Santa Fe.— Un grupo de 17 maestras de Cañada Rosquín presenciaron ayer la
quinta audiencia del juicio oral y público que se le sigue a José Luis Baroni como único imputado
por el secuestro y muerte de la docente Alejandra Isabel Cugno, ocurrido el 6 de julio de 2009. Con
sus clásicos atuendos escolares y una foto de Cugno sobre el pecho, sus compañeras de la Escuela Nº
268 "Gobernador Molinas" repartieron a todos los presentes tizas con una cinta negra y la
inscripción "las tizas no se manchan". Fue en el ingreso al edificio de los Tribunales santafesinos
y pusieron una nota de profunda emotividad a la jornada.
"Juntas nos hicimos fuertes y gigantes frente a la mentira", señaló una de las
compañeras de Alejandra en una red social, para resumir sus vivencias como público de la quinta
sesión de debate. "Pedimos que se haga Justicia, que aflore la verdad, que la condena sea justa y
que quede a salvo el honor de Alejandra, quien sufrió esta desgracia cuando salió del trabajo",
dijeron las mujeres de blanco.
Las trabajadoras también manifestaron que poseen dificultades para asistir a las
audiencias del juicio y que por eso gestionaron ayer ante el Ministerio de Educación un permiso
para poder presenciar los alegatos y la lectura de la sentencia del Tribunal presidido por María
Amalia Mascheroni, a quien acompañan los jueces Dardo Rosciani y Norberto Nisnevich.
Después de casi un año de silencio y dolor, las maestras se organizaron para
viajar a Santa Fe y así velar desde la tribuna la memoria de su compañera. Al término de la
audiencia, cuando El Colorado José Luis Baroni fue retirado de la sala, el grupo descargó la
tensión acumulada al grito de "asesino, asesino". Y más tarde se reunieron con los fiscales, ante
quienes denunciaron al abogado defensor del imputado, Claudio Villasboas, a quien acusaron de
hacerles señas intimidatorias con el pulgar hacia abajo como símbolo de derrota. Si esa actitud se
confirma con la filmación de lo ocurrido en la sala, se notificará al tribunal para que disponga
los pasos administrativos y penales correspondientes.
En cuanto al desarrollo de la 5ª jornada del juicio oral y público, la atención
de los testimonios vertidos ayer se centró en la exposición del oficial de policía Marcelo
Portillo, quien fuera señalado por Baroni en el comienzo del debate como uno de los amigos de
Sandro Zenklusen, novio de la víctima, y de Daniel Tachuela González, el desconocido vendedor de
autos y chatarra a quien inculpó por la muerte de la maestra.
No lo conoce. La declaración de Portillo restó credibilidad a los dichos de
Baroni ya que el policía no reconoció a Zenklusen, dijo no saber quién era Tachuela González y que
jamás se reunió con ellos, como había dicho el acusado. Eso llevó a que el Tribunal enfrente a
Baroni y al testigo en un careo en el cual ambos mantuvieron sus dichos.
Luego, Laurencia Fernández, cuñada de El Colorado, ratificó lo dicho por su
esposo y su sobrina en audiencias anteriores. Los tres observaron que el celular que Fernández
recibió como regalo por el Día de la Madre en 2008 dejó de funcionar días antes del asesinato de la
maestra, justo cuando Baroni visitó su casa y lo tuvo en sus manos. Tras consultar con un técnico
notaron que el ahora acusado les había robado el chip, el mismo que la noche del crimen de Cugno
fue utilizado en el celular de la víctima.
La mujer también ratificó haber denunciado a Baroni por intentar abusar de su
hija, tal como lo había señalado su esposo cuando testimonió en la segunda audiencia. Dijo además
que "Baroni tenía fotos pornográficas en su celular y una foto de Cugno". También prestaron
testimonio ayer el camionero que trasladó al imputado desde Carlos Pellegrini a Cañada Rosquín
cuando iba en busca de su víctima y el chofer que lo llevó desde Villa María hasta Piamonte, a las
3 del día siguiente al crimen.
Finalmente, la fiscalía indagó al dueño del campo donde está la vivienda
abandonada en la que mataron a Cugno (quien estuvo presente cuando encontraron el cadáver) y al
inquilino y encargado de la siembra de esos campos, quien aseguró que poco tiempo antes Baroni
había fumigado soja en esa propiedad por lo que conocía el lugar.