China aseguró que su apoyo a las nuevas sanciones de la ONU contra Irán por su programa nuclear
no significa haber cerrado la puerta para buscar una solución diplomática, en tanto Rusia advirtió
que no llevará el embargo más allá de lo establecido en la resolución y que seguirá vendiendo armas
a Teherán. Pero lo cierto es que las relaciones entre la República Islámica y las dos potencias
asiáticas se ha debilitado ulteriormente con el voto de este miércoles en las Naciones Unidas, y
Teherán se muestra más aislada desde entonces.
Poco a poco Teherán parece ir perdiendo el favor de las dos grandes
potencias asiáticas, China y, sobre todo, Rusia, que finalmente no vetaron las medidas impulsadas
por Estados Unidos. Moscú y Pekín han pasado en menos de un año de bendecir la polémica reelección
de Ahmadineyad a aprobar estas últimas sanciones. El cambio ha tenido respuesta en las calles de
Teherán en las que el tradicional grito “Muerte a Estados Unidos” fue seguido ayer de
“¡Muerte a Rusia! ¡Muerte a China!”.
Retraso nuclear. El sector más duro del régimen iraní, que ostenta el poder desde 2005, con la
llegada de Mahmud Ahmaniyedad a la presidencia, no ha dudado en adoctrinar a sus seguidores e
incluir a Moscú y Pekín en la cada vez más larga lista de los enemigos de Irán. El retraso eterno
por parte de Rusia en la finalización de la central nuclear de Busher y los acuerdos de China con
Arabia Saudita para reducir el volumen de compra de petróleo a Irán han deteriorado las relaciones
entre estos antiguos socios. El voto del miércoles en la ONU es el corolario de este proceso de
deterioro.
Como se ha visto en los últimos años, el programa nuclear iraní no ha
sufrido demasiado con las sanciones de la ONU. Los científicos siguen adelante con el
enriquecimiento de uranio y, como adelantó el gobierno a finales de 2009, en los próximos meses
empezará a construir diez nuevas instalaciones nucleares. En octubre del año pasado estuvo a punto
de cerrarse un acuerdo por el que Irán se comprometía a enviar parte de su uranio a Rusia y
Francia, pero finalmente el régimen islámico no aceptó. Un pacto de última hora urdido con Brasil y
Turquía fue el último intento por esquivar la decisión del Consejo de Seguridad, pero ya era
demasiado tarde y la iniciativa brasileña fue vista como un intento de dilación más de parte de
Teherán.
Brasil, que votó contra las sanciones y con el presidente Lula mantiene
una posición de liderazgo emergente, sostuvo que las medidas no servirán. “Nosotros no
creemos en sanciones. Esta será la cuarta ronda de sanciones, ya hubo tres anteriores que no
tuvieron efecto, no veo cómo estas van a funcionar”, declaró el canciller Celso Amorim. En
cuanto a Turquía, la otra potencia emergente que hizo parte del plan con Brasil para rescatar a
Irán, también criticó las medidas. Igual que Brasil, votó en contra de las medidas en el Consejo de
Seguridad de la ONU. El premier islámico, Recep Erdogan, está embarcado en alcanzar un liderazgo
islámico regional (ver aparte).
China, un aliado crucial de Irán, podría haber vetado la resolución del
miércoles que apunta a la Guardia Revolucionaria iraní, los misiles balísticos y las inversiones en
materia nuclear. Su apoyo a las sanciones tuvo por objeto asegurar que se respete el régimen de no
proliferación nuclear, dijo el vocero de la cancillería Qin Gang en su conferencia de prensa
semanal. “China ha reiterado en muchas ocasiones que la resolución aprobada por el Consejo de
Seguridad de la ONU no significa que se ha cerrado la puerta a las gestiones diplomáticas”,
dijo Qin.
Por su parte, Moscú advirtió que no tolerará restricciones más allá de
las sanciones aprobadas por la ONU. Rusia es desde hace años un proveedor de armas a Irán.
Dos institutos científicos rusos y la empresa estatal vendedora de armas
fueron sancionadas por Estados Unidos bajo sospecha de que ayudaban a Irán a desarrollar armas
nucleares, pero Washington levantó esas sanciones a cambio del apoyo de Moscú a la resolución del
Consejo. La cancillería dijo en un comunicado: “No podemos pasar por alto las señales que nos
llegan sobre las intenciones de algunos de nuestros socios, de estudiar medidas adicionales, más
duras contra Irán que las previstas por la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU”.
Ayer, Moscú afirmó que la venta del sensible sistema antiaéreo S-300 a Irán sigue en pie. Según el
portavoz del Ministerio de Exteriores ruso Andrei Nesterenko, la resolución no tiene “ninguna
influencia” en el posible envío del sistema de defensa aéreo a Irán. “Las sanciones
prohíben el suministro de armas ofensivas a Irán, pero los misiles de defensa aérea no están en esa
categoría”, afirmó el presidente de la comisión de política exterior de la Duma, Konstantin
Kossatschov. El sistema S-300 podría proteger las centrales atómicas iraníes de un eventual ataque
aéreo. Debido a presión de Israel, Rusia aplazó en varias ocasiones el suministro del S-300 a
Teherán. l