Tres meses antes de cumplirse una década del asesinato del remisero Fabio Alberto Lunardelli, un fallo del juez correccional, José Luis Suárez echó luz sobre un oscuro tiroteo en Circunvalación y Camino de los Granaderos ocurrido el 24 de marzo de 2004. La versión oficial, escrita en un acta policial severamente criticada, indicó que ese día en ese lugar una dotación del Comando Radioeléctrico salió al cruce de un Renault 18 en el que un trío de delincuentes huia tras robar en Granadero Baigorria. Y que en un enfrentamiento hubo dos muertos y un herido.
Para el juez Suárez, quien investigó el homicidio culposo del remisero a manos del cabo de la policía, Sergio Sandro Correa, Lunardelli no formaba parte del grupo de ladrones. No estaba armado ni opuso resistencia a la voz de alto. Pero al descender del auto con las manos en alto “recibió la descarga de seis disparos consecutivos ejecutados por la pistola ametralladora FMK3 que portaba” el policía.
“Podemos concluir que Correa actuó con falta de diligencia en un accionar impropio y carente de la prudencia que la situación imponía, lo que resulta inaceptable por su formación como personal policial con desempeño en el Comando Radioeléctrico, que provocó el fallecimiento de Lunardelli”, indicó el juez.
Suárez condenó al policía “a tres años de prisión de ejecución condicional e inhabilitación profesional por tres años”.
En su declaración el cabo había admitido que, al trabársele su pistola reglamentaria, disparó con la ametralladora. El magistrado ponderó como atenuantes el hecho de que Correa no contaba con antecedentes penales y que se enfrentó a balazos con dos delincuentes. Pero fue contundente a la hora de valorar los agravantes: “Su condición de policía, la falta de profesionalismo evidenciada, la desaprensión con la que actuó y su conducta posterior consignando datos falsos en el acta de procedimiento para ocultar su accionar”, indicó el juez.
Hace cinco años, en una entrevista con La Capital, la madre y la esposa de Lunardelli indicaron que la víctima tuvo el infortunio de haber tomado como pasajeros a dos delincuentes. “Si no la tenía clara (por Correa), porqué no le disparó a las piernas”, dijo Susana Luna, la mamá del remisero. “No estamos conformes con la condena, porque este hombre no pasará un segundo en la cárcel. Pero también es cierto que pasó mucho tiempo y necesitábamos que se demostrara que él era culpable. Mi hija más chica ya tiene 15 años”, contó ayer Sandra Brolese, la viuda de Lunardelli y madre de dos mujeres.
El fallo no está firme ya que, según fuentes judiciales, el fiscal y la defensa de Correa apelarán. La Fiscalía había pedido cinco años de prisión efectiva y diez de inhabilitación por el homicidio culposo. En tanto la defensora general solicitó la absolución del policía, quien hoy presta servicio en Orden Público de la Unidad Regional II.
La familia de la víctima —su esposa, sus hijas y su madre— mantiene un reclamo económico contra la provincia en un juzgado de Responsabilidad Extracontractual.
El último viaje. Todo lo que rodeó al último viaje del remisero y su asesinato podría ser el guión de una película al estilo de “Día de entrenamiento”, el filme dirigido por Antoine Fuqua en 2001.
Después de varios meses de lo ocurrido sólo se supo la versión oficial. El 24 de marzo de 2004 a las 13 un móvil de Comando cruzó a un Renault 18 lila en el que huían ladrones que había intentado robar una distribuidora de lácteos de Granadero Baigorria. La versión oficial hablaba de tres delincuentes. Y en el cruce de la avenida con la autopista, ocurrió la balacera en la que murieron Lunardelli y el hampón cordobés César Ariel Polaco García. Hubo un sobreviviente: Carlos Manuel Fiordellino, hijo de un comisario retirado, quien recibió un balazo que no puso en riesgo su vida. Hoy está prófugo tras escapar de la Alcaidía de Jefatura.
Lunardelli tenía 37 años y trabajaba informalmente como remisero desde barrio San Francisquito. Según su esposa, a las 12.15 tomó un viaje pedido por dos hombres que querían ir a Baigorria por 15 pesos. El remisero estaba casado con su novia de toda la vida y tenía dos hijas. Cuando salió, el hombre le dijo a Sandra, su mujer: “Esperame para comer que ya vuelvo”.
Lunardelli estacionó sobre la mano de la autopista que ingresa a Rosario. Por detrás estacionó el móvil 2185 del Comando de Rosario. En ese patrullero trabajaba Correa.
Muy pocas cosas quedaron claras sobre el incidente ya que el acta de procedimiento fue falseada. En noviembre de 2007 el juez de Instrucción Luis María Caterina, el primero que tuvo la causa, determinó que el acta policial, en la que a Lunardelli se lo presentó como un peligroso hampón, fue falseada para justificar la respuesta armada. Eso puso bajo la lupa a ocho policías, quienes en su mayoría fueron apercibidos y terminaron sobreseídos.
La causa recayó en el juez Correccional Juan Carlos Curto, quien investigó el homicidio culposo de Lunardelli a manos de Correa y, tras una instrucción abreviada, el expediente llegó a manos de Suárez.
Con un acta, en la que relató la balacera, falseada la reconstrucción de lo sucedido se hizo cuesta arriba. ¿Lunardelli era parte de la gavilla que intentó robar en Baigorria? ¿Correa actuó como debía y de acuerdo a la formación que tenía?
La Fiscalía concluyó que el acta no reflejó la realidad “para eludir la responsabilidad de Correa” y que se incorporó a la escena un móvil, el 2017, para sumar testigos a favor del policía. Para el fiscal quedó claro que el remisero fue asesinado. Que las armas que se hallaron en el auto, un revólver y una granada, fueron plantados. El fiscal entendió que hubo un enfrentamiento con al menos uno de los que iba en el auto, pero ese no era Lunardelli. “Correa no supo manejar la situación”, indicó y solicitó cinco años de prisión y diez de inhabilitación.
La defensa de Correa indicó que “no existen elementos de cargo para una sentencia condenatoria” y se recostó en un testimonio que indicó que Lunardelli se bajó del auto apuntando al policía con una granada. “La conducta de Correa obedeció al cumplimiento del deber”, indicó y pidió la absolución por la escasa colecta probatoria. El juez discrepó. Habló de “una conducta imprudente y con falta de pericia de su parte, que causó la muerte del remisero”.
Indicó que a pesar de no haber estado inscripto, Lunardelli trabajaba de remisero y “se encontró involucrado en el hecho por sus ocasionales clientes”. Sobre la actuación de Correa dijo: “La evaluación de su conducta no varía aún cuando consideremos que era partícipe del hecho. Pero no estaba armado ni repelió el accionar policial con disparos. Incluso la ropa que llevaba no fue reconocida por las víctimas de la tentativa de robo, como afirma la defensa”.