Washington.— Cinco días después de la última masacre perpetrada por un joven en un cine en Colorado, el presidente de EEUU, Barack Obama, por fin se atrevió a proponer lo que para muchos en la política del país norteamericano es casi innombrable: un debate sobre un mayor control de armas.
Lo espinoso que resulta este asunto en EEUU, y más en medio de una campaña electoral ya de por sí elevada de tono, lo dejó claro el propio mandatario: "Tengo que decir que reconozco que estamos en temporada electoral", dijo antes de afrontar el tema, casi al final de un discurso de campaña la noche del miércoles en Nueva Orleans.
Pese a todo, y a todos los rodeos y cautelas que interpuso, asegurando su apoyo a la segunda enmienda de la Constitución que garantiza el derecho a portar armas, Obama finalmente lo lanzó: "Creo que muchos dueños de armas estarían de acuerdo conmigo en que las AK-47 tienen que estar en manos de soldados, no en manos de criminales, que pertenecen al campo de batalla en una guerra, no a las calles de nuestras ciudades".
"Las más amplias". El diario Politico destacaba ayer que sus declaraciones han sido "las más amplias" en lo que lleva de mandato sobre este tema, y que han ido más lejos aún que cuando, un año y medio atrás, otro joven perturbado mató a seis personas en Tucson, Arizona, y dejó gravemente herida a la congresista demócrata Gabrielle Giffords.
Eso sí, el mandatario tardó casi una semana en siquiera mencionar el tema de "control" de armas o siquiera pronunciar la palabra "gun" (arma), pese a que este tema sí había estado presente en la campaña que en 2008 lo llevó a la Casa Blanca.
Su rival ante las urnas el próximo noviembre, el republicano Mitt Romney, rechazó el miércoles siquiera entrar en el debate, declarando que "el mero hecho de que una ley diga que alguien no puede hacer algo malo no siempre mantiene a una persona alejada de hacer algo malo", según argumentó en una entrevista desde Londres con la cadena NBC.
Esto resultó curioso, dado que durante su era como gobernador de Massachussetts, Romney se había pronunciado a favor de la ley para prohibir las armas de asalto que finalmente expiró en 2004 y que, pese a reiterados llamamientos también desde el exterior, Washington no ha podido —o querido— renovar desde entonces, tampoco bajo el mandato Obama.
Dudas y presiones. ¿Por qué tanto tabú entonces en torno a un mayor control de armas en EEUU? Un mero vistazo a discusiones entre ciudadanos en la calle o en las redes sociales da una pista: muchos se preguntan si no habrían muerto menos personas si en el cine de Aurora, Colorado, donde el joven James Holmes entró la madrugada del viernes pasado armado hasta los dientes y comenzó a disparar de forma indiscriminada, alguien hubiera estado armado y pudiera haber respondido al ataque. De hecho, tras la masacre del viernes, el número de compra de armas en Colorado no ha hecho más que aumentar.
A ello se une la cuestión de que, para muchos norteamericanos, no se trata sólo de las armas en sí, sino de la protección de las libertades individuales, algo que en EEUU tiene carácter sacrosanto.
Poderoso lobby. A nivel político, existe otro factor de peso más: la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), un poderoso grupo de lobby pro-armas que tiene una enorme influencia reconocida en el Congreso y, sobre todo, en el éxito o fracaso de las campañas de varios legisladores.
"La apagada respuesta a la tragedia de la semana pasada demuestra cuánto miedo le tienen los demócratas a cualquier cosa que pueda enfadar a la NRA, con su vasta influencia política", señalaba esta semana el diario The Washington Post en un artículo dedicado a reseñar lo "reticentes" que los propios demócratas de Obama están a hablar del control de armas.
Bajar el tono. Esto no se refleja sólo en el Congreso. Ante la avalancha de titulares sobre el tema, el portavoz de Obama, Jay Carney, trataba de rebajar ayer el tono de las palabras de su jefe. "Tenemos que analizar de manera más amplia lo que podemos hacer para reducir la violencia (...), y no se trata sólo de leyes sobre armas", dijo Carney, quien tampoco quiso anunciar algún "calendario" concreto sobre posibles anuncios en torno al tema.
Este distanciamiento se vio también replicado ayer en el Capitolio entre las propias filas demócratas. "Con el calendario que tenemos, no vamos a hacer nada sobre control de armas", declaró cortante el líder del Senado, Harry Reid. l (DPA)