Jerusalén.— El discurso pronunciado por Benedicto XVI el lunes en Yad
Vashem, el museo del Holocausto en Jerusalén, generó decepción y una lluvia de críticas en Israel,
donde el Papa se encuentra de visita. En contraste con lo que esperaban muchos israelíes, el Sumo
Pontífice no se refirió expresamente al papel que desempeñó la Iglesia Católica en el exterminio
judío. Además, el pasado del Papa y su supuesta participación en las Juventudes Hitlerianas disparó
toda una polémica, tanto que el Vaticano debió salir a dar explicaciones sobre el tema.
El presidente del parlamento israelí, Reuven Rivlin, acusó al Papa de ignorar el
genocidio cometido por la Alemania nazi. "El Papa habló como un historiador, como alguien
observando desde afuera, sobre cosas que no deberían suceder. Pero, ¿qué podemos hacer? El fue
parte de ellas", dijo Rivlin. "Con todo el respeto a la Santa Sede, no podemos ignorar el equipaje
que él carga", señaló.
El ex gran rabino de Israel y superviviente del Holocausto Israel Lau aseguró
que el Papa "se perdió una oportunidad histórica", y lamentó que, a diferencia de Juan Pablo II,
Benedicto no empleó la palabra "asesinados", sino que habló de "muertos". También resaltó que los
asesinos no fueron llamados por su nombre en la alocución.
El director de Yad Vashem, Avner Shalev, dijo que el Papa debiera haber hecho
referencia a su origen alemán, y afirmó que "en el museo es imperativo nombrar a la Alemania nazi,
no por la culpa, sino por el aspecto de la responsabilidad".
Títulos en contra. También los medios israelíes reflejaban ayer el descontento.
El diario de mayor tirada, Yediot Ahronot, tituló en tapa "No se disculpó"; Maariv abrió con un
"Sin disculpas", y el Haaretz catalogó el discurso de conmovedor pero insuficiente.
El conocido historiador israelí Tom Zegev calificó la alocución de Benedicto de
"inesperadamente banal". "No hay nada más fácil que manifestarse conmovido cuando se habla del
Holocausto, cuando se identifica con el dolor y el duelo. Cuando esto no se hace es una señal de
que no se lo hace deliberadamente", comentó.
"A diferencia de su antecesor Juan Pablo II, que fue recibido con entusiasmo en
Israel y manifestó una calidez humana auténtica, Benedicto irradia una especie de control de sí,
rayano con la gelidez", opinó el catedrático Zegev.
El portavoz del Papa, Federico Lombardi, salió al cruce de las críticas. "La
visita de Benedicto a Yad Vashem tuvo el propósito de mantener viva la memoria de las víctimas del
Holocausto", aclaró.
Lombardi recordó que Benedicto se refirió en varias ocasiones pasadas a su
condición de alemán, entre ellas en la sinagoga de Colonia y en el antiguo campo de exterminio de
Auschwitz. "El Papa no cree que tenga que repetir todo el tiempo y en cada alocución los puntos a
los que ustedes se refieren", respondió a la prensa.
"Nunca, nunca, nunca". Asimismo, Lombardi negó categóricamente que el máximo
dignatario de la Iglesia Católica hubiese pertenecido a las Juventudes Hitlerianas, como señalaron
numerosos medios en vísperas de la visita pastoral a Israel.
El presidente del Parlamento israelí, criticando el discurso del Papa en Yad
Vashem, lo describió como un "alemán que se unió a la Juventud Hitleriana y una persona que
participó en el ejército de Hitler".
"El Papa nunca estuvo en las Juventudes Hitlerianas. Nunca, nunca, nunca",
enfatizó Lombardi en un rueda de prensa ofrecida en Jerusalén. El portavoz explicó que el Papa de
origen alemán fue forzado a los 16 años a sumarse a las fuerzas encargadas de las baterías
antiaéreas en su pueblo natal, en Baviera.
Diferentes categorías. El portavoz hizo una distinción entre los activistas
convencidos en las Juventudes Hitlerianas y los miembros de unidades antiaéreas, omitiendo la
categoría de miembros involuntarios de las Juventudes Hitlerianas a los cuales Benedicto XVI dijo
que había pertenecido.
"Las Juventudes Hitlerianas fue un cuerpo de voluntarios, fanáticamente,
ideológicamente de los nazis", dijo Lombardi. El cuerpo auxiliar antiaéreo en el que el Papa fue
alistado al final de la guerra "no tenía absolutamente nada que ver con las Juventudes Hitlerianas
y la ideología nazi", añadió.
Mientras tanto, el Papa prosiguió ayer con su actividad en Israel. El Pontífice
visitó el Muro de los Lamentos y la Mezquita de la Roca, principales sitios sagrados del judaísmo y
el islam en Jerusalén.
Benedicto dejó un mensaje escrito en el Muro de los Lamentos, vestigio de un
templo de la época del Imperio Romano, tras reunirse en la cúpula de la Roca con el Gran Mufti de
Jerusalén, el clérigo musulmán Mohammed Husein.