Nadie emitió todavía el certificado de defunción de la crisis mundial, pero el
mundillo financiero ya está que arde con el nuevo tema de moda en la agenda de los líderes
occidentales: la deuda acumulada por los Estados como consecuencia del costo de los planes de
relanzamiento lanzados el año pasado para subsanar el lío que los jeques de las finanzas,
justamente, tanto contribuyeron a armar.
La primera señal llegó desde Dubai, que además de ostentar el edificio más alto
del mundo fue uno de los primeros países en dejar de pagar sus obligaciones hace poco más de un
mes.
Ahora Europa mira de reojo lo que harán en Grecia, cuyo gobierno intentará en
estos días explicar de manera convincente cómo evitará caer en default, toda una mancha en el viejo
continente.
Con una recuperación de la economía que todavía entibia más de lo que calienta,
occidente debate si ya es hora de ajustarse el cinturón y empezar a tachar gastos o si, en cambio,
la apuesta debe pasar por sostener el déficit para alejarse definitivamente del abismo de una
depresión que sería letal.
Salida acotada
Los números de las superpotencias comenzaron sobre final de año a no ser tan
malos como lo habían sido los meses precedentes.
Con un avance minúsculo pero real del 0,7% de crecimiento en los últimos tres
meses de 2009 con respecto al tercer trimestre, Estados Unidos logró recuperar algo del
protagonismo perdido bajo las montañas de hipotecas basura.
El imperio
Aún así, la economía del imperio todavía no arrancó en serio, como lo demuestra
el hecho de que gran parte del repunte del Producto Bruto Interno (PBI) es obra de los incentivos
públicos para la compra de vehículos.
“Quitando el efecto de los planes de estímulo económico, no hay muestras
de que el consumo privado avance con solidez”, dice el último informe mensual del servicio de
estudios del banco español La Caixa.
El mismo trabajo precisa que el PBI de la eurozona aumentó un 0,4%
intertrimestral a final del año pasado: “A pesar de no disponer de la desagregación de los
datos por componentes, muy probablemente el sector exterior y los planes de estímulo económico
habrán sido los ejes sobre los que se está vertebrando el proceso de salida de la
crisis”.
Una crisis que si a alguien no le salió gratis fue a los trabajadores, siempre
fusibles de avanzada cuando se cierran los grifos del financiamiento.
Deuda y desempleo
El mundo del trabajo quedó diezmado después del tsunami financiero, una
constatación que es cierta sobre todo en los puntos flacos de la Unión Europa _como España,
Portugal y Grecia y en Estados Unidos, donde el mercado laboral está en el punto más bajo de las
últimas décadas y carga sobre sus espaldas con la destrucción reciente de más de 7 millones de
empleos y una tasa de desempleo que supera el 10%.
En la eurozona, la escalada fue un poco más moderada y todavía rasguña un solo
dígito, salvo los casos ya mencionados, como el español, donde los números —un 18%
oficia— asustan hasta a los argentinos.
Pero la sequía laboral, que según la Organización Internacional del Trabajo
tardará al menos cinco años en recuperarse, parece no preocupar tanto a los popes de los números
como el elefantismo de los déficit públicos.
Tanto es así que la pregunta ahora es si es necesario retirar los estímulos
fiscales para contener los números rojos de las finanzas de los gobiernos.
La calificación de la deuda de Grecia y España sufrió una rebaja, e Irlanda y
Portugal ya están bajo la misma amenaza. Incluso el Reino Unido y Francia están expuestos a esto si
no ponen en marcha programas de reducción de deuda más creíbles.
En la eurozona, los pasivos fiscales representaron el 6,4% del PBI en 2009,
contra un 2% el año anterior. Y esa brecha puede llegar al 7% a final de este año. Grecia brilla en
el firmamento de los endeudados con un déficit del 12,7% del PBI, cuatro veces el límite tolerado
en teoría por la Unión. La ironía es que quienes determinan si los títulos públicos de tal o cuál
país son fiables son los mismos que hasta hace poco tiempo recomendaban a los privados endeudarse
mucho más de lo razonable.
Alto riesgo
“La incompetencia de las agencias de notación está hoy al servicio del
mercado de los títulos públicos. Fueron corresponsables de la crisis subestimando los riesgos de
los títulos privados, y ahora pueden causar otra crisis por sobrevaluar los riesgos de los títulos
públicos. Los gobiernos están obligados a ser austeros para dejar de lado los planes que pusieron
en marcha hace menos de un año”, señaló en una editorial del diario Le Monde Jean-Paul
Fitoussi, economista y pensador francés de renombre mundial.
Emergentes, para arriba
Después del “reset” de la economía global, la nueva configuración de
los actores que participan del juego terminó de confirmar que los que más tirarán del carro en los
años que se vienen son los grandes del Sur, con Rusia de colada.
China y Brasil son los países emergentes más mimados, con tasas de crecimiento
que no parecen haber sentido la crisis y que se apoyan en gran parte en sus enormes y pujantes
mercados internos.
Brasil atraviesa un momento de optimismo espectacular, aupado en los dos
megaeventos que se le vienen encima, y que son la Copa del Mundo de fútbol de 2014 y los Juegos
Olímpicos de Río de Janeiro dos años después.
Los últimos pronósticos dicen que la economía brasileña será la quinta del mundo
en pocos años, una posición que nadie se animó a imaginar hasta hace poco tiempo.