Un año atrás dos jóvenes armados ingresaron a robar a un supermercado de barrio Belgrano. Uno de ellos, Gonzalo Ariel Bay, de 17 años, portaba un revólver calibre 22 largo. Y el dueño del lugar, Eduardo Alberto Traversa, tenía una pistola Glock calibre 9 milímetros. La decisión de uno de los maleantes de abrir fuego provocó la respuesta del comerciante y se desató un tiroteo ante una decena de testigos. Bay recibió cuatro balazos y murió en el comercio. Romeo Traversa, de 86 años y padre de Eduardo, fue alcanzado por dos impactos y falleció más tarde.
El cómplice de Bay, Alexis Andrés Gómez, de 21 años, logró escapar pero fue detenido un mes después. En julio pasado el juez de Instrucción Luis María Caterina lo procesó por robo calificado con arma de fuego y homicidio criminis causa (para ocultar el robo) y transformó su estado de detención en prisión preventiva. A su vez, el magistrado entendió que el accionar de Eduardo Traversa, de 61 años, "estuvo regido por la necesidad de la defensa legítima" y ordenó cerrar la causa en su contra.
La resolución judicial de Caterina fue apelada por el abogado defensor de Gómez y ahora el camarista penal Daniel Acosta confirmó en forma parcial la decisión del magistrado de primera instancia. Ratificó el procesamiento y la prisión del joven acusado, pero modificó la figura penal que le había impuesto. Y sostuvo que se le deberá imputar el delito de robo calificado por el uso de arma de fuego y homicidio en ocasión de robo.
A las 19.45 del 4 de octubre de 2013 en el supermercado Las Primas, de Garzón y Neuquén, había una decena de personas. Entre ellos estaba Eduardo, dueño del local. Una de sus hijas atendía la caja junto con su abuelo Romeo, y otro familiar trabajaba entre las góndolas. El resto eran clientes. Entonces ingresaron dos muchachos que bajaron de una moto Corven 110 roja. Eran Gonzalo Bay y Alexis Gómez.
Tras ello se desató el robo, la balacera y las muertes. "Yo le tiré", les dijo a los policías Eduardo Traversa minutos después mientras su padre agonizaba al lado de la caja que atendía casi a diario y el cuerpo de Bay yacía entre las góndolas con un revólver a su lado. Tras esa confesión, el comerciante entregó su pistola, en cuyo cargador quedaban cinco proyectiles intactos. Gómez logró huir y los testigos indicaron que dejó caer al menos tres bollitos con el dinero robado.
El descargo. En su declaración indagatoria Gómez se colocó en la escena del robo. "Ese día después que llegué de trabajar fui al cajero a cobrar la quincena. Cuando volví lo encontré a Gonzalo (Bay) afuera de casa. Le dije que fuéramos a buscar algo para tomar a la noche y me dijo: «Bueno. Aguantá que le pido la moto a mi papá». Fuimos a comprar un Gancia al súper. Agarré la botella y cuando voy a pagar Gonzalo reduce a la chica de la caja. Yo no sabía qué hacer. Y aparece el dueño, me puso el arma en la cabeza y, de lo asustado que estaba me fui. Después no sé qué pasó", señaló.
En la audiencia de apelación, el abogado del muchacho sostuvo que el fiscal "investigó mal", en referencia a los dichos de los testigos y al informe del perito balístico. Señaló que el procedimiento policial fue "defectuoso" y que hubo una cámara que filmó el suceso, pero las imágenes no fueron recolectadas como prueba. Y solicitó que su cliente fuera liberado a raíz de que, según el letrado, no intervino en el atraco ni como autor ni como partícipe.
En la resolución, el camarista Acosta sostuvo que "no existe dato verosímil o probable que permita erosionar el peso convictivo de la actuación y el camino que traza el dinero en el piso sólo puede corresponderse con el itinerario de Gómez a raíz del fallecimiento instantáneo de Bay en las proximidades de la caja".
Para Acosta cobró relevancia el testimonio de la hija de Eduardo Traversa. La chica señaló que los muchachos que ingresaron al local colocaron sus armas en la caja y retiraron el dinero. Los dichos de la testigo "denota, según el juez, que la acción material y el propósito de la sustracción involucraba tanto a Bay como a Gómez".
El camarista afirmó que la teoría del fiscal del caso se corrobora por la excesiva distancia entre el punto de partida de Gómez y Bay y el supermercado. "Esto conspira contra el discurso del imputado que refiere haber concurrido junto con Bay a comprar bebidas cuando tenían otros comercios cercad de sus domicilios", afirmó Acosta.