Silvio Berlusconi tiene un plan de emergencia: apoyar el voto de confianza pedido por el premier Enrico Letta para esta semana en el Parlamento, pero sólo para votar un puñado de leyes fiscales y luego ir elecciones. Lo propuso ayer al estado mayor de su partido, pero la respuesta del socio de coalición de gobierno, el Partido Democrático (PD) de Letta, fue rotundo: "Es una propuesta imposible de recibir", le dijeron. Pero el dato político más importante parece ser otro: la rebelión interna que crece en el partido de Berlusconi contra su jefe y sus decisiones inconsultas y "extremistas".
Durante la mañana, los cinco ministros del Partido de la LIbertad (PDL) de Berlusconi presentaron finalmente sus renuncias, tal como había ordenado Il Cavaliere el sábado pasado. La resistencia del ala moderada del PDL que encarnan los ahora ex ministros sigue firme pese al ultimátum de ayer del líder del partido. Luego de que Berlusconi planteara que "nuestra experiencia de gobierno ha terminado", y que la retirada del gobierno "la decidí yo solo", el caudillo advirtió a los disidentes que "los trapos sucios se lavan en casa", en referencia a los comentarios críticos hechos a la prensa durante el fin de semana. Estos exponentes moderados del PDL no quieren seguir la "deriva extremista" del ex premier y sus lugartenientes más radicalizados. Después de esa advertencia, Berlusconi expuso su plan de un apoyo de cortísima duración a Letta para votar un paquete de leyes fiscales y acto seguido ir nuevamente a elecciones anticipadas. Las anteriores elecciones generales fueron en febrero pasado. Como nadie salió vencedor, y luego de un interregno de dos meses, se formó el Ejecutivo de Lettta, inusualmente formado por el centroizquierda del PD y el centroderecha del PDL, más un pequeño grupo de centristas que responden al ex premier Mario Monti.
Pero el dato político más relevante de estas horas es la rebelión interna en el PDL. Los moderados ven preocupados el viraje que tomó la semana pasada el berlusconismo más duro, tanto Il Cavaliere como el grupo que lo rodea. El miércoles pasado, en una reunión en la mansión romana del magnate, diputados y senadores le prometieron por escrito "renunciar en masa" si este viernes es expulsado del Senado, como todos anticipan. Berlusconi ha sido condenado en forma definitiva por fraude fiscal, y esto por ley le impide seguir en el Parlamento. El sábado, ordenó la renuncia de sus cinco ministros en el gabinete presidido por Letta. Dos decisiones tomadaspor fuera de la estructura orgánica del PDL, sin el secretario general y ministro del Interior, Angelino Alfano, presente, ni muchos otros miembros de la cúpula partidaria.
Alud de mails. Ayer Berlusconi ratificó que él es el que realmente manda y aplicó un correctivo a los rebeldes. Pero esto no sería suficiente para frenar la rebelión en germen en el PDL. Luego del anuncio del sábado de la renuncia de los ministros, estos recibieron un alud de mails de militantes del PDL indignados con la decisión, y amenazando con no volver a votar al partido. Alfano, luego de escuchar el reto de Berlusconi, se reunió con los otros cuatro ministros salientes, y "entre las hipótesis que discutieron estaría la de retirar las renuncias formalizadas ayer a la mañana", según el periódico político Libero. Luego Alfano volvió a ver a Berlusconi, en un "cara a cara que podría ser definitorio".
Según el periódico, Alfano sigue un plan que habría confiado a Letta: romper al PDL en dos y crear un partido dentro del partido que permita sostener un nuevo gobierno del premier. Un puñado de disidentes, más los centristas y algún voto que aporten los grupos autónomos que existen en el Senado, serían suficientes para lograr una estrecha mayoría. En la Cámara baja no hay apuros para el PD, porque al haber salido primero en las elecciones de febrero recibió el llamado "premio de mayoría", un bloque de bancas que asegura al ganador una mayoría holgada.
Durísimo cruce con Napolitano
Durante un aparte en una entrevista televisiva, Silvio Berlusconi acusó al presidente Giorgio Napolitano de haber presionado ilegalmente a los jueces que sentenciaron en septiembre contra su grupo empresario y le ordenaron pagar una indemnización de 564 millones de euros a otra firma. No tardó en llegar un durísimo comunicado de la Presidencia: lo dicho "por el senador Berlusconi es simplemente otra delirante invención difamatoria contra el jefe del Estado".