Courtney Love, la viuda del legendario cantante de Nirvana, Kurt Cobain, quiere que la vuelvan a
tomar en serio en su oficio, la música. Junto a su banda Ole, tras 12 años de silencio, acaba de
editar su nuevo álbum, “Nobody’s Daughter”.
Un disco que llega como una tabla de salvación. Y es que los problemas
personales de Love, cuyo nombre de pila es Courtney Michelle Harrison, no paraban de crecer: sus
adicciones y escándalos públicos, sus estancias en prisión y en clínicas de desintoxicación, sus
trastornos alimenticios y un largo etcétera la llevaron a perder la custodia de su hija Frances
Bean.
Hoy, la cantante de 45 años no quiere hablar del tema, salvo aclarar: “No he tomado
drogas para grabar este disco, estoy bien”.
Es un disco “lleno de sentimiento y muy
fuerte mentalmente”, dice. “Me he enfrentado a cosas que tenía pendientes desde hace
mucho tiempo”.
Courtney Love decidió dejar atrás al personaje de rockera rebelde y
agresiva que representó desde la muerte de Cobain, en 1994. “La amo cuando sale al escenario,
pero no la necesito en el resto de mi vida”, dice en una entrevista y afirma que le basta con
que de ahora en adelante la llamen Courtney Michelle.
Courtney asegura que su mote artístico teminó por agobiarla. “El
nombre Courtney Love es una forma de oprimirme”, dice. Y no tarda en mencionar a su
desaparecido marido, sobre quien está preparando una película biográfica, “Heavier Than
Heaven”. La rubia cantante está “harta” de que se le pregunte por él todo el
tiempo. “No soy su portavoz en la Tierra. Ni siquiera sé cómo sería ahora. Igual le gustarían
las chicas de alta sociedad, o las gordas... o puede que fuera homosexual. ¿Quién sabe? Murió con
27 años”.
La cantante, que tiene una hija de 17 años fruto de su matrimonio con el
líder de Nirvana, admite en la entrevista que se siente sola tras la resolución judicial que le
quitó la custodia de Frances Bean y se la dio a su abuela. “Soy una viuda y una madre soltera
que no puede desenvolverse como madre ahora mismo. Estoy tan sola... es freaky”.
