El director y guionista italiano Ettore Scola murió ayer a los 84 años en Roma. A lo largo de su carrera, Scola, quien se encontraba en coma desde el domingo, supo retratar a la sociedad con ingenio y sensibilidad.
El director y guionista italiano Ettore Scola murió ayer a los 84 años en Roma. A lo largo de su carrera, Scola, quien se encontraba en coma desde el domingo, supo retratar a la sociedad con ingenio y sensibilidad.
El primer ministro italiano, Matteo Renzi, elogió a Scola como "maestro de la increíble y aguda capacidad de lectura de Italia, de la sociedad y de sus transformaciones". Su fallecimiento deja "un hueco enorme en la cultura italiana", agregó.
El ministro de Cultura Dario Franceschini escribió en Twitter: "Un maestro extraordinario, un hombre fuera de lo común que permaneció joven hasta el último día de su vida". El actor italiano Giancarlo Giannini calificó a Scola de "hombre y director extraordinario".
Al promediar la década del 50, Scola dejó la carrera de abogacía para dedicarse al cine, primero como guionista. Sin embargo, su verdadera fortaleza se materializó en las películas que él mismo dirigió al promediar la década del 60, con obras que muchas veces asumieron un fuerte compromiso a la hora de tocar temas dramáticos con un humor muchas veces corrosivo.
Dirigió a todo el panteón de la cinematografía italiana, con figuras como Marcello Mastroianni, Sofia Loren, Vittorio Gassman, Ugo Tognazzi, Nino Manfredi, Stefanía Sandrelli, Alberto Sordi, Massimo Troisi, Diego Abattantuono, Sergio Castellitto y otros europeos, como Gerard Depardieu, Fanny Ardant, Vincent Pérez y Emanuelle Beart, Jean-Louis Barrault y hasta los estadounidenses Jack Lemmon y Harvey Keitel.
Su seña de identidad era un cine silencioso, sugestivo y de crítica social, no exento de humor e ironías. El director era un izquierdista convencido, cuyas películas siempre tuvieron contenido político.
En ese sentido, en su extensa filmografía se destaca "Un día muy particular", con Sophia Loren y Marcello Mastroianni, película que fue nominada al Oscar en 1977. Allí relata la relación que entablan una ama de casa y un periodista opositor y homosexual durante el día en que Hitler visitó Roma en 1938.
Otros de sus trabajos memorables donde la política está presente es "Nos habíamos amado tanto", con Nino Manfredi, Vittorio Gassman y Stefania Sandrelli. Con delicadeza, el director muestra el compromiso político, desde la pasión hasta el desencanto de tres personajes que se hacen amigos en 1944 mientras luchan contra el fascismo, pero luego del entusiasmo por el final de la guerra, la trama se centra las ilusiones rotas de los tres idealistas.
"Feos, sucios y malos", con la que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes y que que en la Argentina estuvo varios años prohibida por la censura, enfoca su mirada ácida a los más pobres de Roma, a los que observó impiadosamente pero con un toque de humor negro, generó polémica y a la vez admiración.
En "El baile", Scola escribió un guión sin diálogos, en el que cuenta, según la puesta en escena memorable y de acuerdo una historia que transcurre en un salón de baile francés que arranca en 1920 y atraviesa los años, los cambios que van operando en todo ese tiempo, a través de una excelente selección de temas musicales, con la colaboración de Jean-Claude Penchenat del Theatre du Campagnol.
También llevaron su sello "Macarroni", "La familia", "Splendor", un homenaje al cine con eje en una sala de cine de un pueblo en las afueras de Roma, "¿Qué hora es?", "Mario, Maria y Mario", "Crónica de un joven pobre", "La cena", "Competencia desleal" y más recientemente los documentales "Gente de Roma" y "Qué extraño llamarse Federico", acerca de su amistad con Federico Fellini.
Además del reconocimiento de la crítica y del público en todo el mundo, Scola recibió numerosos premios en los festivales internacionales de Cannes, Berlín y Venecia, así como lauros como el Cesar y David de Donatello y estuvo nominado cuatro veces a los Oscar. Incisivo, a veces polémico, innovador, pero por sobre todas las cosas, Scola fue un agudo observador de los tiempos que le tocó vivir.