La actividad del hombre sobre la tierra produce consecuencias. Siempre lo hizo. Desde que los primeros homínidos comenzaron a valerse de herramientas para cazar y modificar su entorno hasta el desarrollo de la más exquisita tecnología. Los distintos modos en los que esa interacción se produce determinan el impacto que van a generar en el medio ambiente. Talar árboles para practicar la agricultura, liberar a la atmósfera determinados gases y, sobre todo, consumir en forma desmedida todo tipo de recursos (naturales o no) son algunas de las causas el mundialmente famoso efecto invernadero. Esto es, un incremento de la temperatura del planeta. Aumento de olas de calor, inundaciones, expansión de enfermedades, colapsos de ecosistemas son los efectos más directos del cambio climático. La crecida del Paraná, la expansión del dengue y las temperaturas sofocantes son las huellas que van asomando en Rosario.
"El inicio del calentamiento global se atribuye mundialmente a la industrialización, que comenzó hace más de 260 años con el uso del carbón para las maquinarias. A principios del siglo XX se empiezan a utilizar masivamente el petróleo y el gas. Para que generen energía, estos elementos deben entrar en combustión. Uno de los subproductos que genera esta combustión es el anhídrido carbónico o dióxido de carbono que es el gas que más genera el efecto invernadero", explicó Rubén Piacentini, investigador de Instituto de Física de Rosario, que depende del Conicet y de la UNR. "Este gas se estaciona en el atmósfera y no deja salir el calor liberado desde la superficie terrestre y de la propia atmósfera y generan el famoso efecto invernadero. La consecuencia directa es el aumento de la temperatura media de la tierra, que hoy está en unos 15 grados".
Consecuencias. A fines de 2015, Argentina, junto a otros 194 países que participaron de la cumbre contra el cambio climático (COP21), asumió el compromiso jurídico de que para fines del siglo XXI no se incremente en más de dos grados la temperatura del planeta. Para que esto ocurra es imperioso que los países que suscribieron cumplan con una serie de medidas tendientes a, entre otras cosas, reducir la emisión de gases contaminantes.
"Se estima que si no se aplican las políticas necesarias para detener este efecto, a fines de siglo la temperatura podría aumentar 4 grados y el nivel del mar subir dos metros. Esto implica que hay países completos que desaparecerían", explica Piacentini citando el caso de las islas Maldivas, en Asia, que tienen el punto más alto de menor altitud del mundo, a 2,4 metros sobre el nivel del mar.
Pero ¿Qué ocurre en estas latitudes? Rosario está a unos 25 metros sobre el nivel del mar. "Los escenarios más catastróficos dicen que a finales de este siglo la altura de las aguas saladas pueden elevarse en cuatro metros", detalla Piacentini. En el corto plazo no habría que preocuparse por que las próximas generaciones queden tapadas por el agua. Sin embargo, una proyección a mayor plazo da que pensar. En 5 mil años, Rosario quedaría completamente tapada por el agua.
Aquí y ahora. No es necesario imaginar un futuro tan lejano para entender las consecuencias actuales del calentamiento global. "En los últimos años en nuestra región se ha registrado un aumento de tormentas intensas, que son las que descargan más de 100 mililitros en una sola llovida", explica Piacentini.
Soluciones. "Lo primero que proponemos es cambiar la materia energética a nivel nacional, provincial, municipal o personal. En transporte también hay muchísimo por hacer: en Europa hay motores que consumen la mitad de combustible que los de acá. Y además, tener en cuenta que para fabricar todo lo que consumimos se utiliza energía, y eso tiene consecuencias en el planeta", concluye Piacentini.