Pese a un conjunto de indicadores que dan cuenta de un atisbo de recuperación económica en Europa, los empresarios y economistas reunidos en Davos se guardaron una buena cuota de escepticismo. Advirtieron que el crecimiento sólido y el empleo no están a la vuelta de la esquina.
El presidente de la petrolera francesa Total, Christophe de Margerie, lanzó el debate afirmando sin rodeos que “Europa debería ser considerada como un país emergente”.
Margerie llamó a revisar a fondo una economía europea que crece poco (el FMI espera 1% este año) y que mantiene un nivel alto de desempleo (12,1% en noviembre), que entre los jóvenes de países como España y Grecia se dispara por encima del 50%.
Con una inflación baja (0,8% en diciembre), también acecha el peligro de una deflación, una caída prolongada de los precios muy perjudicial porque empuja a los consumidores a postergar sus compras, y a las empresas a reducir sus expectativas e inversiones.
Nuevo arranque. El presidente de Total abogó también por marcar la diferencia desarrollando nuevas competencias, en lugar de rivalizar con los países emergentes que fabrican los mismos productos a un coste menor.
“Francamente, necesitamos un nuevo arranque. Dejemos de pensar que podemos arrancar a partir de cosas que no pueden ser fuente de desarrollo o de crecimiento para nuestros países”, declaró el presidente de Total.
“Las cosas parecen mejor de lo que son realmente, pero Europa no está de vuelta”, juzgó en otro foro Axel Weber, presidente del consejo de administración del banco suizo UBS y ex presidente del banco central alemán.
Trabajo. Expertos como el economista Kenneth Rogoff, de Harvard, destacaron la necesidad de seguir reduciendo el endeudamiento, flexibilizar el mercado laboral y atajar el desempleo juvenil.
“Europa es una región que no cuida su futuro”, dijo Rogoff, que teme que el Viejo Continente pierda toda una generación si persiste el nivel de desempleo tan alto entre los jóvenes.
Tal es así que el presidente de la petrolera italiana ENI, Giuseppe Recchi, argumentó que hoy día en Italia “es difícil contratar a una persona de 30 años que no tiene experiencia profesional”.
La solución, según los participantes del foro, está en reformar el mercado laboral.
“Hemos preguntado a 80 de nuestros clientes cuáles son los puntos indispensables para su expansión en Europa, la respuesta fue la rigidez del mercado laboral”, declaró el presidente del grupo publicitario británico WPP, Martin Sorrell.
Polémica. Respondiendo a la afirmación de Margerie de que Europa debería verse como un país “emergente”, el economista en jefe de la consultora internacional IHS, Nariman Behravesh, dijo que “en términos de desarrollo, tecnología o niveles de PIB per cápita, Europa sigue siendo una zona muy rica”.
Behravesh afirmó que el desempleo juvenil “es probablemente el mayor desafío de Europa en este momento”.
“Es un problema económico, pero también político, porque lo último que quiere cualquier país es tener a un montón de gente joven sin trabajo; es una situación muy peligrosa”, con un riesgo de estallido social en países como España, Italia o Grecia, añadió el analista.
Estado de bienestar. Presente en Davos, el secretario general del sindicato IndustriALL, Jyrki Raina, advirtió contra una ruptura del Estado de bienestar.
“Sería muy peligroso destruir los modelos sociales europeos, a menos que se quiera seguir el camino de Bangladesh o de Camboya”, donde hay numerosas fábricas con condiciones de trabajo durísimas, dijo.
En lugar de esto, el líder sindicalista llamó a “reparar el contrato social que la crisis ha destruido”.
Cientos de expertos alertaron en el informe de riesgos de este año del Foro que el “peligro cercano más probable” es la ampliación de la brecha entre ricos y pobres, que podría derivar en graves fracturas sociales.
Actualmente hay 202 millones de desocupados en el mundo, cinco millones más que hace un año, reveló la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Davos, que advirtió que si el crecimiento económico no se acelera notablemente, la cifra de personas sin trabajo se ubicará en los 215 millones en 2018.
Lo que preocupa especialmente es la magnitud del desempleo juvenil. En Davos se habla incluso de “una generación totalmente perdida”.
La organización humanitaria Oxfam considera que la principal causa de esta situación es la desigualdad. En muchos países las elites prósperas “influyen en política para su propio beneficio y manipulan las reglas de juego económicas para lograr sus objetivos”, indicó el informe de Oxfam realizado para el encuentro en Davos.
“Si no luchamos concretamente contra esta desigualdad, los privilegios y las discriminaciones se transmitirán de generación en generación”, asegura la directora ejecutiva de Oxfam, Winnie Byanyima.
Desigualdad. Datos estadísticos de la Universidad de California en Berkeley y de la Escuela de Economía de París mostraron que en 2012 en Estados Unidos, la mayor potencia económica del mundo, un diez por ciento de la población se quedaba con el 50% de los ingresos totales, la mayor brecha desde 1917.
“Me temo que tenemos un problema político”, dijo Thomas Piketty, coautor del estudio, en el suplemento especial “Davos 2014” del diario “The Wall Street Journal”. “Tarde o temprano la clase media de los países ricos también se opondrá a la globalización”, indicó.
Uno de los que advirtió sobre los peligros de la pobreza y la desigualdad es el papa Francisco. El pontífice hizo que su enviado, el cardenal Peter Turkson, lo leyera públicamente una carta en la que aseguró que los poderosos tienen “una clara responsabilidad frente a los demás, sobre todo frente a aquellos que son más débiles, frágiles o vulnerables”. •