En memoria de los cinco miembros fallecidos de la familia Barletta hace un año en la autopista Rosario-Córdoba, se realizó ayer por la mañana en Rosario un maratón de 18 kilómetros. Se hizo desde Zeballos al 1800, donde vivían las víctimas, hasta el cementerio de Ibarlucea. Fue organizada por parientes y allegados a la familia, a manera de homenaje y para concientizar sobre la seguridad vial.
El recorrido, realizado por decenas de corredores, también patinadores y ciclistas acompañados a modo de contención de seguridad por una caravana de autos, formó parte de un acto "simbólico, para no olvidar no sólo a ellos sino a todos los que en este momento no están con nosotros", explicó el odontólogo rosarino Jorge Luppi, familiar de los Barletta y organizador de la actividad.
Según explicó el profesional, esta modalidad escogida para recordar a las víctimas y en especial de apoyo a Federica, de 15 años, la única sobreviviente de la tragedia, responde precisamente a que "a todos ellos les gustaban los deportes, como el fútbol y el hóckey".
Bajo el lema "No me olvides que me apago" plasmado en remeras, los corredores partieron desde calle Zeballos, tomaron por Dorrego hasta Pellegrini, siguiendo luego hasta Provincias Unidas para tomar calle Mendoza
Luego siguieron por la colectora de la Circunvalación hacia el norte hasta calle Baigorria, para acceder a la ruta 32, rumbo al cementerio de Ibarlucea, donde descansan los restos del entonces juez de Faltas de Rosario, Guillermo Barletta (45), su esposa Paula Ballarín (41) y tres de sus cuatro hijos, todos menores. Y allí se los recordó con unas palabras.
Contra viento y frío. La baja temperatura y el viento de la mañana de ayer no fueron obstáculos para los participantes, que se armaron de indumentaria térmica, bufandas, guantes y pasamontañas para resistir los 5º bajo cero de sensación térmica que había pasadas las 9, cuando arrancó el maratón.
"No importó el frío, los que amamos correr hoy dijimos presente. Un gusto", comentó Hugo Alejandro Nobile en la web de La Capital. Para Mercedes Guzmán, "el alma de los corredores se muestra en cada encuentro solidario, el frío y el viento fueron una anécdota, lo importante fue acompañar".
En todo el circuito fueron los propios familiares de las víctimas quienes custodiaron a los maratonistas, y les proveyeron de agua y trozos de banana y manzana.