La socialista Michelle Bachelet no logró responder a las expectativas y asegurarse un triunfo en la primera vuelta presidencial en Chile este domingo. Ahora, contra los pronósticos, deberá pelear el ballottage a la derechista Evelyn Matthei, aunque con una victoria casi asegurada en el turno electoral del 15 de diciembre próximo. Ambas deberán moderar su discurso para conquistar el centro, según coinciden los analistas. Ayer mismo Bachelet retomó su campaña. En tanto, en el Parlamento su coalición Nueva Mayoría logró la mayoría simple, insuficiente por sí sola para imponer el programa de ambiciosas reformas que promete Bachelet.
La ex mandataria socialista se impuso ampliamente a otros ocho candidatos, con un 46,68 por ciento del voto, mientras la candidata oficialista Evelyn Matthei salió segunda con un lejano 25,01 por ciento. Le siguieron el ex socialista y líder de una formación de izquierda, Marco Enríquez-Ominami, con un 10,96 por ciento, y el independiente de derecha Franco Parisi, con 10,12 por ciento. Ambos adelantaron que no votarán por ninguna de las dos postulantes.
El carisma de Bachelet y su programa de reformas que busca corregir el modelo heredado de la dictadura de Augusto Pinochet no fueron suficientes para atraer a una gran masa de electores, que optaron por quedarse en casa en una jornada con una abstención que superó el 50 por ciento (votaron unos 6,5 millones de votantes sobre casi 13 millones habilitados). Se estima que el nuevo sistema de voto voluntario es el responsable de la alta abstención.
"El triunfo de mayoría relativa de Bachelet, por muy holgado que fuera, dejó un sabor un poquito amargo, porque faltó casi nada para cumplir estas expectativas", comentó el analista Cristóbal Bellolio. "A la candidatura de Bachelet la afectó la estrategia de silenciamiento que utilizó su equipo de campaña. La candidata también tomó una distancia exagerada de los temas más relevantes de la política pública en Chile", estimó el experto de la Universidad de Santiago, Marcelo Mella. "El principal motivo, creo yo, fue la gran cantidad de candidatos. Era inevitable una dispersión de votos", señaló la analista de la Fundación Chile 21 María de los Angeles Fernández.
A moderarse.En segunda vuelta Bachelet deberá moderar su discurso. Ayer mismo retomó su campaña. La misma estrategia adoptará Matthei, de la UDI, quien obtuvo 25 por ciento, una de las más bajas votaciones de la derecha. "Las segundas vueltas son buenas, porque ayudan a moderar el discurso y eso es bueno para el país", dijo la noche del domingo Matthei. La disputa entre Matthei y Bachelet se concentrará entonces en la mitad de los electores que no acudieron a las urnas. La ex mandataria, apoyada en una amplia coalición de comunistas, socialistas y democristianos, propone una reforma tributaria, otra de la educación y una nueva Constitución, que acabe con la de la dictadura. Además, reinstaurar el aborto terapéutico y abrir un debate sobre el matrimonio homosexual. Matthei, al contrario, apuesta por la continuidad, calificando de "irracionales" los cambios propuestos por Bachelet.
Los resultados demostraron que "los chilenos quieren cambios, pero no quieren revoluciones, quieren modificaciones y ajustes, pero no quieren visiones tan drásticas o tan radicales", señaló el presidente de la UDI, Patricio Melero. Un análisis que comparten muchos en Chile.
El Congreso. Un eventual gobierno de Bachelet enfrentará el desafío de no haber conseguido una amplía mayoría en el Congreso, lo que la obligará a pactar. La coalición de Bachelet consiguió mayoría simple en la Cámara de Diputados, que renovaba sus 120 miembros, y en el Senado, donde se elegían a 20 de sus 38 miembros.
"El resultado parlamentario fue extraordinariamente positivo para la Nueva Mayoría", según el analista de la Universidad Diego Portales, Mauricio Morales. "Con una negociación hacia los parlamentarios independientes podría lograr ése quórum para avanzar en reformas de leyes constitucionales, sin necesidad de la derecha", estimó. De esta forma, Bachelet contaría con el respaldo necesario para acometer la reforma educacional que prometió para lograr la gratuidad a nivel universitario en un plazo de seis años y la reforma tributaria, aunque le será difícil alcanzar un acuerdo para una nueva Constitución.
Otros análisis no son tan optimistas. Antes de entregar el poder en 1990, Pinochet creó un complejo sistema electoral ("binominal") que complica la obtención de una mayoría representativa en el Congreso y hace difícil gobernar. Bachelet vio muchos de sus proyectos empantanarse en el Congreso en su anterior gestión. La reforma constitucional requiere de dos tercios del Congreso. Por fuera de su coalición, sólo puede contar con los votos de la agrupación de Enríquez Ominami, firme partidario de una constituyente. Pero la reforma de la educación necesitará de de cuatro séptimos de las dos cámaras, mientras que los cambios al sistema electoral, de tres quintos. Son umbrales muy altos.