Si bien no hay una investigación que vincule los crímenes de Brian Sergio Esquivel y David Ariel Zapata, ejecutados a balazos en el lapso de una semana, ambos parecen signados por el fantasma de Elizabeth Cantero. Esta muchacha de 34 años, media hermana de Máximo "Guille" Cantero, murió 24 horas después de protagonizar un oscuro incidente con internas y personal del Servicio Penitenciario en la cárcel de Ingeniero Thedy 375. Esquivel y Zapata eran sobrinos de reclusas de la Unidad Penitenciaria Nº 5 que participaron de ese incidente y sobre las que pesaría una promesa tácita de venganza por parte de miembros de la banda de Los Monos.
Mientras desde la Fiscalía se pidió cautela, en el barrio Remanso Valerio donde vivían David Zapata y Mariano Ledesma, acribillados el viernes en la Circunvalación, los vecinos dicen tener miedo. Los familiares de David temen represalias, por lo que rehusaron amablemente el diálogo con este cronista. "Estamos muy asustados y tememos por nuestros hijos", dijo ayer uno de ellos, a metros de su casa en el Remanso. Los Ledesma residen cerca de un punto de venta de drogas, lo que imposibilitó la chance de dialogar.
Muertes. El 22 de enero, el cuerpo de un joven apareció tirado en el barrio 23 de Febrero con tres balazos en la cabeza. Horas después se supo que era Brian Esquivel, de 20 años, sobrino de una reclusa que discutió con Elizabeth Cantero (ver aparte).
El viernes último, a las 5 de la mañana, los cuerpos de Ledesma, de 27 años, y Zapata, de 22, quedaron tirados sobre la colectora oeste de la avenida Circunvalación a 30 metros del puente que cruza las vías del ferrocarril Mitre, cerca del barrio Libertad. Una moto Keller, propiedad de Ledesma, completaba la escena del crimen junto a 11 vainas servidas calibre 9 milímetros. Zapata tenía dos balazos en la cabeza y Ledesma, una decena de impactos por la espalda y cuatro en la cabeza. "Llama la atención la crudeza con que los asesinaron", dijo entonces en rueda de prensa el fiscal Ademar Bianchini.
De punta. Ayer por la mañana el sol caía de punta sobre el Remanso y calentaba la tierra transformada en polvillo por la falta de lluvia a pesar de la inundación que prepotea la costa. Un barrio que parece estar cada vez lejos de la pintura poética de Jorge Fandermole, que en su "Oración del Remanso" canta "Cristo de las redes, no nos abandones y en los espineles déjanos tus dones".
"Este era un lugar de pescadores, pero ahora está hecho un desastre. Más con la llegada de los transeros. Acá debe haber cuatro o cinco puntos de droga y eso está matando al barrio", explicó un vecino.
"Nadie entiende qué hacían los pibes ahí donde aparecieron muertos. Nadie. Ponele que hubieran querido comprar droga. Si acá hay un montón de lugares. O en La Cerámica o Copello. ¿Para que ir a la zona sudoeste?", se preguntó otro.
En el barrio contaron que Ledesma era adicto pero trabajaba para comprar. "Fijate que lo agarraron con su moto, que era legal y tenía los papeles encima", indicó otro vecino.
Sobre Ledesma, un joven del barrio dijo que "tenía problema con la que vende droga (una mujer cuyo nombre se preserva para no interferir en la investigación) y un día antes los habían amenazado que lo iban a matar sino pagaba".
Para todas. Los Zapata son una familia conocida en Remanso Valerio. En abril de 2007 falleció una beba de 22 meses de la familia por el derrumbe de su casa. David, que tenía 12 años, se salvó por fortuna. Dicen que eso lo llevó a la droga que en los últimos años había suplantado por el alcohol. Trabajaba pescando y cuidando autos en Costa Alta.
Una mujer de 29 años tía de Zapata fue condenada el año pasado por el crimen de Brian González, la noche del 10 de abril de 2014 en una trifulca en el barrio. En noviembre pasado la Cámara Penal ratificó la condena y la mujer quedó presa en la cárcel Nº 5. Y el pasado 20 de julio otro miembro de la familia —Cristián, de 33 años— fue asesinado en Capitán Bermúdez.
La tía de David habría participado del incidente previo a la muerte de Elizabeth Cantero, por el que miembros de Los Monos habrían sentenciado a muerte a familiares de las reclusas. "Fueron catorce las internas y dicen que la amenaza es para todas", comentó una doña.
En Remanso nadie se anima a pronunciar el apellido Cantero. Se baja la voz o se lo da por sentado. "Es todo parte de lo mismo, es una misma pelota. Ellos (los Cantero), la policía, la moneda, los que venden falopa, la Justicia. Están todos metidos", reflexionó un vecino.
Si bien la Justicia no investiga aún los asesinatos de Esquivel y Zapata como relacionados, sus familias contaban con custodia desde la muerte de Cantero. En el caso de los Zapata, esa custodia consistía en que un móvil policial pasara por el lugar todos los días una vez a preguntar si todo estaba en orden. Pero, aseguran, tras la muerte de David no volvieron a pasar.
Versión. El barrio y los amigos de los jóvenes asesinado trazaron su propia investigación. "En un facebook una chica contó que a los pibes los agarraron cuando se iban del quiosco El Paisa (Rondeau al 4300). Que los paró un auto negro. Puede que sea un Corsa negro con dos tipos. A uno de los pibes lo metieron en el auto. Al otro «lo acompañó» (hace el gesto de un arma) uno de los tipos en la moto. Por eso aparecieron ahí (en Circunvalación). Por como están los cuerpos, a David lo mataron arrodillado y a Ledesma lo ajusticiaron después. La moto no tenía un sólo raspón", indicó un vecino.
Consultado el encargado del quiosco El Paisa, comentó que vio a Ledesma y a Zapata varias veces esa noche. Que la última cerveza se la vendió entre las 4 y las 4.30. Luego los vio irse del lugar y no supo nada más hasta que escuchó la noticia en la radio.
Por el momento la muerte de Elizabeth Cantero, de la que se desconoce la causa, y los asesinatos de Esquivel y Zapata siguen siendo investigados por cuerda separada. Habrá que esperar para conocer si las voces que se escuchan en la calle tienen el peso y el fundamento para colarse en la investigación de estos hechos.