El conocido dicho popular "está más perdido que turco en la neblina" viene de España, que denominaba "turco" al borracho. Los efectos del alcohol le impedían caminar y saber hacia dónde iba, como si estuviera en una cerrada neblina. En el desconcierto político argentino, el pueblo carece de rumbo, vota espasmódicamente al gobierno o a la oposición e institucionalmente le está impedido gobernar a la Nación "por medio de sus representantes" y decidir que es lo que hay que hacer. El pueblo no gobierna. Tiene obligación de votar a los que serán sus teóricos representantes, aunque no los conozca, no sepa cuales son realmente sus ideas políticas, qué acciones desarrollarán para resolver las falencias económicas, estructurales o sociales de su localidad o región y para recomponer la armonía en la convivencia social. Ignora si son idóneos, su capacitación y antecedentes para representarlo, su conducta en el cumplimiento de sus deberes, si está imputado en hechos de corrupción, su moral y respeto a los valores culturales sociales. Los representantes del pueblo, son digitados en contubernios dentro de los partidos, integrantes de la corporación política, e ignorando al pueblo. En ese contexto, el pueblo está perdido como turco en la neblina, y la República democrática es una ficción constitucional que debe enmendarse.

































