Ciudadela canalla

Era un partido crucial para las aspiraciones de Central en la lucha por evitar la promoción y el descenso. Por eso no extrañó la gran convocatoria de sus hinchas, siempre presentes en las paradas más bravas. Más de 2.000 canallas hicieron el aguante ayer en la excursión de riesgo a San Miguel de Tucumán. Todo valió para acompañar al equipo de Merlo. El numeroso grupo de simpatizantes copó uno de los codos del estadio tucumano y no ahorró gritos durante los 90 minutos. Se notó que la gente llegó valentonada por el empate agónico que sufrió Gimnasia y Esgrima (LP) en el clásico ante Estudiantes. Ese resultado enfervorizó los ánimos y reforzó la clara sensación de que la salvación es posible más allá de todo. No importa dónde juegue el equipo. El aliento siempre va a acompañar a pesar de las distancias y el asfixiante presente futbolístico.

  De ahí que los 850 kilómetros que separan a Rosario de Tucumán no fueron ningún obstáculo para que Central tenga respaldo en el norte del país.

  En colectivos, autos, tren y avión, todas las vías de transporte fueron válidas para pulverizar la distancia y demostrar que no hay barreras en el amor incondicional por la camiseta.

  No sólo en el estadio La Ciudadela marcaron presencia los canallas. Desde ayer a la mañana las camisetas auriazules dominaron el centro de Tucumán. Bares, restaurantes y sitios históricos fueron invadidos por la fiebre canalla. Muchos se hicieron un tiempo para visitar la Casa Histórica de Tucumán.

  Más allá de que algunos protagonistas catalogaron al duelo de ayer como "una batalla futbolística" porque ambos equipos están muy comprometidos con el promedio, fuera de la cancha reinó la buena onda. Las dos hinchadas mantienen una relación de amistad desde hace años y eso quedó rubricado con el intercambio de camisetas. También los integrantes de las barras compartieron un asado al mediodía. l