Bogotá.— El asesinato de un gobernador en Colombia, atribuido a las Farc, desató ayer fuertes condenas a nivel internacional al accionar de la guerrilla, y también dejó al descubierto fallas en la política de seguridad oficial.
Bogotá.— El asesinato de un gobernador en Colombia, atribuido a las Farc, desató ayer fuertes condenas a nivel internacional al accionar de la guerrilla, y también dejó al descubierto fallas en la política de seguridad oficial.
Rebeldes de las Farc secuestraron el lunes por la noche al gobernador de Caquetá, Luis Francisco Cuéllar, a quien sacaron de su casa en la ciudad de Florencia y luego lo asesinaron, en el más alevoso crimen contra la política de seguridad del presidente Alvaro Uribe.
El cadáver degollado del político, de 69 años, apareció el martes en un sector despoblado cercano a Florencia, en donde los guerrilleros lo asesinaron cuando aparentemente se opuso a internarse en la selva.
Las Naciones Unidas, Amnistía Internacional, la Unión Europea y Human Rights Watch condenaron por separado el crimen del gobernador, una acción que contribuirá a aumentar el desprestigio de la guerrilla ante la comunidad internacional, según analistas.
"Crimen de guerra". "Para el derecho internacional humanitario, la toma de rehenes constituye un crimen de guerra, y la muerte subsecuente del gobernador confiere extrema gravedad a la práctica recurrente de esta infracción por parte de la agrupación guerrillera", dijo la oficina en Colombia de la ONU para los derechos humanos.
La Unión Europea calificó de "brutal" el asesinato del gobernador, mientras que un editorial del diario El Tiempo dijo que los guerrilleros lo asesinaron "canallamente". "Este absurdo sacrificio merece la más drástica condena y ratifica los niveles de degradación en las filas subversivas", aseguró el editorial.
Oficiales de las fuerzas militares dicen que, con el secuestro del gobernador, las Farc buscan ganar protagonismo antes de las elecciones generales de 2010, además de presionar de nuevo al gobierno por un acuerdo humanitario que permitiera intercambiar a 24 rehenes secuestrados por cientos de rebeldes presos.
El asesinato de Cuéllar, el mismo día de su cumpleaños, dejó en vilo la liberación del sargento Pablo Emilio Moncayo, del soldado Josué Daniel Calvo y la entrega del cadáver del oficial de la policía Julián Ernesto Guevara, muerto en cautiverio.
Antes del crimen del gobernador, la senadora del partido Liberal Piedad Córdoba, el Comité Internacional de la Cruz Roja, la Iglesia Católica y el gobierno buscaban definir con las Farc la logística para la entrega de los dos rehenes.
Fuentes de seguridad coincidieron en que, aunque posiblemente las Farc no tenían contemplado asesinar a Cuéllar, sí tienen en marcha una estrategia de secuestrar políticos como arma de presión al gobierno.
El crimen también provocó cuestionamientos a la guerrilla ante la falta de coherencia de sus comandantes, debido a que mientras negocian los términos de liberaciones unilaterales, ordenan el secuestro de un mandatario regional.
Duro revés. Si bien las Farc salieron golpeadas y con su imagen deteriorada por el terrible crimen, el gobierno también sufrió un duro revés, porque el ataque dejó al descubierto fallas en su política de seguridad, la principal bandera del presidente Uribe.
El gobernador era protegido en su residencia por un solo policía, pese a que en el departamento de Caquetá la guerrilla mantiene una importante presencia y es una de las regiones con más destacamentos militares.
La ciudad de Florencia es sede de un comando de la policía, de una brigada y de una división del ejército, y a escasos minutos por carretera está la base militar de Larandia, una de las que utilizarán los militares estadounidenses para apoyar operaciones contra el terrorismo y el narcotráfico.
Pedido de ajustes. "El secuestro y muerte del gobernador de Caquetá confirman la necesidad de ajustar la política de seguridad democrática", dijo el editorial de El Tiempo.
Desde que asumió el poder en 2002, Uribe impulsa una ofensiva contra las Farc en la que han muerto importantes comandantes rebeldes, mientras que miles de combatientes han desertado debilitando a la guerrilla.
Sin embargo, el grupo rebelde aún mantiene su capacidad de realizar golpes de gran impacto con el propósito de desafiar al gobierno.
El propio Uribe reconoce que, aunque se ha avanzado mucho en la lucha contra la guerrilla, "la culebra sigue viva", y es necesario mantener el esfuerzo militar para derrotarla por completo. (Reuters)