Con libros por todos lados, no hubo excusa para dejar de leer
Durante seis días, los libros mordieron en Rosario. La Segunda Semana de la Lectura logró convertir a la ciudad en un gran espacio para leer: copó bares, bibliotecas y librerías, pero también colas de banco, calles, plazas y hasta colectivos.
18 de abril 2011 · 01:00hs
Durante seis días, los libros mordieron en Rosario. La Segunda Semana de la Lectura logró convertir a la ciudad en un gran espacio para leer: copó bares, bibliotecas y librerías, pero también colas de banco, calles, plazas y hasta colectivos. La respuesta fue “impresionante”, dijo ayer el secretario de Cultura municipal, Horacio Ríos, en un balance donde rescató no sólo la diversidad de propuestas de la Semana, sino también la inusual conjunción que logró entre actividades con un “alto nivel académico” y una “sorprendente” respuesta popular.
“Pocas prácticas son tan simples y tan complejas, tan individuales y tan socializantes, tan baratas y tan preciosas como la lectura. Este encuentro no tiene otro fin que el de celebrar este maravilloso acto”, afirmó la coordinadora del evento, Fernanda González Cortiñas.
Con la segunda edición de la Semana —la primera fue el año pasado, como uno de los festejos por el Bicentenario— Cultura decidió dar a la lectura, “como práctica social”, un espacio especial y exclusivo en su calendario anual de actividades en coincidencia con la conmemoración del Día Internacional del Libro. El programa involucró a casi todos los organismos que dependen de esa secretaría, pero también a organizaciones sociales y empresas.
Incluyó, entre otras propuestas, “invasiones de lectura”, “liberación de libros” y lecturas abiertas, pero también convocatorias mucho más curiosas, como la de leer epitafios en el cementerio, recetas de cocina, arte en los museos, letras de canciones y hasta a la propia Rosario como texto.
Las bibliotecas municipales —la Estrada y la Argentina— promovieron encuentros entre autores y lectores, tanto niños como adultos. Más de cien personas se reunieron en cada cita para dialogar con sus autores favoritos.
Además, la lectura se alió con la creatividad en muestras de plástica, un espectáculo que homenajeó a María Elena Walsh, talleres de expresión corporal y en el “Arma de instrucción masiva”, un viejo vehículo militar comprado por un artista al Ejército para convertirlo en biblioteca ambulante.
A sala llena. Con un formato más académico —lo que no conspiró contra una respuesta masiva—, en el Centro Cultural Parque de España se desarrolló el coloquio internacional “Rosario. Hacia una ciudad lectora”, que con invitados de distintas ciudades del país y Latinoamérica logró reunir a casi 400 inscriptos.
“Políticas públicas en torno a la lectura”, “Los soportes digitales y la promoción de la lectura”, “La lectura al margen del libro. Las nuevas formas de leer”, “Qué leen los que escriben”, “Leer con las manos, escuchar con los ojos. Otras formas de leer”, fueron algunos de los temas que se desarrollaron en sus diferentes mesas.
Luego los asistentes recorrieron un circuito de librerías en busca de presentaciones de libros, firma de ejemplares y promociones. Voluntarias de La Hora del Cuento lograron entusiasmar al público hasta después de medianoche.