La mejor manera de visualizar la crisis que se tragó la bonanza económica que llegaba desde las zonas rurales es volver a recorrer los pueblos de la provincia de Santa Fe.
La mejor manera de visualizar la crisis que se tragó la bonanza económica que llegaba desde las zonas rurales es volver a recorrer los pueblos de la provincia de Santa Fe.
Donde hace doce meses reinaba el crecimiento, hoy la parálisis productiva es el denominador común. Los productores perdieron mucho dinero con las retenciones pero, tal vez lo más significativo, es la definitiva ausencia de confianza hacia el gobierno y buena parte de la clase política. Los mismos que de ahora en más tendrán que salir a hacer campaña pidiendo votos para los comicios legislativos.
"Esto es desolador. Nadie vende nada, nadie compra nada", cuenta un pequeño productor del departamento General López a LaCapital, antes de mostrar los granos de soja guardados a la espera de una mejor oportunidad.
Cuesta creer que el gobierno no reaccione ante semejante cuadro. Los pronósticos, aunque suene increíble, indican que durante los próximos días se tensará la cuerda desde la Casa Rosada, algo que no tomará desprevenidos a los chacareros, que se preparan para una nueva pulseada.
En un escenario de crisis que, además, escapa largamente a los padecimientos del campo, comienza en horas un año que estará teñido por la política y en el que se juega buena parte del futuro institucional.
Una derrota del gobierno a dos años del recambio presidencial lo dejará huérfano de poder. Los peronistas —con su olfato intacto— han comenzado el éxodo vislumbrando que sea cual fuere el resultado de octubre del 2009 el clima social va mutando hacia otros horizontes. También ciertos dirigentes vinculados desde el origen al kirchnerismo (creyendo que la transversalidad terminaría con el "pejotismo") han partido del núcleo que los refugió.
Alguien dijo cuando Néstor Kirchner iniciaba su mandato: "Esta estrategia se termina cuando (Miguel) Bonasso haga pública una carta explicando porque nos vamos". Pues bien, el diputado y escritor pegó el portazo junto a un puñado de dirigentes, decepcionado por el regreso a las fuentes de quienes conducen el poder. Ni Cristina Fernández ni su esposo y antecesor pueden ya juguetear con deseos imaginarios: apuestan a los caudillos eternos del conurbano bonaerense, se animan a hacer alianza con Aldo Rico y buscan retener a los caciques provinciales de pura cepa peronista.
Santa Fe define también en octubre próximo cómo se articulará políticamente el recambio presidencial. Si Carlos Reutemann es candidato a senador deberá derrotar al socialismo para buscar un lugar entre los presidenciables. Una derrota del Lole lo dejará afuera de las grandes ligas por cuestiones cronológicas y, obviamente, políticas.
Aunque el senador quiera hacer creer que no "veta" una postulación de Agustín Rossi a diputado nacional, nadie puede imaginar a ambos compartiendo una nómina. El jefe de la bancada kirchnerista en la Cámara baja tendrá severas dificultades para recorrer el interior de la provincia, pero lo propio pasaría con Reutemann si es que ese "dueto" no rompe filas.
Kirchner está al tanto de la situación y podría ser quien defina la encrucijada. En las últimas horas arreciaron los rumores sobre un destino de funcionario para el Chivo, al tiempo que en paralelo se pone en duda la continuidad de Sergio Massa al frente de la Jefatura de Gabinete.
"El pibe (por Massa) se está comiendo el garrón que uno ya vivió. Kirchner no le atiende el teléfono, la relación es malísima y le cortaron las alas antes de que empiece a volar", grafica a este diario un conocedor del ánimo destemplado del ex presidente.
Pero volvamos a Santa Fe. A Rubén Giustiniani, otra vez, le tocará la parada más difícil con su potencial candidatura a senador pero, esta vez, si derrota a Reutemann son muchos en el Partido Socialista que le auguran "destino de gobernador". Para el PS ganar las elecciones va de la mano con el mejoramiento de la gestión de gobierno.
Aunque Hermes Binner no recibe grandes críticas en el interior de la provincia, tampoco despierta elogios. La crisis galopa en todos los rincones de la bota. Se ha escrito aquí que el peronismo le terminó haciendo un favor al gobierno al no dejar pasar la reforma tributaria, que hubiera provocado aumento en los impuestos y encrespado los ánimos ya revueltos de los santafesinos.
Para Giustiniani su suerte está atada a la gestión; para Reutemann su lugar en el mapa del poder. Descargar toda la responsabilidad sobre Rossi es injusto: Kirchner y Cristina naufragan en imagen y cuesta creer que alguien pueda ganar la provincia con el apoyo de un gobierno que es vituperado por el campo, la base de sustentación santafesina.
Los políticos en campaña deberán hacer ejercicios de inteligencia para desplegar el proselitismo en un año que parece traer nubes negras. Será un episodio novedoso e interesante para el análisis, y la comprobación a nivel nacional de la fortaleza de la oposición, hasta ahora un puzzle con demasiadas piezas sueltas y egos desmesurados.
La madre de todas las batallas estará en la provincia de Buenos Aires (el 40 por ciento del padrón nacional) y, más precisamente, en el conurbano, gobernado por los mismos hombres que fueron menemistas en los 90, luego duhaldistas y kirchneristas al menos hasta ahora.
Los opositores —y más que nadie Elisa Carrió— temen que se consume un fraude y pidieron la presencia de veedores internacionales. Más allá de los cuestionamientos, es hora de que quienes quieren ser alternativa pongan al menos un pie en el principal distrito del país.
Lo mejor del 2008 es que se termina. Jamás será olvidado por la presidenta de la Nación, que cayó en popularidad e imagen de una manera estrepitosa. Y tampoco por su esposo, que se fue del poder con un altísimo capital político. El error del irascible santacruceño fue desterrar la idea del café literario al que prometía concurrir y dedicarse a esmerilar a la presidenta.
Argentina es hoy un país estragado por la crisis, con temor en la sociedad y bolsillos raídos por el respingo que pegó la inflación durante el año.
Con este escenario (ya ni de vacas flacas se puede hablar) un enjambre de políticos dibujan escenarios posibles sobre mesas de arena y con el libro de pases abierto.
Pese a todos los infortunios siempre es bueno que las urnas no estén guardadas, como sí lo está la soja. Una muestra de la falta de sentido común de un país que creció por las exportaciones y que ahora está paralizado, tratando de adivinar un futuro que se torna incierto e inescrutable. Un 2008 para olvidar y esperar cambios positivos.