoral, pudo revertir una tendencia que se repitió a lo largo y ancho de la bota. En la ciudad, donde el socialismo siempre suele hacer la diferencia, esta vez aportó a la causa de Binner casi medio punto más que Cristina.
Cristina incluso se impuso en los departamentos donde el 24 de julio su candidato, Agustín Rossi, quedó muy relegado y el más votado había sido el macrista Miguel Del Sel. La dispersión opositora, más la buena imagen que cosecha la presidenta, terminó de redondear un triunfo que parecía impensado apenas 20 días antes.
A Binner, en Santa Fe, no le queda el atenuante de no ser una figura conocida.
El piso. De todas maneras, a nivel nacional, la elección del gobernador es más que auspiciosa si se tiene en cuenta que fue el último de los candidatos que salió al ruedo y el porcentaje obtenido ayer es el piso desde donde arranca para la gran final de octubre.
A diferencia de las presidenciales de 2007, esta vez Cristina se dio el lujo de superar a Daniel Scioli en provincia de Buenos Aires, el distrito que más voto le aportó al oficialismo. La presidenta aventajó al gobernador por casi cuatro puntos.
En este distrito es donde se hizo más patente la mala elección de Ricardo Alfonsín, con el agravante de que su candidato a gobernador, Francisco De Narváez, sacó siete punto más que el candidato radical. Esa diferencia la capitalizó, en gran medida, Duhalde, quien con ese margen peleaba por el segundo lugar.
Con los resultados de estas primarias, Cristina camina, a priori, sin obstáculo para ganar las elecciones de octubre sin necesidad de ir a una segunda vuelta. Y hasta le sobra: si se suman todos los votos de la oposición, tampoco superan a la candidata oficialista.
La oposición, con casi un triple empate entre Alfonsín, Duhalde y Binner, le queda dos meses para intentar revertir una realidad que, hasta estas alturas, parece una misión imposible.
Sólo un imponderable de signo económico podría mostrar un guarismo distinto del que se dio ayer. Octubre asoma como un trámite para Cristina.